“La salsa… deviene en el mejor canal de
comunicación entre la gente
y sus experiencias cotidianas, llena como está de
sensaciones extremas
casi siempre opuestas: felicidad y tristeza, dolor y alegría,
fiesta y duelo, lealtad e infelicidad, baile al ritmo de la clave
e
improvisación permanente”.
Del
catálogo “¡Llegó la Salsa!”.
Fundación Museos Nacionales.
Ministerio de la
Cultura.
Caracas. Venezuela.
Si
algún pueblo en la Pacha Mama puede hablar con propiedad del género musical denominado
Salsa, ése es el pueblo venezolano
porque de su creatividad surgió ese fenómeno cultural que aún pone a bailar a
nuestra gente. La Salsa como género
nació en Venezuela con el impulso de la orquesta de Federico y su Combo Latino; músico que tomó la inventiva metafórica
de Phidias Danilo Escalona, productor y mediador de un programa radial de
nombre La Hora de la Salsa, el Sabor y el
Bembé. A partir del año 1966, Federico Betancourt y su equipo de geniales músicos
como Roberto Monserrat, irrumpen con melodías afrocaribeñas como la legendaria
pieza “Cocolía”, contenida en un
Disco de Larga Duración (LP) denominado “Llegó
la Salsa”, que instituyó aquella metáfora y transformó la concepción musical
fragmentada de varios géneros en el Caribe de nuestro Abya Yala y los integró. Federico
y Phidias tomaron con tanta humildad su valioso aporte cultural que las
empresas disqueras de Nueva York se lo apropiaron, lo transformaron en un
jugoso negocio con el dólar como magnate, sin reconocer en ningún momento nuestro
poder heurístico.
Ya el cieguito maravilloso cubano Arsenio Rodríguez y el Chano Pozo habían sembrado la herencia del Guaguancó en Nueva York y Orquestas como la de Billo
Frómeta en Venezuela, aportaban la promoción de ritmos al baile con sus famosos
“mosaicos”. Y en el justo momento en
que Eddy Palmieri, Joe Cuba y Pete Rodríguez impulsaban el ritmo Boogaloo; Richie Ray hacía lo propio con
el Jala Jala; Charlie Palmieri, Jhonny
Pacheco, Puppy Lagarreta, Tito Rodríguez insistían con la bailabilísima Charanga; la Orquesta Aragón deleitaba
con el Cha Cha Cha y junto a
Barbarito Diez, Acerina se lucían con el Danzón;
Rafael Cortijo con Ismael Rivera, Mon Rivera hacían elevación con la Plena de borinquen; Tito Puente se
agigantaba con los boleros de la fabulosa cubana Guadalupe Victoria Yoli Raimond “La Lupe”; Johnny Ventura, Damirón,
Dioris Valladares llenaban las pistas con el Merengue quisqueyano; Pacho Galán inventaba el Merecumbé; Jimmy Cliff se metía en honduras con el Reggea jamaiquino; los trinitarios movilizaban
el mar con el Steel Band; y se iniciaba
la novedad del ritmo Soka en las Antillas,
zafadas formalmente del dominio holandés; un grupo de músicos venezolanos junto
a un hombre de radio como mentor, hacían integración cultural para producir y
nombrar la Salsa que hoy disfrutamos
y bailamos.
“Nuestros barrios, tanto los caraqueños como
los de todo el Caribe, son como pueblos clavados en el propio corazón de las
ciudades, y es allí, en ese ambiente cruzado y desencontrado entre la
modernidad y la ruralidad, donde surge la salsa y su baile, a manera de puente entre
los espacios y el colectivo”.
