«Un
fantasma recorre Europa: el fantasma del comunismo. Todas las
potencias de la vieja Europa se han unido en una Santa Alianza para
acorralar a ese fantasma: el Papa y el Zar, Metternich y Guizot, los
radicales de Francia y los polizontes de Alemania».
Manifiesto
Comunista
El
fantasma más popular de la historia ha sido, sin lugar a dudas, el
comunismo. Desde la concepción y redacción de sus preceptos en el
conocido Manifiesto, las ideas comunistas fueron declaradas por sus
propulsores “un fantasma que recorre Europa”. La noción
fantasmal para una concepción del mundo fue muy apropiada, por el
origen mismo de quienes forjaron aquellos impulsos libertarios.
Asumirse como fantasmas de un sistema cruel y despiadado como el
capitalismo del siglo XIX, suponía darle a las luchas obreras
categoría de fuerza sobrenatural, surgida de la explotación,
miseria, hambre, muerte impuesta por los industriales dueños del
mundo. Quienes eran considerados «fantasmas andantes» por
sus amos, ahora se transformaban en fuerza organizada, digna de ser
temida. Una metáfora creada para darle la vuelta al materialismo más
feroz y constituirse en temor espiritual de quienes siempre, han
causado terror material.
Desde
su mismo inicio, el Manifiesto Comunista denunció el acoso de la
hegemonía dominante contra sus principios y luchas. Mandatarios,
reyes, empresarios y curas crearon un muro común para combatir al
comunismo en cualquier trinchera donde surgiera del seno proletario.
Con la finalidad de responder a la fuerza espiritual que se levantó
en los desheredados de la tierra: —«Proletarios del mundo
uníos», la reacción internacional creó la incansable
estrategia de satanización, para endosarle al comunismo una visión
de castigo, infierno, dolor, culpa y muerte. Cada empresario anti
comunista, por tradición ideológica, está obligado a incluir
dentro de su inversión, lo relativo al trabajo de satanización.
Buena parte de ese “pote ideológico dolarizado” va a las arcas
de Hollywood, donde surgen películas que llevan este recurso muy
bien trabajado.
VIDA
DESPUES DE LA MUERTE
Tal
vez sea la investigadora suiza Elisabeth Klüber Ross, quien estudió
con mejor y más amplia perspectiva el tema de la muerte vinculado a
la «vida después de la vida». Eso que nos acostumbramos a
llamar «fantasmas», «muertos», «muerte» y
que ha llenado páginas de libros, cuentos familiares y películas
por décadas, fue su tema de estudio, así como es la columna
vertebral del guión cinematográfico escrito y dirigido por M. Night
Shayamalan para su filme Sexto Sentido (1999). Este director
hindú ha reconocido públicamente la habilidad con la cual manejó
los personajes de la trama, para tratarla de una manera tan original
(sin dejar la imprescindible truculencia) que le valió
reconocimientos y nominaciones.
Sabemos
que la sociedad estadounidense es la mayor consumidora de «miedos»
del mundo. Todo el miedo producido por los “fantasmas” de antaño,
en muchas películas que pasaron por las salas de cine, fue dirigido
en ésta a un niño llamado Cole
Sear (Haley
Joel Osment)
quien sobre llevó el miedo de toda la audiencia casi de principio a
fin. En esta oportunidad, la propuesta no es el clásico vendedor de
miedos y escalofríos del tipo Vincent Price, quien espera producir
terror en la sala, cuando uno de sus zombies
salga
de la tumba lleno de gusanos. Ahora se trata de un miedo exclusivo de
la trama, distanciado de la audiencia, producido por quien se siente
traicionado: un fugaz, pero muy significativo Vincent
Gray
(Donnie
Wahlberg)
quien dispara contra el Dr.
Malcolme Crowe
(Bruce
Willis)
por no haberlo curado de un miedo infantil. Antes de recordarlo,
Crowe
nombra en voz alta a varios de sus pacientes, porque Gray
representa (en contundencia y fugacidad) al muchacho dador de muerte,
fabricado a diario por el sistema social de EEUU; se trata de
cualquier Dylan Klebold, Eric Harris, James Eagan Holmes que desde la
realidad disparan contra la sociedad que celebra por las calles y no
los ha curado de su enfermedad. Los profesionales han fracasado y
deben sentirse culpables.
