Una camada de escritores y escritoras se venían
colocando desde la última década del siglo XX en la dimensión literaria de
Venezuela, a través de espacios insurgentes e innovadores, signados por una
autopoiesis dinamizadora de las relaciones culturales y comunitarias. Había en la
mayoría un deseo de diferenciarse de prácticas de la cultura oficial
institucional. En Talleres Literarios y otras micro utopías culturales fueron
colocando diálogos e intercambiando metáforas al rompe y raja de una palabra
otra.
El filósofo venezolano Oscar Fernández Galíndez
forma parte de quienes dinamizaron dialógicas en estos escenarios para mostrar
otras visiones y decir diferentes discursos. Merced a su trabajo de
investigación en el tema de la complejidad y a su participación en el grupo
Senderos Literarios de la ciudad de La Victoria, estado Aragua, surge una
lectoescrituralidad vinculada a la metáfora poética integrada al campo de lo
científico, filigranas creando enredaderas de un lenguaje vigoroso y, aunque
impulsado hacia estratósferas elevadas por una visión cuántica, un ojo
fractálico, también tienen hilos sutiles y contundentes asidos a la
cotidianidad.