IDEM
Este
recorrido cultural de la música nos define como un pueblo productor de
integraciones, con la tradición bolivariana como ejemplo. Desde su gesta, el
Libertador Simón Bolívar -impulsor y ejecutor del proyecto integracionista de
la Gran Colombia, con la visión de
enfrentar a los imperios que nos amenazaran- deja en Venezuela la tendencia a producir
síntesis de las experiencias regionales para integrar esfuerzos, propuestas,
proyectos. Aunque nos vemos como país, nuestro sentimiento siempre tiende a rebasar
las fronteras hacia el Abya Yala como herencia del Libertador. El proceso del
que resulta el género musical Salsa
lo demuestra. La Salsa musical que hemos
exportado, tiene una historia venida del desarrollo urbano impuesto por el auge
de la producción petrolera con el barrio
como contexto fundamental. Sabemos que ningún ritmo musical pervive sin
bailadores y la Salsa ha tenido en el
obrero y la obrera del barrio venezolano a ese público cautivo que arma las
fiestas, anima los templetes y abarrota las pistas de baile para gozarse la Salsa, sobre todo en los Carnavales. Ese
populacho estupendo que vive en los barrios ha sido el sostén del mercado salsero
y el que la ha preservado como ritmo bailable. Ya sabemos de sobra que burguesito no baila Salsa y si se atreve la
embarra. Las mejores metáforas del baile las hemos elaborado en estas
tierras. Las más destacadas pudieran ser: el “Bailar pegao” como desafío, “Nadie
nos quita lo bailao” como reto, “Bailar en un tusero” como dificultad, “A
ponerse las alpargatas que lo que viene es joropo” como advertencia y prevención.
En nuestro orgullo queda registrada la verdadera autoría y la satisfacción de
haber recibido a todas aquellas orquestas en nuestras fiestas de calle, radio o
televisión, que se fueron sumando a la integración más valiosa de la música
afrocaribe. En esta historia cultural genuina del pueblo venezolano que rebasa
fronteras hacia nuestro continente, nace y se fortalece el hoy Presidente
Nicolás Maduro Moros.
POLÍTICO
QUE NO SEA CULTOR O CULTORA JAMÁS PODRA ASPIRAR A SER PRESIDENTE DE LA
REPUBLICA BOLIVARIANA VENEZUELA
Una
de las improntas políticas que deja el Comandante Hugo Chávez Frías a su pueblo
es el aporte como cultor, no sólo del canto sino de la sabiduría cultural de su
pueblo. También integró el Comandante, mucho conocimiento de la materia musical
en sus narrativas, aunque no la demostró ni en el género llamado Rock de los años 60 ni en la Salsa. En su primera visita a la
Argentina fue recibido con un grupo de Rock y tuvo que referir a su hermano
Adán como el experto (al que describió como un joven que tuvo alguna vez el pelo
largo). Y en materia de la Salsa, su referente
era siempre el entonces canciller Nicolás Maduro. El Comandante Hugo Chávez aún
es subestimado como líder político por quienes creen que este aporte cultor es
una gracia o una impostura o un divertimento y no una esencia integrada a su
ser político y popular. Uno de los atributos culturales del Presidente Maduro
es el conocer al dedillo la cultura del barrio como venezolano, como cultor y
como activista político. Los enemigos de nuestra revolución bolivariana han
pretendido, no sin antes hacer el ridículo, ofender su nacionalidad, obviando
con rastrera ignorancia que en el Abya Yala (la poderosa nacionalidad
continental que nos asiste) los pueblos no tenemos fronteras. El barrio
venezolano es igual al colombiano, al cubano, al boriqueño, al quisqueyano, al
mexicano, al caribeño porque se cocinan en una misma salsa histórica y por esto
las luchas en esencia (con sus particularidades) son las mismas y esta salsa
integrada la conoce nuestro Presidente; éste es uno de los atributos por el que
sucedió al Comandante Hugo Chávez. El Presidente Maduro se sabe el sonido de
nuestros pueblos: lo ha escuchado, estudiado, integrado y expresado. Como cultor
de la percusión salsera, con énfasis en el instrumento llamado timbal, sabe del cuero seco que somos
venezolanos y venezolanas, porque si nos pisan por un lado nos levantamos por
el otro. Conoce que nuestro pueblo sabe sonar bien en integración. Sabe que cuando se nos agotan las salidas
formales, las posturas diplomáticas, los planes estructurados apelamos a la alternativa del barrio y esto nos
preserva y nos permite continuar; esto nos soluciona todo. Nuestro proceso
político tenderá hacia lo popular mientras conserve esta dimensión intacta y en
expansión; quien lo liderice deberá tomar en cuenta el cultivo del arte para sí
y como dimensión de primer despliegue, porque así lo aprendimos del Comandante
Hugo Chávez Frías y ahora del Presidente Nicolás Maduro Moros, al que hay que
seguirle la pista en todo momento.
