sábado, 14 de abril de 2018

UN FANTASMA QUE NO MUERE




«Un fantasma recorre Europa: el fantasma del comunismo. Todas las potencias de la vieja Europa se han unido en una Santa Alianza para acorralar a ese fantasma: el Papa y el Zar, Metternich y Guizot, los radicales de Francia y los polizontes de Alemania». 
Manifiesto Comunista


El fantasma más popular de la historia ha sido, sin lugar a dudas, el comunismo. Desde la concepción y redacción de sus preceptos en el conocido Manifiesto, las ideas comunistas fueron declaradas por sus propulsores “un fantasma que recorre Europa”. La noción fantasmal para una concepción del mundo fue muy apropiada, por el origen mismo de quienes forjaron aquellos impulsos libertarios. Asumirse como fantasmas de un sistema cruel y despiadado como el capitalismo del siglo XIX, suponía darle a las luchas obreras categoría de fuerza sobrenatural, surgida de la explotación, miseria, hambre, muerte impuesta por los industriales dueños del mundo. Quienes eran considerados «fantasmas andantes» por sus amos, ahora se transformaban en fuerza organizada, digna de ser temida. Una metáfora creada para darle la vuelta al materialismo más feroz y constituirse en temor espiritual de quienes siempre, han causado terror material.


Desde su mismo inicio, el Manifiesto Comunista denunció el acoso de la hegemonía dominante contra sus principios y luchas. Mandatarios, reyes, empresarios y curas crearon un muro común para combatir al comunismo en cualquier trinchera donde surgiera del seno proletario. Con la finalidad de responder a la fuerza espiritual que se levantó en los desheredados de la tierra: —«Proletarios del mundo uníos», la reacción internacional creó la incansable estrategia de satanización, para endosarle al comunismo una visión de castigo, infierno, dolor, culpa y muerte. Cada empresario anti comunista, por tradición ideológica, está obligado a incluir dentro de su inversión, lo relativo al trabajo de satanización. Buena parte de ese “pote ideológico dolarizado” va a las arcas de Hollywood, donde surgen películas que llevan este recurso muy bien trabajado.


VIDA DESPUES DE LA MUERTE


Tal vez sea la investigadora suiza Elisabeth Klüber Ross, quien estudió con mejor y más amplia perspectiva el tema de la muerte vinculado a la «vida después de la vida». Eso que nos acostumbramos a llamar «fantasmas», «muertos», «muerte» y que ha llenado páginas de libros, cuentos familiares y películas por décadas, fue su tema de estudio, así como es la columna vertebral del guión cinematográfico escrito y dirigido por M. Night Shayamalan para su filme Sexto Sentido (1999). Este director hindú ha reconocido públicamente la habilidad con la cual manejó los personajes de la trama, para tratarla de una manera tan original (sin dejar la imprescindible truculencia) que le valió reconocimientos y nominaciones.


Sabemos que la sociedad estadounidense es la mayor consumidora de «miedos» del mundo. Todo el miedo producido por los “fantasmas” de antaño, en muchas películas que pasaron por las salas de cine, fue dirigido en ésta a un niño llamado Cole Sear (Haley Joel Osment) quien sobre llevó el miedo de toda la audiencia casi de principio a fin. En esta oportunidad, la propuesta no es el clásico vendedor de miedos y escalofríos del tipo Vincent Price, quien espera producir terror en la sala, cuando uno de sus zombies salga de la tumba lleno de gusanos. Ahora se trata de un miedo exclusivo de la trama, distanciado de la audiencia, producido por quien se siente traicionado: un fugaz, pero muy significativo Vincent Gray (Donnie Wahlberg) quien dispara contra el Dr. Malcolme Crowe (Bruce Willis) por no haberlo curado de un miedo infantil. Antes de recordarlo, Crowe nombra en voz alta a varios de sus pacientes, porque Gray representa (en contundencia y fugacidad) al muchacho dador de muerte, fabricado a diario por el sistema social de EEUU; se trata de cualquier Dylan Klebold, Eric Harris, James Eagan Holmes que desde la realidad disparan contra la sociedad que celebra por las calles y no los ha curado de su enfermedad. Los profesionales han fracasado y deben sentirse culpables.


