“En
mi pueblo, cuando hay un trueno, gritamos: “¡Viva Páez!”.
Zobeyda
Jimenez, la muñequera de Píritu, estado Portuguesa.
La
marcada diferencia entre los pueblos y los poderes hegemónicos está en que
mientras los imperios promueven las guerras para impedir las transformaciones
colectivas en nuestra Pacha Mama, los pueblos son preservadores de la paz y
luchan, al riesgo que sea, por conseguirla luego de esfuerzos incansables.
Nadie más belicoso que quienes se creen dueños del mundo, así como nadie más
amante de la paz que los hombres y mujeres de los pueblos que anhelan en su
cotidianidad la preservación de la vida hacia el porvenir. Muestra de ello es
la historia de Venezuela, que tiene en su guerra de independencia, una de las
hazañas más extraordinarias jamás libradas para conseguir la paz de una patria
libre, soberana. En esta contienda insurgió una fuerza en movimiento que tenía
varios siglos represada por las injusticias, donde muchos referentes de lucha
se sacrificaron contra un imperio colonizador y asesino.