miércoles, 22 de mayo de 2019

¿QUÉ NOS ESTÁ PASANDO EN LA GUERRA DEL LENGUAJE?



“… el lenguaje convencional propio de la era de la comunicación, ese lenguaje lleno de clichés y de frases hechas, ese lenguaje oído a diario y que ya no dice nada, ese lenguaje no nos deja ver ni hablar, porque nos lo da todo visto y nombrado. El lenguaje de nuestro mundo es palabrería, cháchara insustancial, una especie de rejilla convencional y falsa que nos impide ver, que nos impide expresarnos y que nos impide la comunicación”.
Jorge Larrosa 
 

Una de las zonas de dominio de los poderes imperiales sobre los pueblos es el lenguaje. Desde distintas posiciones en los medios y con diversas estrategias, los agentes imperiales, a través de sus laboratorios de guerra constante imponen el lenguaje del sometimiento. Fue así desde las antiguas Grecia y Roma poderosas, pasando por los reyes medievales hasta la modernidad que aún estira su voz manipuladora para hacerla llegar con poder a nuestro momento.

METRO Y REVOLUCIÓN



...hoy sabemos que para efectuar la destrucción de la experiencia no se necesita en absoluto de una catástrofe y que para ello basta perfectamente con la pacífica existencia cotidiana en una gran ciudad. Pues la jornada del hombre contemporáneo ya casi no contiene nada que todavía pueda traducirse en experiencia: ni la lectura del diario, tan rica en noticias que lo contemplan desde una insalvable lejanía, ni los minutos pasados al volante de un auto en un embotellamiento; tampoco el viaje a los infiernos en los trenes del subterráneo...”
Giorgio Agamben



Cuando el Metro de Caracas fue inaugurado en el año 1983, se proyectó como una de las instituciones de más prestigio en la sociedad venezolana. Con un compás de espera de 10 años, en donde disputó su construcción con algo llamado monoriel y mereció hasta una canción de la Orquesta Billo, el pueblo caraqueño se rindió ante la expectativa de una obra que venía a solucionar los problemas de transporte confrontados por una ciudad cuyo crecimiento desbordaba al transporte público de entonces. El entusiasmo era variado conforme la obra se acercaba pues levantaba todo tipo de comentarios, visiones, criterios que no eran más que el nerviosismo de asumir un sistema que iba a dialogar a diario con la dinámica popular.