sábado, 9 de enero de 2021

EEUU: PISTAS DEL POST-CAPITALISMO DESDE LA PISTA DE LOS PUEBLOS O “NO SE VAYAN QUE ESTO SE PONE BUENO (1)”

 





Con respecto al calendario, es sólo muy tardíamente que se puede comprobar que el calendario Maya es perfecto, pues, el telescopio sólo se inventó a principios del siglo XVII, es decir, en 1600. En este sentido, podemos afirmar que ellos se adelantaron a este conocimiento. Los calendarios Mayas fueron más precisos que los inventados por la cultura Occidental. Reafirmamos, fueron pintores, escultores, alfareros, escribanos, relatores de historias y narradores. Poseían escuelas de enseñanzas de las artes, de la oratoria, de la poesía, del teatro y de las letras. Había escribanos o escribas, hombres y mujeres que eran muy respetados, eran como los catedráticos de nuestras universidades. En el deporte, tenían … el juego de pelota que respondía a principios rituales y jugarlo requería de la destreza de los dioses del tiempo.

RONNY VELASQUEZ

Antropólogo y Docente universitario venezolano 

 

Definitivamente la política es el arte mayor de los seres humanos y humanas. Causa fascinación verlo desplegarse desde sus más genuinas expresiones en los procesos arengados por libertadores y libertadoras o en la acción de milicianos y milicianas de las luchas de la Pacha Mama; todos y todas signados por la sinceridad, transparencia y entrega a las causas a favor de la humanidad y los pueblos organizados.

Tal vez una expresión causante de particular fascinación y complejidad sea cuando la agudización de las contradicciones sociales tácticas y estratégicas obligan, más allá de ver, a tocar con cada vez más propiedad y sentido a la política, tal y como lo recomienda el genial Nicolás Maquiavelo. Cuando la política agudiza su escenario, siendo el teatro de lo humano y crea un sin número de apariencias de la realidad a través de las relaciones de poder, buscada y encontrada por los sujetos actuantes, quizás está mostrando su rostro más sublime, su cuerpo más interesante, su paso más prometedor de transformaciones, obligando a quienes asistimos a su comprensión a echar mano de todos los recursos de análisis disponibles, con el fin de lograr las mayores y más importantes aproximaciones.

¡JAQUE AL HEGEMÓN!

La elección presidencial llevada a cabo en Estados Unidos (EEUU) que desde el mes de noviembre de 2020 aún no había concluido entrado el año 2021, nos obligan a meter el ojo analítico a fondo para ir desde un mero ver de asomados o curiosos, a tratar de tocar el fondo de una maraña intrincada que promete pistas importantes para continuar en el terreno de las luchas de los pueblos.

El día de reyes fechado 06 de enero de 2021, cuando toda la Pacha Mama está políticamente mucho más interesante desde las movilizaciones y expectativas organizativas y sociales frente a graves problemas como la pandemia del COVID-19, en el Capitolio de EEUU se llevó a cabo un acto de reconteo de votos que para muchas personas había sido un proceso totalmente desconocido porque en elecciones anteriores se trataba de una mera formalidad, hasta que el candidato Donald Trump tomó como táctica, problematizar los resultados electorales porque le fueron adversos.

LA COMEDIA VISTA DE LEJOS

Es casi imposible dejar de ver lo sucedido en EEUU como un Show. Quienes gobiernan a ese país y controlan los intrincados hilos sociales, económicos y políticos habidos con el capitalismo mundial (de fuertes nudos bélicos), han propiciado esta manera de percibir a su sociedad: les conviene que sea así. Pareciera que las contradicciones habidas internamente son manejadas desde cíclicos y compulsivos procesos de banalización de la política, con el fin de perpetuar su dominio y controlar a la sociedad; tienen un lema secreto: “la política es cochina, nosotros la manejamos por usted”.

El Show del 6-E-21 era totalmente esperado. Ha sido canalizado por las élites y sus agentes con una técnica de control de masas denominada “Válvula de Escape” que en la historia política de EEUU ha tenido momentos estelares. ¿Por qué la utilización de este recurso? Resulta que Donald Trump –virtual presidente saliente- en su gestión (2018-2021) exacerbó al máximo las contradicciones internas de esa sociedad, sin mostrar caretas liberales ni discursos democráticos ni mesiánicos hacia el resto del mundo, con acciones que han girado desde lanzar papel higiénico a Borinquen luego de un cataclismo natural, pasando por apuñalar aún más el bloqueo genocida a Cuba y Venezuela, hasta cortar todo lazo con tratados internacionales en favor de importantes cambios planetarios y aumentar la escalada bélica en el Medio Oriente contra Siria, Irán, Irak, Líbano.

