«Siempre
hemos creado nuestros propios sustos.
A
quien quiera asustarnos desde afuera
le
sacaremos nuestros diablos».
O.
R. P.
Quién
haya ido a la escuela primaria o al liceo con regularidad, ha sabido
de ciertos mitos que llegan en boca y susurros de cualquiera, para
convertirse en ejercicio colectivo, a espaldas de la actividad
diaria. ¿Quién alguna vez no vio en manos de compañeros y
compañeras de clase la tabla de “La Ouija” o “La Botella del
Demonio” o “La Cadena de los Espíritus” pasar de mano en mano
y de rincón en rincón, para conformar improvisados círculos
esotéricos buscando el escalofrío, el susto o la pesadilla
nocturna? ¿Cuántos y cuántas, luego de una sesión
secreta, no llegaron al siguiente día
echando un cuento de que vieron una sombra extraña en la puerta de
la casa o escucharon susurros entre los trastos sucios u oyeron pasos
del baño a la habitación?