No
se incluye al libro como una de las artes porque tan igual como cualquiera de
las reconocidas, se pronosticó su caducidad desde su mismo nacimiento. La
maravilla siempre ha causado escepticismo al ojo experto y a la mirada
propietaria, debido al conservadurismo y a la resistencia a las
transformaciones. El libro produjo este impacto en la vida humana, en la
realidad y en el cosmos cuando se fue conformando en un proceso donde la
incorporación de las técnicas, el conocimiento, el aprendizaje y la educación
estaban de por medio. Página a página el libro fue emergiendo desde los
petroglifos y palimpsestos iniciales, hasta los volúmenes que hoy transitan en
librerías y tarantines. Quienes hoy lo toman en sus manos y en sus diversas
formas editoriales, se involucran con una fascinante dimensión donde apenas se
percibe su profundidad, influencia y envergadura aunque pareciera mejor asistir
al libro de esta manera sencilla, o sea, por la lectura no más. Sin embargo, vale
la pena pensar en los ojos de asombro, advertencia y desprecio con los cuales
los escribas, funcionarios y dueños del medioevo miraron a Guttemberg: los
primeros porque vieron de inmediato el desmedro de su trabajo, los segundos previeron
el desafío que a sus desempeños venía y los terceros olisquearon el peligro de perder
sus poderes. Mientras el sabio alemán veía cómo las hojas salían de su
maravillosa máquina —la imprenta— el asombro del poder del momento decía: «Eso
no va a durar mucho». ¡Cuán equivocados estaban!
TODOS LOS LIBROS EL
LIBRO
El
cosmos es un gran libro. ¿Quién puede negar que el universo tiene la infinita forma
de un libro? La Vía Láctea
junto al Sistema Solar pueden compararse como esos depositarios de saberes y
conocimientos que son los libros. Si nos apegamos a la teoría Gaia de James Lovelock —quien concibe al
planeta como un ente vivo— pudiésemos pensar que La Tierra es un inmenso libro
que nos contiene como seres vivos en un gigantesco libro que gira alrededor de
su eje y en el cual se hojean plantas, mares, montañas, cielos y nosotros
mismos y nosotras mismas como páginas que los monoteístas seguramente dirán que
fueron escritas por Dios, porque hasta el mismo Dios puede ser un libro o acaso
no es La Biblia
algo así como Dios en páginas: sus promotores nos hablas de las páginas de Dios. Puede ser célula y
cuerpo a la vez y como ente vivo y corporeidad el libro tiene salud, celebra y
es celebrado, entristece (se aja, se rompe y se marchita), es restaurado, busca
y es encontrado, habla y guarda silencio, se esconde, es prisionero en las
bibliotecas personales por la hipocresía y en sótanos por la ignominia, enferma
y muere: también es asesinado, puede resucitar y como el Ave Fénix renace de
sus cenizas. Un libro puede sanar y puede matar. El libro llamado El Capital de Carlos Marx conmocionó de
manera tal a la humanidad que cobró tránsito inmortal, contrariamente el libro Mi Lucha de Adolfo Hitler transita por
los ventorrillos ambulantes entre las ediciones de autoayuda, dejándose ver
sonriente y discretamente con malignidad, luego de contribuir a provocar la
muertes de millones de personas.
En
un libro están todos los libros y a la vez El
Libro. Es unidad y diversidad y quizás sea por esta razón que su dialéctica
inicial se alumbra cuando entra en crisis el llamado período del absolutismo
que veía a la realidad desde una sola perspectiva. Aún hoy, la llegada de un
libro a manos de los pocos reyezuelos y príncipes que quedan como hazmerreíres
de las sociedades actuales, debe causarles cierto escozor porque no hay nada
que espante más al espíritu monárquico que un libro. La reproducción del libro
trajo consigo la apertura de una Caja de Pandora, advino la posibilidad de
concentrar en una dimensión al terror de todos los poderes habidos, al gran
monstruo de las siete cabezas de las hegemonías, a la Hidra temida por todas las mentes conservadoras y reaccionarias: la
idea. Es tan poderosa esta alianza que una idea puede ser un libro y
viceversa porque este acuerdo lo refrenda la Historia.