Internamente Trump ha promovido, con una práctica cínica y burlesca, el resurgimiento de voceros, grupos y activistas de una política supremacista cuyas últimas expresiones se habían extendido desde tiempos de la segunda post guerra desencadenada en la llamada Guerra Fría, hasta las reyertas callejeras por los derechos civiles. Una especie de neo-macartismo ha cogido cuerpo socialmente, con el ingrediente de que los juicios contra los ciudadanos sospechosos se están ejecutando en las calles bajo una permisada ley marcial. El racismo, la xenofobia, el ultranacionalismo puestos en boca de la figura del Presidente de EEUU contra sectores sociales internos, ha colocado la presión social en un punto de ebullición: actitud de esperarse de toda estrategia fascista.

Volvieron a las calles de EEUU con toda impunidad los viejos capuchones del Ku Klux Klan (KKK) con fanáticos dentro, las antiguas hordas de cruzados contra los ciudadanos afroamericanos, las bandas activas promotoras del odio contra los abyayalos y personas de otras nacionalidades, los aniquilamientos a la luz del día con impunidad aprobada desde la Casa Blanca, los cientos de miles de grupos paramilitares regados por todo el país (en su abrumadora mayoría de las derechas), y el tradicional agitador de a pie que había sido controlado por la promoción del odio hacia lo externo y que ahora espeta su resentimiento contra quienes están en la esquina de su barrio por el delito de verse diferentes.

Era necesaria la presencia en la Casa Blanca de un representante de los arios mundiales como Trump, para encargarse de colocar en el controlado debate social, la urgente necesidad de una vuelta a las antiguas formas y prácticas contra lo considerado no-blanco, no-ario, no-puro, ya que el manejo de la curva reaccionaria racista como influencia étnica en la sociedad ha descendido dramáticamente hasta tal punto que, esa costumbre de tratar a los sectores sociales no-blancos como “minoría” se ha ido transformando en un evidente eufemismo. De no cumplirse los atroces planes supremacistas de segregación, apharteid, exterminio y expulsión de ciudadanías y pueblos, hasta ahora convivientes en EEUU bajo el pisoteado emblema del "american way of life", la influencia aria-supremacista-blanca quedará en un punto de no retorno y desaparecerá en los próximos veinte años. Una babel popular se impondrá definitivamente en ese país.

La misión de Trump ha sido meterle presión al máximo a esta realidad y colocar provocadoramente a todos los grupos sociales al borde de una confrontación civil. Los arios esperaban un positivo escalamiento del discurso supremacista de Trump que se ha materializado de manera sorprendente y favorable, en la importante cantidad de votos recibidos. Y también esperaban un arrinconamiento de resistencias y de movilizaciones de ciudadanos y ciudadanas en su contra que mermara esas manifestaciones en los comicios de noviembre 2020, mas no ha sido así. A pesar de las presiones y chantajes (sobre todo del COVID-19) por parte de los arios, la avalancha de votos a favor de un cambio de gobierno ha sido contundente y manifiesta. Ni siquiera alcanzaron el recurso del “empate técnico”. En resumidas cuentas, los supremacistas perdieron y con ellos toda esa larga fila de reaccionarios, cipayos, gusanos, pitiyankis que pululan interna y externamente en favor de las políticas imperiales.

Trump debe irse; desde la misma noche posterior a las elecciones se sabía; todos en EEUU lo sabían, pero… ¿Cómo recoger las aguas servidas a los intereses más reaccionarios, regadas por su gestión a lo largo y ancho de ese país? ¿Adónde buscar el coleto que seque los instigadores líquidos tumefactos de su discurso de confrontación civil interna ya empozados como real posibilidad en las acciones políticas y sociales? ¿Cómo sacar a Trump sin que su apetito ultraderechista desencadene una fuerza contraria a los intereses del mismo hegemón, como siempre ha sucedido con los experimentos fascistas?

Como es sabido por muchos, la versión más conocida de la actividad deportiva llamada beisbol fue acuñada en EEUU. Es ya tradicional en las denominadas “grandes ligas”, cuando un equipo va a cambiar o construir un nuevo estadio o finaliza sus actividades porque ha sido vendido a otra franquicia, que los antiguos dueños permitan a los aficionados en el último juego, destruyan el estadio porque será demolido. Muchos hablan de “venganza controlada de los fanáticos”, otros de “contribución con los constructores” o de “válvula de escape”.

