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EL PROGRESO ESTADOUNIDENSE. JOHN GAST |
Como la gran ventana ideológica del capitalismo,
Hollywood nos ha hecho creer que sin la maldad no podemos vivir, tanto que
detrás de un héroe hay siempre un malo para fortalecer una férrea dialéctica
entre el bien y el mal (llamada religiosamente maniqueísmo) desarrollada por la
cinematografía con intenciones manipuladoras y logros de una perversidad
escalofriante. El héroe hollywoodense es casto en bondad y sus posibles
acciones malévolas están justificadas a plenitud, con las argucias del destino manifiesto con que el
capitalismo, a través de la ideología del Departamento de Estado de USA, nos
dice que son los salvadores del mundo.
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EL PINGUINO SERIE TV |
Innumerables son las películas que llevan
escondido un lema repetido por una inmensa masa de audiencias alienadas: «Te bombardeo, te invado, te humillo, te mato
porque te estoy salvando». En cambio los malos son absolutamente malos. Son
miembros de un Eje del Mal prefabricado
desde la constitución de los personajes de historietas infantiles (Lev Luthor,
Pingüino, Duende Verde). Desde niños y niñas consumimos la idea de que los
malos no tendrían claramente un porqué para ser malos —el capitalismo es el
reino de la felicidad—, basta que cualquier película de Hollywood nos diga que son
malos y como audiencias aceptemos mansa y alienadoramente que esto es real. Los
malos son malos porque Hollywood lo dice y ya está. Desde los inicios de los
famosos “Estudios” en California esto se cumple con terrible designio. Los
héroes del capitalismo fabricados por Hollywood combaten la maldad que ellos
mismos fabrican, o sea, fabrican la bondad, la maldad y a los malos juntos porque
los buenos siempre terminan siendo los capitalistas. Hollywood no puede vivir
sin la maldad; los malos le reportan miles de millones de dólares cada cuadro
de fotograma. ¡Qué bueno es ser bueno! ¿O al revés? Pareciera que tiene muchas formas
de enunciarse.