miércoles, 18 de enero de 2017

¿QUIÉN LE TEME A LA EDUCACIÓN POLÍTICA?


«Y ahora, camaradas de la Revolución Bolivariana, para esperar al comandante Presidente que viene de Rusia, los invito a menear el culito con este reggetón».
El Chino Martínez



LENIN
En Venezuela y el resto de países del mundo se habla en este siglo XXI, con mucha insistencia, de la baja calidad de la educación. Los últimos tratados y acuerdos regionales y mundiales apuntan a dirigir sus metas y sentidos al desarrollo de una educación de calidad y a elevar este renglón. Cuando estas intenciones se revelan y profundizan es bueno decir que se refieren a la educación con fines académicos. Como ya sabemos, este tipo de educación responde a mallas curriculares diseñadas por expertos de cada país y se imparten desde acciones pedagógicas docentes en instituciones hacia los distintos niveles. Esta educación tan igual que cualquier otra intención educativa social es profundamente política, jamás es neutra porque su concepción e intención curricular responde a intereses de las clases que la promueven.

Este tipo de educación encerrada en paredes de escuelas, liceos y universidades ha sufrido un evidente y pronunciado descentramiento de sus fines educativos. Ya no son estas instituciones y sus directivas lo que fueron como centro de la producción de conocimiento (tan igual como el libro) y perdieron esta centralidad porque otras alternativas han surgido para ocupar espacios importantes como mediadores centrales de los procesos de aprendizaje: los medios audiovisuales son un ejemplo de estos nuevos centros del saber. Este debilitamiento de la institución académica como centro de los procesos del conocimiento ha ocasionado en todo el mundo que las reproducciones educativas, para refrendar los procesos de dominación hegemónica en otros espacios de conocimiento, se tornen un tanto diferenciadas de los procesos escolares que por lo general han sido marcadamente autoritarios. Sin embargo, aunque los procesos escolásticos continúan permeando los procesos de toda la educación, por el enraizado poder que aún cobran en las sociedades, el descentramiento educativo referido es una de las causas por las cuales se ha presentado la fuerte crisis en las instituciones educativas que inciden en lo que llamamos calidad. Esta crisis siempre la supo armonizar la educación ejercida desde la participación política en la cual hay un decurso que pudiéramos llamar hasta glorioso.




LA HISTORIA DE LAS OTRAS EDUCACIONES

JURAMENTO DEL MONDE SACRO
Por fortuna hay establecidas importantes diferencias entre la educación académica (aun teniendo o generando políticas) y lo que llamamos EDUCACIÓN POLÍTICA que en realidad son otras educaciones por la diversidad intencional que ésta despliega. La central y marcada diferencia que podemos señalar entre estas dos dimensiones educativas estriba en el tipo de incidencia que ambas tienen hacia los sujetos y sujetas que la reciben. La educación académica es un trayecto planificado por el tipo de estado que gobierna y tiende a la reproducción de los intereses de quienes la promueven, diseñan y ejecutan; tiene una fuerte influencia de conocimientos generalizados, masificadores y homogenizantes y produce ascensión y consolidación social porque a través de ésta se busca un título.

La educación política (o educaciones) es una dimensión mucho más compleja que se despliega por intereses diversos y muchas veces distanciados de los fines de la educación académica (así reproduzca algunos de sus métodos) teniendo como fines el fortalecimiento de las ideas y conocimientos de manera más personalizada en torno al ejercicio de la ciudadanía, la asimilación y comprensión de los cambios y transformaciones de la sociedad, la incidencia en la toma de decisiones sociales a través del ejercicio de los poderes públicos, la militancia o participación militante en organizaciones de diversa índole ideológica y contextual, desde un partido político a un centro cultural. Esta dimensión educativa es intencionada por las ideologías y coloca a los individuos en diferentes aceras de la sociedad.

Como un hecho muy significativo podemos señalar que la crisis, extravío y merma de la calidad de la educación académica que hoy se denuncia ha estado presente en un mismo sentido en la educación política y así parece haber sido en el pasado. La época más encantadora de la educación académica que marca el período llamado de la modernidad, en donde pudiéramos tomar como parámetro de su declive al llamado Mayo Francés del año 1968 fue acompañado de esfuerzos tremendamente cualitativos en la Educación Política. Todos los procesos habidos luego de la Revolución Francesa y posteriores movimientos influenciados por su estallido que incluye nuestras luchas independentistas, la insurgencia del pensamiento de Marx y Engels desde la práctica de la Liga de los Justos y todas las revoluciones influenciadas por estos hechos fueron acompañadas de procesos de formación política extraordinarios de una calidad educativa estupenda que en no pocos casos superó las expectativas académicas. Hubo incontables personas que se formaron en el fragor de la educación política marcada por la participación de la calle en organizaciones alternativas insurgentes que nada tenían que envidiar al obtenido a través del proceso académico, incluso en la mayoría de los casos se complementaban ambas experiencias de conocimiento y aprendizaje. Aunque se produjo por mecanismos discrecionales de los currículos autoritarios la discriminación y exclusión hacia las comunidades populares, sin embargo, sobre todo en las últimas dos décadas del siglo XX, la educación política habida en la calle llegó a superar a la encontrada en las mallas curriculares institucionales.

