Nada
más fascinante para el estudio del lenguaje que la escucha, lectura
e interpretación del habla popular, máxime cuando se explora
tomando en cuenta la creatividad. En la cultura occidental, desde la
Revolución Francesa se inicia un lento, paulatino pero constante
reconocimiento del lenguaje salido del pueblo. La real academia de la
lengua de todos los idiomas europeos creó una metáfora para
encasillar las incorporaciones callejeras, barriales o campesinas
denominada “vulgarismo”, de donde devienen lo vulgar, lo mundano,
lo cotidiano, lo popular que ya tienen cierto restringido
reconocimiento por la oficialidad lingüistica.