En el estadio del juego político estadounidense de este momento, los dueños del teatro de operaciones de la estructura geopolítica gringa, les están permitiendo –antes de irse- a los (bien llamados) fanáticos arios-supremacista, destruir el tinglado que ellos mismos fabricaron. Si bien observamos cómo se produjo la instantánea escalada al Capitolio en Washington, detallaremos que estuvo dentro de los cálculos y estimaciones. A saber: llamado de Trump al vicepresidente Pence con el objetivo de detener a los senadores en su labor de reconteo y (ante la negativa de Pence) llamado a sus partidarios a ejecutar el acoso al Capitolio cantando “fraude”; fueron echados algunos gases tóxicos para dispersar a los primeros asaltantes; empujones de los fanáticos para franquear el cerco policial que, a los pocos minutos, dejó pasar casi sin restricciones a los asaltantes; empinamiento a través de paredes y muros por parte de grupos tipo comando; ocupación de las instalaciones, salones y oficinas por tipos armados; movida (y tal vez pérdida) de ornamentos; agresión con violencia histriónica, teatral, bufónica a los trabajadores de los medios de información y a sus equipos; difusión de declaraciones desmedidas de asaltantes por las redes para descargar la presión; disparos de armas de fuego que supuestamente causaron la muerte de cuatro personas (en las guerras gringas se le llama daños colaterales); huida del vicepresidente Pence en un helicóptero y escapada de los senadores a un sitio de resguardo en el Capitolio; decreto de toque de queda durante quince días por parte de la alcaldesa de la ciudad; llamados de altos funcionarios de aplicar la 25 enmienda de la Constitución de EEUU para destituir a Trump en veinticuatro horas; llamado de Trump a sus fanáticos a mantener la calma; regreso de los senadores a continuar su trabajo de reconteo. Salida la presión social y ya es hora de cerrar la válvula.

LA TRAGEDIA VISTA DE CERCA O EL SHOW DEBE CONTINUAR

Mientras este ensayo es leído, ya los senadores deben haber ratificado el triunfo de Joe Biden en las elecciones de noviembre de 2020, bajo la (cínica) promesa de Donald Trump de permitir una transición “pacífica”.

La trágica realidad de la sociedad estadounidense es evidente. Tras este berenjenal se esconde una aguda contradicción entre los grupos de poder donde la concepción de ciudadanía importa muy poco (apenas y quizás hasta otras elecciones, si acaso Biden termina su gestión). A sabiendas de que las políticas de todos los presidentes, sean del partido que sean, van enmarcadas en una concepción de dominio mundial, hoy repujadas con la gubia de una “guerra infinita”, lo sucedido con esta gestión supremacista a lo interno ha dejado una marca profunda en la sociedad estadounidense.

Los sectores supremacistas –ahora envalentonados y promocionados con evidencias- continuarán su labor de zapa, en el marcaje de la gestión que se inicia, instigación y práctica permanente de la violencia racista y xenófoba, promoción del armamentismo y el belicismo a mayor escala, provocación de ataques y medidas coercitivas cada vez más duras contra Cuba, Venezuela, Nicaragua, Bolivia, Irán, Siria, Líbano, China, Rusia; apoyo a todo grupo cipayo que pretenda socavar la gestión de gobiernos considerados “enemigos”, asalto a objetivos bélicos y económicos, asesinatos selectivos de líderes impulsores de otras políticas.

Sin embargo, no son estos los mayores signos de la tragedia que se viene sobre el pueblo estadounidense (que, aunque usted no lo crea, existe) y sobre todos los pueblos del mundo. La mayor tragedia gravita escondida, invisible, oculta en el caos provocado por el asalto al Capitolio Federal de EEUU donde se arengaba una confrontación civil; se trata del vil monstruo de la DICTADURA. Signos inequívocos lo indican.

En la década de los años 60 del siglo XX, un conocido científico estadounidense convocó a un encuentro acerca de un factor temático que desde estas páginas llamaremos “ELEMENTO E”, el cual definiremos en próximas entregas, cuya motivación hizo coincidir a sus miembros de que, para desarrollarlo mundialmente era imposible hacerlo en democracia, por lo que era necesario implantar una Dictadura.

Todos los ensayos habidos desde 1945 sobretodo, en donde las políticas intervencionistas del gobierno de EEUU hayan afectado a los pueblos, gobiernos y países, han llevado como elemento esencial la implantación de una dictadura. Es lógico que la mayor experticia que tenga este cancerbero mundial hacia la extremaunción de la democracia desde el despliegue de sus políticas internas hoy, sea su amancebamiento permanente con la dictadura. En el Abya Yala estas políticas de intervención gringa quedan demostradas sobre todo en Chile, Argentina, Uruguay con grave secuela de genocidios.

Antes del intento de burla y escamoteo a sus propios procedimientos democráticos y electorales perpetrados por Trump, ya los agentes de EEUU y sus cipayos han ensayado esos guiones de poca variación y vergüenza en países como Venezuela, Nicaragua, Bolivia, Argentina, Brasil. Que los sectores ultra reaccionarios canten fraude hoy en las elecciones gringas no es más que el calco ya ensayado en estos países. La progresiva y definitiva vulneración de éstos y otros procesos democráticos auguran en un futuro una dictadura. En este tránsito, uno de los éxitos de Trump consiste en haber asomado el gruñido de esa hiena totalitaria que sectores del armamentismo anidado en el Pentágono ya deben tener ensayado en sus Teatros de Operaciones y bien colocados en sus próximas agendas de discusión.