Hubo una dialéctica que creció desde un principio de estos procesos entre la educación encerrada en las instituciones y la educación de la militancia política que se desarrollaba en la práctica ciudadana y aquí el partido político (sobre todo el ideado por el dirigente soviético Lenin) tuvo decidida influencia en esta cualificación. Ser militante de un partido político, sobre todo durante el trayecto del siglo XX que llega hasta finales de la década de los años 60, aunque no se tuviera un grado académico, era de gran prestigio personal y social porque era sinónimo de ser una persona estudiosa, sabia y con sólidos aprendizajes y valores; sobre todo si se era militante del partido comunista o de las organizaciones anarquistas. ¿Por qué hoy la realidad es diferente?

¿QUÉ LES PASO A ESTOS TIPOS?

Somos comunistas formados a retazos.
El Viejo Polo

QUINO
Mientras la bella periodista Isbelia (Ruddy Rodríguez), personaje del filme «Amaneció de Golpe» (Azpúrua, 1998), indagaba acerca del Sacudón del 27 de Febrero 89 mirando un video en el televisor de su casa, recibió dos terribles sorpresas a un mismo momento: la primera es que su marido Miguel (Daniel Lugo) le confesó que la estaba dejando por otra mujer y la segunda es que estalló la rebelión militar del 4 de Febrero 92 y ellos vivían cerca de un fortín militar. En una breve tregua del tiroteo que los rodeaba, ella le pregunta cuál es el motivo de su decisión y él responde con vaguedad palabras como fastidio, cansancio por el trabajo social que ella realizaba como periodista. Isbelia lo mira sorprendida y le replica con una interrogante sentenciosa: “¿Coño Miguel, qué carajo te pasó?”.

Esta interrogante es un buen punto de partida para analizar lo que ha sucedido con ambas dimensiones sobre todo con la educación política. La película de Azpúrua plantea de manera pertinente, desde un hecho concreto, la debacle de la formación política de varias generaciones. Mientras Isbelia rasguña a la realidad algo de formación política en lo sucedido durante el Sacudón para explicarse la realidad, su marido hace largo rato colgó los guantes de lucha social y se entregó a la costumbre y al tedio. En la misma película el adeco Anibal (Héctor Mayerston) se hallaba en una de sus tantas borracheras cuando escuchó las primeras bombas y así se encontraban en Venezuela muchos militantes de los partidos que chupaban de la cuarta república cuando los sorprenden los cambios y transformaciones que hoy desplegamos como pueblo con fuerza socio política impresionante. Había entonces en la realidad venezolana, una clase política carcomida por el ejercicio demagógico que andaba de pea en pea, criticada con riesgosa terquedad por militantes de un tejido social organizativo inusual, alternativo y diverso en donde se pulsaba por los cambios y transformaciones desde abajo, siendo bases, tratando de ser pueblo (donde la gente se educaba en lo político como vaya viniendo) y por último había gente, mucha de clase media, andando en su cotidianidad alienada por el largo trayecto cuartarepublicano que ofrecía, mucho más que hoy, profundas grietas éticas. ¿Qué sucesos mediaron entre aquella moderna historia de brillantez política y este tétrico pasado que se hace reciente e inmediato?

Los complejos procesos habidos en las luchas por la democracia a todo lo largo de las décadas de los años 50 y 60, luego de la derrota del fascismo alemán durante la segunda guerra mundial (1945), que trajeron el enfrentamiento de los pueblos y sus organizaciones socialdemócratas y radicales (muchas de tendencia burguesa) contra dictaduras militares y todo tipo de saboteos perversos, trajeron como consecuencia estupendas victorias de sentida y táctica relevancia, pero junto a éstas ocurrieron hondas y devastadoras derrotas en el orden estratégico que golpearon el movimiento popular mundial. A pesar de las derrotas continentales insurgentes de los años 60 del siglo XX, la victoria y mantenimiento de la Revolución Cubana (1959) es de notoria y grata relevancia estratégica que ha mantenido (con sus reflujos) un afán por la educación política de muchos grupos y personas, sin embargo, cuatro graves derrotas del movimiento político libertario afectaron decisivamente la educación política del campo radical y el visible fortalecimiento de las luchas sociales con aliento transformador; fueron en orden de aparición: 1º el asesinato del comandante Che Guevara (1967); 2º el derrocamiento del gobierno de la Unidad Popular (UP) en Chile(1973); 3º la derrota electoral del sandinismo en Nicaragua (1989) y 4º la desaparición de la Unión Soviética: URSS (1991). Consagrando la brevedad, el Che significó un paradigma moral de alta factura para las luchas radicales, el gobierno de la UP representó una esperanza por ser una vía electoral hacia el socialismo, la revolución nicaragüense fue el ejemplo político a seguir por generaciones advenedizas; y con el fin de la URSS, luego de más de 74 años, se derrumbaba un importante contrapeso frente al capitalismo en el mundo. Estas graves condiciones, aunadas a la pérdida de prestigio del partido político y al ocaso de la militancia orgánica de los comunistas como referencias únicas de lucha, sumados a la ofensiva de las políticas neoliberales de los agentes del capitalismo en todos los países, afectaron la militancia radical en todo el planeta. La desmoralización, postración, postergación, confusión cundió en militantes de muchas organizaciones tradicionales y grupos que surgían. Quienes defendían las vías políticas formales e institucionales (como los adecos y sus acólitos en Venezuela), a pesar de su inmoralidad, aprovecharon la oportunidad para desalentar, confundir, tarifar y desmoralizar a quienes entonces se hallaron sin asidero político. Muchos cayeron en la trampa, pocos grupos y organizaciones mantuvieron la moral revolucionaria y popular.