LA
CLAVE ESTA EN CHAVEZ
Luego
del cambio de plano del Presidente Hugo Chávez Frías en el año 2013, la
oligarquía como clase tramposa y creadora de imposturas históricas para
mediatizar y traicionar a las clases populares ha dejado colar en la sociedad
venezolana, a través de sus cipayos, la frase típicamente adeca de que “Con
Chávez se vivía mejor” para desprestigiar
la labor gubernamental del Presidente Nicolás Maduro. No caímos en esta trampa
infectada de la llamada vergüenza étnica. La política actual de nuestro
gobierno es herencia de Chávez. Este legado del Comandante está en que
comprendió que nada se puede hacer aparte; y –siguiendo al Libertador- siempre
supo que nada se puede emprender en la política de nuestro Abya Yala con
aliento de transformación social sin integración regional. El imperio
capitalista sabe esto, razón de su empeño actual en torpedear, atacar y
liquidar nuestras experiencias integradoras, donde no estén metidas sus peligrosas
narices. La política integradora del gobierno del Presidente Nicolás Maduro ha
sido cautelosa, prudente, dialógicamente pulcra, osada en la digna respuesta, anclada
en la resistencia, en la contraofensiva oportuna y en la denuncia precisa para
desmentir las infamias, con la paz como bandera flameante e ineludible. Su
tendencia apunta al fortalecimiento del diálogo y la unidad de los factores
aliados internos sin perder de vista el diálogo bolivariano hacia el Abya Yala,
comprendiendo los distanciamientos tácticos y los movimientos estratégicos. La
práctica y el discurso del Presidente Maduro hacia la integración han sido
coherentes con nuestro porvenir, a sabiendas de que el tiempo actual es de
resistencia, movilización, preservación de los espacios logrados y de análisis
permanente. Su canciller y demás embajadores en los organismos internacionales han
respondido con contundencia en los momentos oportunos. Ha buscado que la salsa
de su política hacia la región tenga el sabor de la mayoría de sabores de sus
pueblos, sobre todo los caribeños y antillanos.
HACIA
EL FORTALECIMIENTO DE UN PUEBLO ECONOMISTA
Las
hegemonías no apuestan a los pueblos. Los pueblos deben apostar a sí mismos. Los
grandes emporios capitalistas, las instituciones financieras, ni siquiera los
gobiernos sostienen a la economía de los países; son los pueblos quienes logran
mantener a la economía y a eso que llamamos mercado:
lo demostró Mahatma Gandhi en India. Economistas vinculados a los procesos
sociales vislumbraban a fines del siglo XX un porvenir basado en el estudio, la
práctica y vínculos de las micro-economías, al comprobarse que las teorías macroeconomías
y sus prácticas imperiales ya no tienen respuestas a las necesidades humanas:
han fracasado porque se basan en la creación de crisis, especulación de
capitales y dependencias mafiosas, ilegales e injustas. Los pueblos organizados
en su práctica y sueños serán los garantes de la evolución de las perspectivas
económicas del siglo XXI, mientras se basen en redes micro-económicas de las
que surgen iniciativas efectivas para solucionar los problemas y establecer
reglas del juego y valores nuevos (con una antigüedad histórica que los
refrenda) para sostener la ética colectiva necesaria que nos permita cubrir las
necesidades y satisfacer los gustos y las expectativas.