DE LA PSICOLOGIA AL FANTASMA


Hollywood pone a pelear a la ciencia (psicología) con el mundo fantasmal en este filme, favoreciendo a los fantasmas, en apariencia. Esta dialéctica audiovisual nos recuerda los trabajos de Klüber Ross, por los experimentos transpersonales de su vida. Son escenas que nos interrogan (con inteligencia) acerca de nuestros propios dilemas al respecto: ¿Cómo puede existir algo que ya está muerto? ¿Hay otras existencias diferentes a la nuestra? ¿Existen en otro plano, los espíritus que martirizan al niño Cole? ¿Todo niño que sufre «miedos» es porque tiene un sexto sentido para ver el «más allá»? El Dr. Crowe decide trabajar con los miedos del niño Cole, para resarcir las fallas cometidas con el niño Vincent Gray (quien le disparó como adulto). Mientras el Dr. Crowe, aplica su piscología para tratar a Cole, los productores del filme nos aplican una psicología para producir efectos y puntos de vista.


Lynn (Toni Collette) la madre de Cole, aparece en dos escenas con el Dr. Crowe y nunca dialogan. Tampoco se produce ningún diálogo entre el Dr. y su esposa Anna (Olivia Williams), aunque éste intenta establecerlo, pero es sesgado por un aparente triángulo amoroso con un empleado de la tienda: Sean (Glenn Fitzgerald). El Dr. Crowe dialoga sólo con Cole. Apoyando esta estratagema se insertan dos efectos atribuidos a los fantasmas cuando están presentes, ellos son: 1º El frio que se siente; y 2º la extraña inquietud de los animales (el perro de Cole). Ni el niño ni el Dr. son escuchados en sus problemas, por esto se comprenden. La mediación que utiliza el Dr. al escuchar la grabación de Vincent Gray y descubrir la clave, reivindica a la Psicología.


ESTABA DE PARRANDA CON LOS PUEBLOS


El director M. Night Shyamalan ha reconocido que la clave subliminal para identificar al Dr. Crowe como un fantasma (muerto) desde que recibió el disparo de Vincent Gray, estuvo en incluir un objeto rojo en algún personaje de la escena donde éste aparecía. ¿Qué relación existe entre los fantasmas y el color rojo? Si tomamos como ejemplo de la espiritualidad la descripción de los colores del aura, encontramos en el color rojo, más bien, un símbolo de vida y materialidad; nada qué ver con la muerte y los procesos espirituales. El rojo es vitalidad y poder.


Entonces, este detalle del Director, no sólo es coherente con la imagen sino con una motivación política reaccionaria, dado que el color rojo es, precisamente, el emblema del comunismo. En lo subliminal de Shyamalan, va oculta la intención de relacionar a la muerte con el color rojo del comunismo. El Dr. Crowe (comunismo) fracasó al pretender curar a un niño afectado por patologías mentales. Recordemos que había sido premiado por su obra profesional en Filadelfia: capital espiritual de los EEUU. La venganza (Vincent Gray) se cierne sobre él y lo mata (caída de la URSS: 1991), pero no se da cuenta que estaba muerto y desandaba lleno de culpas (partido comunista) y quiere resarcir el error salvando a un niño similar al vengador, quien logra verlo con su sexto sentido (Cole).


La carpa improvisada donde el niño Cole se cubre de los fantasmas es roja. Hay una niña muerta que se comunica con el niño para indicarle los motivos de su deceso; la madrastra que es su asesina va vestida de rojo en su funeral. El Dr. Crowe, por fin, logra hablar con su esposa mientras ésta duerme abrazada a una manta roja y un frío glacial agita su cuerpo, mientras Anna dialoga a ojos cerrados (señal de que los comunistas sólo pueden hablar con los vivos en «sueños»). Crowe ve que su anillo de matrimonio cae de las manos de su mujer y mira el dedo anular vacío; es la señal católica: “la muerte los separó”. Satisfecho —el converso— va hacia la luz (Klüber Ross). La gran diferencia con esta metáfora fílmica es que el comunismo no estaba muerto…


AGRADECEMOS AL SEMANARIO LAS VERDADES DE MIGUEL POR LA PUBLICACIÓN DE ESTE TRABAJO EN EL AÑO 2012
 

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