Ahora
nadie quiere aunque sea que el tipo se llame Lenín, porque su
práctica ofende la memoria de aquel político soviético. En algunos
twits se sugiere que su madre debió ponerle el nombre de Judas. En
estos momentos atrapa los odios de buena parte de la gente que
apuesta a un mundo diferente al que nos tienen acostumbrados los
imperios, sobre todo el capitalismo. Para la minoría pro imperial y
lacaya es un héroe; para quienes defienden a los pueblos es todo lo
contrario: un traidor. Inclusive, este Lenín no le debe caer muy
bien a la mayoría del mundo debido a que, nada más detestable que
un traidor. Y la gota que rebasó el vaso fue la luz verde que
promovió para que agentes del gobierno inglés invadieran la
Embajada en Quito y arrestaran a Julian Assange y así enlodar el
derecho de asilo y el derecho internacional; esta acción se adapta a
los modos imperiales usados en la época actual.