martes, 30 de junio de 2020

IBIS





Nadie me discutía que los ojos de Ibis eran los más lindos de Lomas de Urdaneta. Si cuando aparecía en el voleibol de la planta, pocos se atrevían a discutirle la estatura, la mirada, el cuerpecito alineado como un astro de firmamento predestinado entre las escaleras del bloque o en el ascensor, cuando yo tenía la posibilidad de olisquear sus perfumes, su aroma de orquídea bienaventurada, las sonrisa que a veces hacía traslación entre los viejos jugadores de bolas criollas y yo que sospechaba no eran más audaces que mis pensamientos sísmicos y el saque suave como para ella desde la raya blanca con el zapato lleno de grifin, al que se le perdonaban todas las infracciones.