martes, 4 de diciembre de 2018

PENSARSE UN PRESIDENTE COMO NICOLÁS MADURO



Gobernar dilapidando los inmensos recursos de la renta petrolera, endeudando al país con los dólares del Fondo Monetario Internacional (FMI) y otras organizaciones multilaterales, imponiendo las políticas a punta de peinilla, bombas lacrimógenas, disparos y otras represiones más terribles contra el pueblo que somos, con el apoyo del Departamento de Estado del gobierno de los Estados Unidos (EEUU: el mayor poder que se haya acumulado en la humanidad), con las bendiciones de la Conferencia Episcopal, el empuje de los grupos económicos internos, un aparato deliberante domesticado por la delincuencia electoral, una Fuerza Armada brutalmente entrenada en la Escuela de las Américas, como lo hicieron los presidentes del puntofijismo durante la Cuarta República (1958-1998), comporta tranquilidades gubernamentales notorias que los mantuvieron 40 años en el poder.