A mi Papá
Asombrando
siempre, mi Papá fue un excelente jugador de dominó, lo cual significa que fue
un secreto sabio de las matemáticas, aunque no pasó del cuarto grado de la
instrucción básica. Al leer el libro El
Hombre que Calculaba de Malba Tahan, supe que él estaba en esas páginas
contando bandada de pájaros al vuelo, manada de caballos al trote, granos de
maíz que caían al saco como cascada tornasolada. Se conocía las veintiocho
piedras como si mi abuela lo hubiera parido con ellas – y esa caja rectangular
de madera en que vienen resguardadas con olor a depósito de bazar de chinos. Daba
gusto verlo haciendo el ritual de invitar a los amigos, compadres o vecinos a rodear
las cuatro esquinas de una mesa de pantry de tapete verde que teníamos para
todo.