domingo, 2 de junio de 2019

HAY UN OLOR EN EL METRO





Siendo gentío entramos. Gentío avalancha, gentío tsunami, gentío deslave, gentío bululú que es el gentío del gentío que pasa por aquí desafiando la puerta electrónica. Es un gentío que es casi contrario a las matemáticas porque no provoca contarlo; lo que provoca es enredarse en ese ser calculado por alguna estadística metida en pedazos en esas máquinas que son como nuestra familia, a las que llamamos torniquetes. Sí, eso: los panas torniquetes. Yo hasta los saludo a veces en susurros para que no se sospeche que estoy loco. Los veo, me les aproximo y antes de atravesar sus brazos de metal les digo: “Epa, ¿Qué tal, torniquete, como andas en este día?” A veces presiento que me contestan metiendo sus respuestas entre el ruido que viaja en toda la estación y se monta conmigo en el vagón.