Mi
vecina trastornada por el tiempo
anoche
se puso a cantar como suele suceder
cuando
no se toma la pastilla
Enciende
el pasado y canta
Busca
su salsa y canta
su
ranchera y canta
su
bolero y canta
Abraza
a Oscar de León entre nostalgias
Se
trae a Tony Aguilar entre trompetas
Monta
en su tren atosigante al Benny Moré
y
se pone a cantar como le gusta
como
una contralto inusual
Ha
practicado por años
la
sola nota de su pentagrama en grave tesitura
y
se lanza sus adorables aullidos
En
la sala de su casa
tal
vez recuerda ésta o aquella fiesta
mientras
celebraban el hervor de la tarde
entre
sorbos de alcoholes sonrientes
sumergidos
en onomásticos del sol
Canta
mi vecina sin importarle el apocalipsis
ni
los peligrosos dislates de Joe Biden
ni
la agria cara de constipado “yo no fui”
del amenazante jefe del Comando Sur
ni
los perros de la guerra que ladran
en
la frontera andina de su país
ni
las últimas estadísticas del coronavirus
aunque
cumple las cuarentenas al pie de la letra
Mi
vecina apagó el pasado
La
calle siguió íngrima y sola sin su voz
La
inmensa mascarilla que cubre el barrio
apuró
el silencio acosado
Su
delirio fue abrazado por el sedante
Su
ímpetu huyó a la morada del sueño
Un
gallo siguió cantando por ella
marcando
el momento de incertidumbres