¡PELIGRO! HAY UN LIBRO EN SUS MANOS
Los
poderes hegemónicos siempre han visto al libro como un peligro. Quizás la
genialidad del semiólogo italiano Humberto Eco nos haya otorgado la historia
más fascinante en este sentido con su novela El Nombre de la
Rosa. Un libro con la temática de la sonrisa de Jesucristo causó crímenes en
una abadía porque era peligroso decir en el siglo XII que el hijo del hombre era
capaz de la alegría. Quienes compilaban lo que fueron los primeros libros de La Biblia fueron echados a los
leones por los jerarcas del imperio romano y promocionarla acarreaba la muerte
segura, tal y como sucedió en Venezuela durante la década de los años 60 del
siglo XX, a quienes tuvieran en sus manos cualquier libro de tema comunista.
Una policía llamada DIGEPOL, gobernada por mercenarios como Luís Posada
Carriles, desapareció personas que tuvieran en sus archivos libros tales como: La Madre de Máximo Gorki, Mi Vida de León Troski o Canto General de Pablo Neruda. Esto
sucedió en todo el mundo en esta misma época. Quizás los libros con la temática
anarquista o comunista hayan sido las ediciones perseguidas con más vesania en
toda la historia de la lucha por el conocimiento. Son tristemente famosas las
montañas de libros quemados por acciones criminales de dictadores como Jorge
Videla de Argentina, Augusto Pinochet de Chile, Francisco Franco de España,
Juan María Bordaberry de Uruguay.
Estas
épocas de persecución editorial hizo nacer las acciones más heroicas por
salvaguardar libros, desde ediciones completas hasta un solo volumen, pasando
por la imprenta misma. La quema de imprentas también se encuentra entre esta
macabra historia. Gobiernos y reyes reaccionarios ordenaron pasar por el fuego
miles de imprentas de organizaciones anarquistas. Militantes de las ideas y de
la vida encontraron formas osadas y creativas para transportar o simplemente
portar libros perseguidos o lo que podía ser un futuro libro. Quizás en todo el
mundo no haya habido acto más heroico por salvaguardar un libro que el vivido
por el patriota y militante comunista checo Julius Fusik, quien era reo de la Alemania nazi. Escrito de
inimaginables maneras, los trozos del texto fueron saliendo de la mazmorra
fascista hasta transformarse en el inmortal libro Reportaje al Pie del Patíbulo. Idéntico palmarés pudiera tener el
texto La Historia
me Absolverá escrito en la cárcel por el entonces abogado Fidel Castro y
que luego alcanzara contextura de libro debido a su trascendencia. Toda obra editada
que aborde la resistencia contra los poderes hegemónicos es perseguida por el
poder bélico que éste contiene, un libro también puede ser una lucha y su impacto
jamás podrá ser calculado con exactitud debido a la sutileza desplegada.
LA CONTRADICTORIA
MARAVILLA DEL LIBRO
Quizás
el proceso de ficción más maravilloso acerca del nacimiento de un libro lo
despliegue la cultura persa con Los
Cuentos de Sherezade, también llamado Las
Mil y una Noches, —utilizando la petulancia el escritor argentino J. L.
Borges lo llamaba Las Mil Noches y una
Más. Recordemos que es una historia de historias donde la princesa distrae
al Sultán contándole cuentos para que no le dé muerte y esto no sólo la libra
del terrible final, además sus historias se transforman en un libro. Animado
por esta dimensión y otras ideas, el escritor argentino Julio Cortázar escribe
su novela Rayuela que se despliega en
un laberinto impresionante, en el cual quien lee puede incluirse de miles de
formas. Rayuela son miles de novelas
en una que nos incluye como personaje del libro.
