Ningún
arte como el cine se ha ocupado de auscultar la escuela, de verle sus costuras
autoritarias, de mandarle las mismas cachetadas que su violencia ha dado a
niños y niñas durante tanto tiempo: palmetazos al alma. El mes de septiembre
comienzan a moverse las intenciones escolares, luego de las vacaciones y la
escuela —la siempre aterradora escuela— se apresta a recibir a sus ¿víctimas?,
para continuar reproduciendo al sistema, en su dominio hegemónico, su represión,
sus imposiciones y la ausencia de aprendizajes provechosos que ya se comienzan
a notar desde hace mucho tiempo. ¡Vaya cine, arte mayor de la humanidad, que
siempre te has ocupado de la escuela!
Repaso y diagnosis
La
más conmovedora y directa crítica a la escuela la realizó el grupo inglés de
rock Pink Floyd con su álbum La Pared, homónimo del filme dirigido
por Alan Parker (1982), con guión del bajista Roger Waters. Desde el estupendo grito
de «No queremos ser educados», el
filme nos muestra cómo se educa a un fascista, a un autoritario; cómo se
conforma la personalidad a base de la violencia escolar que va fortaleciendo la
incubación de la desolación, la alienación, la despersonalización, el miedo, el
terror destruyendo la conformación ontológica humana y por sobre todas las
cosas: el amor. Con este delirio asistimos al fanatismo, la dislocación de los
sueños, la muerte del corazón. Desde esta perspectiva, la propuesta es destruir
la pared que forma una sociedad
abominable, en la cual somos apenas un ladrillo igual a otros que han sido
formados de la misma manera. La felicidad está más allá de esos muros de
castigo.
De
más reciente producción es la excelente película española Cobardes (Corbacho, 2008) en la cual se muestra a la escuela en
toda su irresponsabilidad, en la impotencia social de hacer poco o nada por los
niños y las niñas que se debaten en una incertidumbre no comprendida en los
escasos recursos personales que les provee una familia debilitada en su
moralidad y en un medio social que ya no tiene propuestas más que la rebatiña
económica y el aburrimiento. En este filme los niños y las niñas se muestra
desolados —como en realidad están—, acosados por la tecnología que utilizan a
su antojo sin ninguna ética, con el instinto animal de acosarse en función de
dominio, de poder y así reproducir la hegemonía que les quiere políticos
obedientes y mentirosos, periodistas domesticados y alienados, empleados
sumisos y humillados. La valentía que asumen los niños y niñas para agredirse,
ya no la tienen los padres que se esconden en sus supuestas responsabilidades.
Extraordinario
filme es Elefante (2003) del genial
Gus Van Sant, donde se nos muestra la realidad escolar en medio del pasmo que
significa vivirla en su cotidianidad, a punta de travellins, desde sus largos y solitarios pasillos, en sus hondos
silencios amaestrados a fuerza histórica represión, en los baños donde se
susurran los chismesillos banales, en el comedor donde se come las porquerías
que producen las compañías de chuchería y donde nadie osa salir del grupito que
con mucha suerte ha logrado formar, donde no pasa nada maravilloso y todo
discurre como si cada quien fuese un túnel del cual no logra salir. Como toda
metáfora, la del nombre de la película puede ser interpretada de muchas maneras;
podríamos decir que la escuela es ese pesado paquidermo que apenas se mueve
frente a nuestros ojos y nadie ve desde afuera, sin embargo, la que pareciera
cuadrar es la relacionada con la oculta violencia que engendra la escuela que
es como un inmenso elefante que está allí, tropezando con todas y todos y nadie
ve, nadie oye, nadie sospecha que en cualquier momento se va a desatar con
furia cobre cualquiera. El elefante de la violencia escolar, oculto, artero,
cruel, engendrado de la misma estructura escolar, está detrás de cada quien y se
desata con devastación en el momento en que menos se espera.
Curriculos del corazón
PELICULA "MACHUCA" DE ANDRES WOOD |
Tal
vez la más bella película realizada para comprender la escuela desde su función
política (no hay otra manera de comprenderla) es la española La Lengua de las Mariposas (Cuerda,
1999) en la cual se despliega la ensoñación que sus estancias han proclamado.
Desde el verbo sencillo del escritor Manuel Rivas, se nos plantea el aula de un
sabio maestro que despliega sus aprendizajes con amor y comprensión. Ambientada
en la España inmersa en la Guerra Civil, se cruzan tres metáforas inigualables,
a saber: la del maestro que utiliza la naturaleza para provocar aprendizajes
inolvidables, la del pueblo que hace el amor con la sombra de la zoofilia, la
del joven músico que como artista surge del tierno amor por la vida, porque lo
aprendido no estaba previsto en ningún manual, sino allí, en la existencia que
fluye y está mediado por las acciones políticas. Al final es el reclamo del
niño que se siente traicionado en sus sueños, por quienes le prometieron un sol
que en ese momento se apagada.
La
llegada de un profesor de música a un reformatorio francés para varones, nos
ofrece la interesante metáfora del filme Los
Coristas (Barratier, 2004). Donde la escuela es más cruel y
desesperanzadora es allí donde intenta corregir, porque desata toda su
crueldad, sus resentimientos, sus castigos, su autoritarismo sobre los niños y
niñas, para cumplir su cometido hegemónico: reproducir el sistema de opresión.
En medio del estado represivo planificado por el malvado director en contra de
los niños y las niñas, llega al reformatorio un nuevo rector para hacer cumplir
su regla central: “acción y reacción” que significaba: ante la acción de los
niños la reacción de los educadores. El nuevo rector se impone al director con
su propuesta musical de conformar un coro entre los niños que por momentos
humaniza la relación escolar y denuncia la represión y corrupciones del
director. «Los niños son la esperanza», nos dicen desde este filme.
Cuando
falta un mes para el derrocamiento del presidente chileno Salvador Allende, dos
niños de distinta clase social se conocen, en medio de la fuerte confrontación
política habida. Vinculada la escuela inglesa a los procesos de inclusión educativa
promovidos por el gobierno socialista, a través de la trama nos muestran los
riesgos que esto supone y las maravillas que produce el sueño de una
institución comprometida con la quimera de una sociedad diferente. Nos dice el
filme, que los niños y las niñas, a resguardo de su inocencia, no están
ausentes de lo que pasa políticamente, están involucrados de cualquier manera y
es allí donde la escuela puede romper sus paredes y llegara a ser la sociedad
entera. El niño pobre Machuca, es
barrido junto a su comunidad, ante los ojos de su amigo, cuya familia conserva
intacto su poder y la autoritaria escuela que ha de preservarle su dominio.
¿Es posible salvar la
escuela?
TROMPO |
De
las propuestas pedagógicas devenidas de lo que se llamó Escuela Nueva, nos llega
una estupenda experiencia cinematográfica documental, realizada por el artista
argentino Mario Piazza llamada La Escuela
de la Señorita Olga, basada en la experiencia de la maestra Olga
Cossettini, en Argentina durante los años 1935 a 1950 del siglo XX. Situada en
la comunidad de Alberdi, junto a su hermana Leticia, Olga llega como directora
y despliega una propuesta escolar que enamora a los docentes, basada en el
amor, la naturaleza, la cultura, la investigación. Sin timbres que asusten a la
entrada, con el arte presente en la vivencia y la visita de maravillas como
Gabriela Mistral, Javier Villafañe o Juan Ramón Jiménez, La Escuela de la Señorita Olga nos muestra las posibilidades de una
escuela diferente, no represiva, comprometida con el ser humano. Una escuela
que parece reivindicar aquel gusto por volver a ella en septiembre.
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