El mundo se divide en tres categorías de personas: un pequeñísimo número que hace producir los acontecimientos; un grupo un poco más importante que vigila su ejecución y asiste a su cumplimiento, y, en fin, una vasta mayoría que jamás sabrá en realidad lo que ha acontecido.
Nicholas Murray Butler
Miembro del Council on Foreing Relutions (CFR)
Luego
del derrumbe de las Torres Gemelas en Nueva York, Estados Unidos (EEUU), hecho
acaecido en el año 2001, muchos pensamos que cualquier cosa podía ocurrir en la
Pacha Mama. Agitados por los acontecimientos, los espacios de diálogo social se
transformaron en un hervidero cuyas burbujas iban de los criterios a las
especulaciones y sobre todo a las interrogantes y problematizaciones profundas;
fue como si el mundo se hubiese quedado sin respuestas (y sin mentiras).
Una
campanada nos llegó en medio de la credibilidad ganada por el
gobierno gringo. En los primeros días luego del atentado, el historiador venezolano
Agustín Blanco Muñoz analizando aquel trágico acontecimiento en un artículo de
opinión, llegó a la conclusión de que se trataba de un auto ataque producido en
el seno del mismo EEUU. Su aporte se ganó el escepticismo, dada la avalancha de información favorable a la matriz de que
terroristas del grupo Al Qaeda habían perpetrado el hecho.