DE
LA PSICOLOGIA AL FANTASMA
Hollywood
pone a pelear a la ciencia (psicología) con el mundo fantasmal en
este filme, favoreciendo a los fantasmas, en apariencia. Esta
dialéctica audiovisual nos recuerda los trabajos de Klüber Ross,
por los experimentos transpersonales de su vida. Son escenas que nos
interrogan (con inteligencia) acerca de nuestros propios dilemas al
respecto: ¿Cómo puede existir algo que ya está muerto? ¿Hay otras
existencias diferentes a la nuestra? ¿Existen en otro plano, los
espíritus que martirizan al niño Cole? ¿Todo niño que
sufre «miedos» es porque tiene un sexto sentido para ver el
«más allá»? El Dr. Crowe decide trabajar con los
miedos del niño Cole, para resarcir las fallas cometidas con
el niño Vincent Gray (quien le disparó como adulto).
Mientras el Dr. Crowe, aplica su piscología para tratar a
Cole, los productores del filme nos aplican una psicología
para producir efectos y puntos de vista.
Lynn
(Toni
Collette)
la madre de Cole,
aparece en dos escenas con el Dr.
Crowe
y nunca dialogan. Tampoco se produce ningún diálogo entre el Dr.
y su esposa Anna
(Olivia
Williams),
aunque éste intenta establecerlo, pero es sesgado por un aparente
triángulo amoroso con un empleado de la tienda: Sean
(Glenn
Fitzgerald).
El Dr.
Crowe
dialoga sólo con Cole.
Apoyando esta estratagema se insertan dos efectos atribuidos a los
fantasmas cuando están presentes, ellos son: 1º El frio que se
siente; y 2º la extraña inquietud de los animales (el perro de
Cole).
Ni el
niño ni
el Dr.
son escuchados en sus problemas, por esto se comprenden. La mediación
que utiliza el Dr.
al
escuchar la grabación de Vincent
Gray
y descubrir la clave, reivindica a la Psicología.
ESTABA
DE PARRANDA CON LOS PUEBLOS
El
director M. Night Shyamalan ha reconocido que la clave subliminal
para identificar al Dr. Crowe como un fantasma (muerto) desde
que recibió el disparo de Vincent Gray, estuvo en incluir un
objeto rojo en algún personaje de la escena donde éste
aparecía. ¿Qué relación existe entre los fantasmas y el color
rojo? Si tomamos como ejemplo de la espiritualidad la descripción de
los colores del aura, encontramos en el color rojo, más bien,
un símbolo de vida y materialidad; nada qué ver con la muerte y los
procesos espirituales. El rojo es vitalidad y poder.
Entonces,
este detalle del Director, no sólo es coherente con la imagen sino
con una motivación política reaccionaria, dado que el color rojo
es, precisamente, el emblema del comunismo. En lo subliminal de
Shyamalan, va oculta la intención de relacionar a la muerte con el
color rojo del comunismo. El Dr. Crowe (comunismo) fracasó al
pretender curar a un niño afectado por patologías mentales.
Recordemos que había sido premiado por su obra profesional en
Filadelfia: capital espiritual de los EEUU. La venganza (Vincent
Gray) se cierne sobre él y lo mata (caída de la URSS: 1991),
pero no se da cuenta que estaba muerto y desandaba lleno de culpas
(partido comunista) y quiere resarcir el error salvando a un niño
similar al vengador, quien logra verlo con su sexto sentido (Cole).
La carpa improvisada donde el niño Cole se cubre de los fantasmas es roja. Hay
una niña muerta que se comunica con el niño para indicarle los
motivos de su deceso; la madrastra que es su asesina va vestida de
rojo en su funeral. El Dr. Crowe, por fin, logra hablar
con su esposa mientras ésta duerme abrazada a una manta roja y
un frío glacial agita su cuerpo, mientras Anna dialoga a ojos
cerrados (señal de que los comunistas sólo pueden hablar con los
vivos en «sueños»). Crowe ve que su anillo de
matrimonio cae de las manos de su mujer y mira el dedo anular vacío;
es la señal católica: “la muerte los separó”. Satisfecho —el
converso— va hacia la luz (Klüber Ross). La gran diferencia con
esta metáfora fílmica es que el comunismo no estaba muerto…
AGRADECEMOS AL SEMANARIO LAS VERDADES DE MIGUEL POR LA PUBLICACIÓN DE ESTE TRABAJO EN EL AÑO 2012
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