Sabedor
de esta realidad insoslayable, el Presidente Maduro enfrenta la guerra
económica con una acción hacia el fortalecimiento de las microeconomías, basada
en la distribución de “bonos” que deben ser administrados individual y
colectivamente por el pueblo. En toda guerra, ha sido usanza de los gobiernos
que la enfrentan, la implementación de una política bonificadora para paliar
los gastos que a la población atañen, sin embargo, en los bonos del gobierno
bolivariano se incluye una acción de educación política, vinculada a la toma de
conciencia del momento en resistencia que vivimos. Además de enfrentar la escasez
resultante del bloqueo genocida impulsado por los factores del imperio, los
bonos apoyan los cambios en los patrones de consumo que ahora experimentan
venezolanos y venezolanas como producto de una concienciación de las afecciones
pasadas en lo referido a la alimentación, impuestas por las clases pudientes,
basadas en la cultura rentista que obligó a la población a adoptar rubros que
en nada se relacionaban con su cultura originaria, su historia y su conformación
orgánica. Hoy se consumen granos, hortalizas y frutas antes despreciadas por el
prejuicio venido del comercio con los Estados Unidos y su cultura colonizadora.
Además se trata de una cultura sana del comer que nutricionistas populares
venían promoviendo a lo largo del siglo XX.
Hoy el
comercio se está moviendo en base a los productos alimenticios. En muchos establecimientos
se opera un cambio de ramo urgente hacia la rama enlatada y empaquetada que
contiene comidas y sus derivados sustituyendo negocios de ferretería, bisutería
y otras baratijas. Los productos químicos para el hogar y el aseo personal,
tales como: desinfectantes, jabones, lavaplatos, cloros, desodorantes, ceras,
están siendo fabricados por emprendedores que pasaron a sustituir a los
emporios gringos. Igual sucede con la manufactura y otras fabricaciones
necesarias. Las piezas de vestir se están viendo pobladas de propuestas alternativas
venidas de confeccionistas que ofertan trajes que responden más a la necesidad
conservando el gusto. Han renacido los ventorrillos y mercados de corotos y
cachivaches que antes eran desechados aun teniendo utilidad. El calzado está
pasando (como a inicios del siglo pasado) de la compra nueva a la reparación y
el remiendo. El pueblo se está viendo en el espejo de su sacrificio social y
humano, pagando el precio de la adquisición de conciencia a la dignidad de
tener una Patria limpia, económica y comercialmente de los vicios instalados
por la ideología burguesa; una Patria soberana para el porvenir de nuestros nietos y
nietas. Paulatinamente se colocan en el escenario productivo formas antiguas
pero efectivas de intercambio como el trueke que van de la alternativa
inmediata a la visión estratégica con la educación como mediadora social.
Al principio
del ataque económico y en la medida en que recrudeció el bloqueo gringo, hubo
una reacción en los sectores medios de la sociedad, que rechazaban las colocaciones
económicas del gobierno. Son sectores mayoritariamente afectados por el
individualismo que comenzaron a añorar las costumbres egoístas, personalistas,
tabaratas del pasado, de no pensar en los demás a la hora de ejercer su
economía y olvidarse de que tenían una Patria qué defender: más bien se
burlaban. Obligados por la recesión, la hiperinflación y la contracción en los
precios han tenido que incorporarse al pueblo en ese “pensar en colectivo” para
sacar adelante a la sociedad y no sucumbir ante los apetitos del capitalismo y
sus agentes ideológicos. Aunque resiste un pequeño grupo de resentidos de
cualquier bando defenestrando las medidas gubernamentales, la mayoría nos
miramos en la realidad del resto de pueblos del Abya Yala Sur y no podemos más
que reconocer la acertada política del gobierno del Presidente Nicolás Maduro Moros, cuando en una situación de guerra bestial contra nuestro pueblo, donde
nos han sido robadas parte de nuestras reservas internacionales en activos y pasivos,
y sin embargo se hace raíz cada vez más en los
proyectos endógenos y en el porvenir que tenemos arraigado junto al resto de
pueblos de la Pacha Mama. No todos estos reacomodos sociales que caminan hacia transformaciones profundas son los más idóneos para
nuestra gente. Tienden a favorecerse grupúsculos aventajados por sus vínculos licenciosos con aromas de antigua data oligarcas y politiqueros, sin embargo, el pueblo (siempre sabio y paciente) sabe que esta lucha es de largo aliento y constante, amparada por la historia. En el seno de la llamada economía informal, las tonalidades van
de la sobrevivencia a lo trágico, sin embargo el afán de resistir es constante.