Nada
hay más extraordinario que encontrar la maravilla del libro en la infancia, a
muchas y muchos nos pasa. Recibir el libro nuevo de texto escolar, abrirlo en
el centro y pegarle la respiración para oler la seductora mezcla de tinta y
papel es algo incomparable y cada quien puede testimoniar un sentir diferente. Ser
honrado en la infancia con un libro de cuentos, ni el padrino o la madrina más
versado en el tema, jamás podrá imaginar el efecto que causa al alma párvula,
es por esto que los libros infantiles de cuentos deben llevar ilustraciones
maravillosas que encanten a ese ojo que apenas abre su mirada al mundo. ¿Imaginó
el escritor español Juan Ramón Jiménez el delicioso efecto que causa la lectura
de su libro Platero y Yo a un alma
que apenas tiene ocho años? Aún cuando el inmortal Andersen haya sido requete
publicado, siempre será un desafío reeditarle La
Vendedora de
Cerillas, La Pequeña Sirenita o Los Trajes del Emperador, tanto para el
diseñador como para el dibujante. En Venezuela el Miguel Vicente Pata Caliente de Orlando Araujo merece esta misma
inmortalidad, al igual que Una Señora con
Sombrero de Jackeline Golberg o Los
Cuentos del Sapo Cururú de Luiz Carlos Neves.
Los
mundos aromados de perversidad y misterios de la adolescencia también tienen su
encanto con los libros. En este transito son trascendentes y deben sobrevivir a
la poderosa influencia de la moda que los ataca con ediciones sumergidas en el
perfume de la cinematografía. ¿Tendrán la misma influencia adolescente que en
generaciones anteriores libros como El Lobo
Estepario de Herman Hesse? ¿Les horrorizará con seducción (como a nosotros
y nosotras) el cuento El Gato Negro
de Poe? ¿Les llegará sigilosamente a su habitación La Isla del Tesoro de Stevenson? A las
generaciones juveniles venezolanas Pancho Massiani tiene muchas cosas qué
decirles desde su novela Piedra de Mar,
la cuentística conmovedora de José Rafael Pocaterra y sus Cuentos
Grotescos de seguro debe volcarles el corazón y por supuesto la Venezuela Heroica de Eduardo
Blanco tiene que llegarles a su razón y sensibilidad de ser, como el texto más
emblemático de nuestras guerras patrias. Con esta novela épica se ha cometido
una injusticia, al no editársele con prioridad en nuestra revolución, debido a
cierta estupidez editorial y cultural que aún nos acompaña: la revolución no es
perfecta.
HACIA EL LIBRO
PERTINENTE
Como
los procesos socio políticos son dialécticos, en el nuestro —de inédito sello
revolucionario— también se hacen interesantes esfuerzos editoriales como el de reproducir
la obra del Libertador Simón Bolívar y del maestro Simón Rodríguez que por
varias iniciativas se abren camino. Llega directa a manos del pueblo la palabra
bolivariana y la conseja del maestro Rodríguez cuya integralidad es imposible
de ser soslayada en la formación política, al igual que las cartas de la abuela
Manuela Saenz. Sin embargo, el libro pertinente siempre será de edición
creativa, aquel que busca horizontes impensados, ése que se imagina imposible y
sólo se hace posible a través de esfuerzos inéditos, a favor de quienes no han
sido editados, en solidaridad con esa letra siempre escondida en la
resistencia, en los sentires cotidianos, en los olores de las fritangas del
mercado, en los campos y caseríos; esa edición salida de los bares y arrabales,
de las bailantas donde susurra el sebo amoroso apestoso a cama, en las esquinas
donde un amor nos roba la pasividad o en esas hondas textualidades que se
guardan en hojas iluminadas con luz de luna. El libro pertinente surge de quien
lee no de quien escribe, porque quien escribe ya ha leído a su lector y siempre
se imagina a otro libro que lo espera en el anaquel menos imaginado. El libro
pertinente también puede ser aquella mínima publicación que vendieron alguna
vez en las bodegas, libretita semi encuadernada, que nos invitaba a buscar una
hojilla o un cuchillo de mesa para abrir sus mínimas páginas y así adentrarnos
en un abecedario con dibujos sepias y olores de madera que nos convertía en
pequeños editores.
PUBLICADO EN LA REVISTA CULTURAL "LA MANCHA" EN EL AÑO 2012
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.