GUERRA INFINITA POSTCAPITALISMO DICTADURA INFINITA

Una dictadura en EEUU colocaría al resto de países en el mismo tono político. Mientras ese gobierno dictatorial se encarga de aplicar un exterminio masivo a los grupos sociales diferentes, sin las restricciones de formalidades democráticas, el belicismo hacia afuera garantizaría, a través de infinidad de acciones de chantaje, coerción y presión aceptados por sectores cipayos, la progresiva promoción de ese pensamiento único que hasta ahora ha tenido dificultades en reproducirse.

El esquema de dictadura infinita postcapitalista tiene como finalidad un retroceso a una ECONOMÍA ESCLAVISTA. El imperio que apenas asoma su verdadero rostro, tendrá como apoyo nada desestimable, el monstruo tecnológico hasta ahora desarrollado y en plena expansión para los controles sociales a través de constantes experimentos científicos, dispuesto a colocar la ilusión de una “certeza eterna”, abandonando toda probabilidad de incertidumbres y caos sociales que puedan transformar las sociedades.

La idea a futuro no tan lejano parece ser, el montaje de enclaves plus capitalistas selectivos en forma de nuevas ciudades amuralladas tipo medieval que gozarían del exclusivo usufructo de los ya desmedrados recursos naturales de la Pacha Mama, rodeados de vastos sectores controlados por formas de economía esclavista, en los cuales serían expoliados millones de seres en condiciones infrahumanas. En este esquema, la noción de país desaparecería y el exterminio sería la única forma de diálogo probable para los pueblos.

Un gobierno mundial, posiblemente instalado en Israel, que fungiría de nuevo cancerbero, dictaría las medidas a todo el orbe con fórmulas totalitarias, una vez sometidas las resistencias, económicas, ideológicas y militares de otros sectores de influencia mundial, diferentes al capitalismo en extinción. La instalación de variadas formas de oasis virtual y otras maneras de sobrevivencia infrahumana en los desérticos lugares de una Pacha Mama destruida, estaría a la vuelta de la esquina con ensayos ya realizados; verbigracia: Las Vegas, Disney World.

¿Y A TODAS ÉSTAS ESOS PUEBLOS QUÉ?

Hay un espacio de la Pacha Mama, siempre mayoritario, acusado de diversidad, complejidad y ecología, amenazado por los agentes del post-capitalismo: los pueblos. Poseídos de las fuerzas subjetivas, emocionales, caóticas y espirituales, los pueblos son los llamados en forma organizada a resistir y enfrentar la vuelta al esclavismo de las clases minoritarias y sus aliados. Para esta tarea sus juventudes deben colocarse lentes de novedosa visión con el aumento de los referentes libertarios y emancipatorios. Esas juventudes deben distanciarse de formas anacrónicas de ver y actuar en la política, ancladas en la modernidad, para cumplir con el remozamiento y fortalecimiento de la democracia y los caminos emancipatorios hacia la paz: dimensiones éstas, fuertes y definitivas perturbadoras de la avanzada post-capitalista.

Es de permanente y urgente necesidad el estudio y la reflexión de la realidad social mundial para incidir en lo interno, cuestión donde los imperios han llevado excelentes ventajas. Todo ombliguismo político está condenado al fracaso. Para los pueblos, desde su ubicación continental, parece imprescindible fomentar, promover, aupar formas de fortalecimiento interno como unidad cada vez más diversa, y por igual estrechar con redes de vínculos externos que posibiliten el diálogo desde la Pacha Mama, su sanación planetaria, su preservación viviente.

Hoy que el hegemón se quita la careta democrática a la que se obligó por la antigua y perenne lucha y resistencia de los pueblos, y así mostrar su rostro fascista y esclavista, los pueblos tenemos la dura tarea de inventar, de crear, de gravitar en las diferencias, diversidades, complejidades, incertidumbres y así, desde nuestras historias de luchas, dialogar con el porvenir en ese ir venciendo las batallas siempre necesarias del día a día. Es necesario repetir que la hegemonía capitalista, como lo predijo Marx, está destruida, aunque hoy busca salvarse en un retroceso que de seguro va a ser suicida porque adónde habrá de ir con su concierto de miserias sin el ideal humano. Es deber de los pueblos impedir que esa muerte nos lleve y, por el contrario, posibilitar más vida para un porvenir de transformaciones y emancipaciones.











(1) Frase de Eloy “Buck” Canel (1906-1980), ciudadano estadounidense nacido en Argentina, narrador de béisbol.