Nuestra Salsa regional tiende a tener sabor mundial y la visión de nuestra gente se hace cada vez más política y estratégica.
LA
HERENCIA ESPIRITUAL
En
uno de los aniversarios del periódico Ultimas Noticias de la era Capriles, dedicaron
un estupendo suplemento a las creencias del venezolano y la venezolana. El resultado
fue sorprendente. Además de la consagración de la libertad de cultos, en
Venezuela se describen múltiples creencias y formas de interpretar la
espiritualidad. Desde la posición social, política, económica, cada quien en
Venezuela dice tener su vínculo con lo insondable, lo desconocido, lo subjetivo.
La conclusión de aquel trabajo periodístico relevante es que en gran medida, venezolanos
y venezolanas somos devotos de subjetividades que sustentan nuestra
religiosidad. A esta dimensión del alma humana nos aproximó el Presidente Hugo
Chávez Frías en muchas de sus incidencias personales y colectivas. Es ya
mundialmente conocida la referencia al Crucifijo que mostró a sus enemigos
cuando regresó del secuestro que sufrió en la isla de La Orchila en abril del
año 2002. Ha sido interpretada como una manipulación cuando en realidad es otra
de las esencias del Comandante Chávez. No es un secreto la devoción religiosa
del Presidente Nicolás Maduro. También como pueblo cultor debió participar en
no pocos velorios de Cruz de Mayo donde las expresiones votivas, poéticas y musicales
afrovenezolanas están presentes. La integración de las deidades africanas a las
de origen católico, unidas a las festividades agrarias que han llegado en
las migraciones internas del campo a las ciudades, conforman una poética de la religiosidad
popular que se unen a la Salsa de las cosas Patrias que nos vinculan.
Causó
opiniones diversas la iniciativa del Presidente Maduro de convocar un encuentro
con las iglesias y cultos evangélicos. El momento lo primaba dada la posición
de alto gobierno que le corresponde. Era un diálogo esperado que no dio el
Comandante Hugo Chávez en su momento con la misma trascendencia. La opinión
general, en principio sorprendida, ha dado su visto bueno como lógica posición
ante la cúpula católica que ha mantenido su bendición reaccionaria, favorable a
los manejos de los cipayos internos y a las movidas imperiales, en contra de
los intereses nacionales y populares. Ofrecer una universidad a estos centros coloca
el diálogo en una inteligencia relevante porque lo transforma en un espacio
investigativo y de estudio, del cual podrían salir tesis que apunten a la libertad
religiosa, a la libre asunción de la religiosidad familiar y personal, a la
devoción dialógica espiritual y filosófica que la sane y proteja de manipulaciones
ideológicas y hegemónicas.
LA PATRIA
VENEZOLANA SIGNA EL FIN DEL CAPITALISMO
Guerras
absurdas, masacres y genocidios, acabose del derecho internacional, comiquita
de los organismos mundiales, hambre y miseria para los pueblos, los recursos
planetarios cada vez en menos manos, una Pacha Mama contaminada, devastada y
enferma, una gran sociedad esclavizada mientras élites minoritarias disfrutan
la rapiña final; es éste el futuro que se ofrecen a sí mismos quienes aún sostienen
el capitalismo y sus socios. Nada para el resto de la humanidad, mientras los
pueblos resisten en las calles con sus luchas. En Venezuela el capitalismo se
está retirando a motu propio. La
guerra ataca por igual a los productores medianos, emprendedores, técnicos,
profesionales que al pueblo y sus organizaciones, arrinconando las formas mercantiles
de preservar capitales. En su reacción, los grupos de la macroeconomía, la
banca y demás especímenes tratan de maniobrar el circulante tratando de
especular con la moneda tradicional de dominio para mantener domesticado al
comercio, mientras la microeconomía se fortalece ante nuestros ojos en los
sectores más debilitados y vulnerables de la sociedad con la venta directa
donde se mantiene el dinero en efectivo, teniendo su expresión más interesante
en cooperativas donde se comprueba que aún el socialismo es la salida.
