viernes, 29 de junio de 2018

JENNEFONTE


¿Cómo volverse sonrisa? ¿Cómo estar en esos labios? ¿Antes de ser lo que terminó siendo, dónde estuvo antes? ¿O era que no estaba? Y si no estaba ¿De dónde salió? ¿Dónde se encontraba? ¿En el caballete? ¿En la paleta? ¿En el pincel? ¿En el menjurje de colores? De pronto se encontró siendo interrogante pero buscando ser respuesta. Pudo muy bien ser acertijo pero se hubiese quedado atrapada en la incertidumbre de alguna o todas las inteligencias. Sin conocimiento de sí nadie es. Sin encontrase a sí nadie llega a identificarse. Para dejar de ser interrogante hay que llegar a ser cadena de indicios que aparejen una respuesta, aunque puede haber respuestas sin preguntas o que atiendan muchas preguntas. Pudo tomar la opción de ser presentimiento pero su intensidad le sumergió en muchos sentires cuya profundidad fue el símil de la infinitud. Y si alguien se preguntara cómo llegó hasta el genio, pudiera alumbrar tanto pero tanto, tanto, hasta quemarse o enloquecer en la desquiciante tarea de hablar todos los idiomas o esconderse en todos los silencios a la vez hasta acallar al universo. Lo cierto es que bogando como si la punta de las pinceladas fuesen un pequeño océano cruzado por bravíos oleajes, encalló con dulzura en el lienzo y se metió no sólo en el alma de aquella mujer, más allá, mucho más allá de todas las ambiciones humanas, hasta quizás alcanzar las huellas del comienzo del mundo y se quedó en ese enigma que somos todas y todos. Aunque en la pequeñísima ciudad donde habitan entendimientos, exactitudes y esquemas se dice que una ninfa posó para el genio una y otra vez hasta lograr un prodigio venido del cielo, de las escuadras y de las tangentes; otros desconocidos indicios venidos de barrios ocultos aseguran que ha sido un intento soberbio de lo sospechado en el corazón de los amaneceres por siglos inalcansables, y luego detenida en ese sonreír flotante que ni la fama, ni las fotografías, ni el hastío de las nuevas juventudes, ni siquiera el olvido de los traficantes de la avaricia pudieron marchitar, sigue conmoviendo el podrido estanque de la razón. 










Del libro inédito LIMBIC@S: Buscan contextos para llegar a ser textos.