… durante siglos
No fui más que poeta
Asiduo concurrente de los círculos místicos
¡Pero me he transformado
En un volcán en rebelión
En el siglo XX!
Samih al Qassim
Poeta palestino
La
realidad opresiva de los pueblos es siempre abominable, porque las hegemonías
han sido crueles y miserables con la gente sencilla que anhela vivir y
reproducir el vinculado cosmos que somos. Desde la división social del trabajo
hasta hoy, los imperios han sabido romper las articulaciones que nos unen y
fragmentado el vivir a través de controles homogenizantes donde, por medio de
la violencia, se subyuga la diversidad cultural. Pueblos enteros de Europa fueron
oprimidos, expoliados y demolida su memoria histórica, posteriormente embutida
en lo que han dado en llamar “eslavos”, que no son más que culturas
maltratadas, violentadas y manipuladas por los poderes hegemónicos de siempre. Esta
perniciosa herencia llegó idéntica al África, Asia y América. Esta realidad aún
la padecen los pueblos del planeta y viva muestra es Palestina. Y como el arte emerge
en las buenas y en las malas, en el responso íntimo y en la proclama encendida,
en el solaz y en la marcha, en la frugalidad y en el combate, una visión de
esta dura realidad, desde la cinematografía, la realizó el equipo que dirigió el
artista israelí Eran Riklis en el conmovedor filme El Árbol de Lima (2008).