El gobierno
del Presidente Nicolás Maduro Moros culmina el año 2019 propinando una severa
derrota a la política agresiva y ultrareaccionaria del estadounidense Donald
Trump. En el plano internacional la vapuleada que le han dado los nuestros a la
pandilla del malandro Elliot Abraham ha sido tal, que este veterano de las más
detestables chapucerías contra los pueblos ha salido por la puerta de atrás de
la Casa Blanca, botado como un caballero de la realeza que perdió todas las
partidas en el tapete verde. Ni el puesto de crupier le queda ya dentro del
escenario geopolítico. Queda demostrado que las banderas de la paz y el diálogo
han sido exitosas como acción política interna, desde el mismo momento en que
se inició la resistencia contra los grupos mercenarios (apoyados por el
gobierno gringo) que atacaron hasta con su mierda
a nuestra sociedad, durante los años 2016, 2017 y 2018 con la finalidad de sembrar
el terror, el miedo y terminar con el gobierno para venirse contra el pueblo.
En este escenario la participación de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana y
la Policía Nacional fueron ejemplo de respeto a los Derechos Humanos y demás
garantías constitucionales. Luego del voto popular constituyente, el Presidente
Maduro, coherente con su política hacia el mantenimiento de la democracia y el
estado de derecho, mantuvo la voz de diálogo en todo momento, resonancia que dejó
al descubierto, cuáles sectores de la oposición querían
verdaderamente un diálogo sincero. Esta exitosa política dejó a los líderes
mercenarios y terroristas para el disfrute de chistes y otros humores en las
esquinas, a la espera de que el guante de la justicia les caiga por sus
fechorías.
Hay que
estar obnubilados por la disociación para no ver cómo el esfuerzo por mantener las
políticas alimentarias del CLAP se han coronado en permanencia y oportunidad. A
través de muchas instituciones y organizaciones comunitarias, las llamadas “bolsas”
o “cajas” han accedido al pueblo con permanencia. Son varios los altibajos, las
inconsecuencias pero no son la constante. A pesar del sabotaje tecnológico
sufrido, ese fabuloso instrumento para la economía popular llamado Carnet de la
Patria ha resultado el puente cuántico entre los recursos emergentes para
resistir la guerra y la acertada acción económica del gobierno que tiene al
pueblo como mediador administrativo potencial. Los sectores más rancios y
reaccionarios de la sociedad desprecian y se burlan de estas medidas y del
instrumento tecnológico que la posibilita, porque los ven como una acción de
limosna y tienen una idea minusválida y subestimadora de nuestra gente, cuando
en realidad se trata de una medida solidaria de confianza en el pueblo que la
recibe y la administra. Este sector cipayo de la oposición jamás verá al pueblo
como potencial economista de su sociedad. La eficiencia con que se ha movido la
dialéctica entre las bonificaciones gubernamentales y las administraciones populares
se reflejan en la dignidad que ha crecido y se ha fortalecido en el espíritu
cotidiano de nuestro pueblo, no sólo al resistir los embates de la guerra sino al
obtener victorias diarias y permanentes que fortalecen el camino al porvenir. Todos
los pueblos del mundo se resuelven en las situaciones duras de la realidad y este pueblo venezolano está demostrando que se sabe resolver en un proceso que
se pretende revolucionario en lo político, socialista en lo filosófico, libertariamente
devoto en lo espiritual, signado por lo popular. El último día del año 2019,
cuando este pueblo se apreste a darse el abrazo de por ahora en familia, al echar un vistazo emocional a todo lo que
hemos superado como colectivo junto a la gestión del Presidente Maduro, la
Salsa del esperado año 2020 tendrá un inconfundible sabor a victoria popular.
A Gozar Muchachos, así sera cuando derrotemos de una vez y para siempre a ese imperio del terror humano, más temprano que tarde estaremos frente a una Pacha Mama multipolar donde esta parte del mundo entre otras asuman el rol que se merecen. No más saqueos de los recursos de nuestra Abya Ayala
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