ENTRE LA VIGENCIA DEL LLAMADO DE PIO TAMAYO Y LA ENTROPÍA POPULAR

"EL CHE" DE RICARDO CARPANI
Recordemos que en aquellos carnavales de 1928 en Caracas, un tocuyano de nombre Pio Tamayo (mil veces traicionado en estos días), durante la coronación de la reina de los estudiantes llamó —en bella metáfora— a salir a las calles para buscar a su novia perdida llamada Libertad. Hoy pareciera que la Revolución es aquella novia de Pio Tamayo que anda suelta por las calles —desatada y maravillada— junto a un pueblo en plena participación y lucha; pero quienes parecen no verla son los “dirigentes del proceso” que andan ciegos y faltos de educación política debido a las incidencias ya descritas. Esta situación queda evidenciada cuando vemos que de las instituciones parece no haber mucho interés en promover un proceso de educación política integral y orgánica que vincule los esfuerzos de las organizaciones autónomas del tejido social con la complejidad política que genera el proceso junto al Presidente Chávez como genuino líder.

Un PSUV, como real heredero de Acción Democrática, hundido en un marasmo pragmático que los embrutece políticamente en la subordinación y en la peor interpretación del centralismo democrático, una institución cultural sumida en el efectismo y los espectáculos donde han entrado por la puerta grande los camaleones del reggetón con los cuales la música nuestra junto a todas las manifestaciones populares son traicionadas, un poder ejecutivo donde hay muchas cabezas pensantes y corazones sensibles que se encuentran ocultos y atrapados en la pastosidad de funciones, una política de medios públicos ausente de directrices hondas y analíticas, donde por el contrario se subestima al enemigo histórico haciéndole el juego con ridiculeces, escatologías, galimatías, estupideces, que contribuyen a un muy peligroso proceso de banalización del acto político que sólo conviene a futuro a los sectores fascistas de la llamada oposición, son éstos centrales escenarios las trabas para el dimensionamiento de un trayecto de educación política que allane los anhelos revolucionarios del pueblo que somos.

¿Cuáles pudieran ser las dimensiones de este despliegue de educación política que fortalezca a la revolución y al pueblo en unidad? Nombraremos sólo tres que como pueblo siempre hemos practicado con mucha dificultad pero con calidad, a saber: 1º Resignificar la categoría pueblo al participar como tal. Con esto se deja de pensar (fragmentadamente y hasta perversamente) que “el pueblo no está preparado para las transformaciones”, sino por el contrario participamos como el sujeto pueblo que está preparado desde ayer porque tenemos historia, no estamos en esto desde el 4-F sino desde la arrechera del indio Guaicaipuro. 2º Desaburguesar toda nuestra práctica que significa el fortalecimiento del criterio político a través de la educación, donde se piensa, contrario al burgués, que la educación es permanente, nunca termina. Así se asume como educación popular, donde somos sujetos del aprendizaje. Desaburguesarnos es también des-adequizarnos. 3º Poetización de la política, tal y como lo proyecta y practica (entre otros) el Presidente Chávez, en el sentido de que incorpora elementos de poiesis en su discurso y en su práctica y allí bullen metáforas que enaltecen lo popular, la creatividad rica en imágenes donde el pueblo se identifica (por eso se le quiere como líder), el autoaprendizaje que siempre se ha practicado desde la militancia, el humor que quiebra las rigideces, la vista entrópica (mirada en desorden) para ver la complejidad del pueblo y así procurar auto-verse en revolución. Es urgentemente dialéctico poetizar la política, porque la poesía se viene politizando desde que Platón la expulso de la República.

Estas tres dimensiones, junto a otras, nos harían imbatibles frente a un fascismo y sus amos imperiales, a los cuales estamos esperando en la bajadita, mucho más allá de la victoria electoral que obtendremos el 7 de octubre de 2012. Nadie nos ganará como pueblo si nos educamos con urgencia como dirigentes.

NOTA: Nuestro agradecimiento al Equipo Editorial de la Revista La Mancha por la publicación de este artículo.

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