Ningún
espacio humano para merecer sobre esta tierra (más que algún otro)
el homenaje de un arte como el cine, que el de los trabajadores y
trabajadoras. Desde la aparición del Manifiesto Comunista (1848)
—cuyos antecedentes podemos hallar tal vez en la gran rebelión del
esclavo Espartaco (73 a. c.), en la resistencia de los pueblos
indígenas y africanos contra la invasión colonial de las potencias
europeas a América desde 1492, en la Revolución Francesa (1789), en
la heroica Comuna de París (1871), en las no menos heroicas guerras
de independencia americana que aún no culminan— las luchas de
quienes venden su fuerza de trabajo por un salario se agigantan cada
vez que buscamos indicios de los esfuerzos por acortar las brechas
dejadas desde que la división social operó en los albores de la
humanidad y nos dividió entre quienes acumulan los bienes y amasan
la plusvalía para enriquecerse y quienes forman parte del inmenso
ejército de reserva que reciben las miserias dejadas por el
capitalismo a cambio de atrapar sus vidas en el sepulcro de la
explotación. Vidas ofrendadas por estas luchas, donde se inscriben
las de los Mártires de Chicago el 1º de mayo de 1886, cuando
Georg Engel, Adolf Fischer, Albert Parsons, Samuel Fielden, August
Spies, Michael Schwab, Oscar Neebe y Louis Lingg fueron condenados a
la horca por exigir a los explotadores las ocho horas de trabajo.
El trabajo en Tiempos Modernos
El trabajo en Tiempos Modernos
Como
arte por excelencia de la llamada modernidad, desde sus inicios el
cine se interesó por la imagen de ese colectivo humano que ha
mantenido a las industrias privadas. Una de las primeras exposiciones
de labor cinematográfica realizada por los hermanos Lumiere fue la
secuencia de trabajadores saliendo de la fábrica (1895). Allí se
encuentran los inicios visuales de quienes eran objeto, hasta en sus
movimientos colectivos, de la más feroz homogenización.
CHAPLIN EN TIEMPOS MODERNOS |
Precursor
de casi todo lo realizado en cine a posteriori, Charles Chaplin
realiza su monumental filme Tiempos Modernos (1936), en el
cual no sólo fija su mirada artística y humorística en el cuerpo
explotado del colectivo trabajador, además lacera con fino criterio
su visión de alienación en el ser humano. Sus lúdicas con el
tiempo, vistos en el proceso de explotación; la mirada dedicada al
cuadro de mecanización con filo problematizador; la irónica
impronta dejada sobre el sarcasmo elaborado a la producción en
serie; el reflejo de inconsciencia dibujado en la ingenuidad del
personaje con aliento educativo; hacen que este filme sea pionero en
la temática y originalísimo en la denuncia.
LADRÓN DE BICICLETAS |
De
otro lado del mismo espejo Vittorio De Sica realiza el conmovedor
filme Ladrón de Bicicletas (1948) ubicado en la situación de
desempleo a causa de la miseria dejada por la llamada segunda guerra
mundial en Italia. Nunca antes ni aún ahora se ha podido mostrar una
circunstancia humana trágica y desesperada con tanta crudeza,
sencillez, calidad, sentimiento, al colocar en pantalla el inmenso
ejército de reserva que hacía colas a la espera que el Plan
Marshall gringo reconstruyera. En el siglo XXI, a la luz de la
tragedia económica que hoy provocan los magnates, podemos comprobar
cómo la mano capitalista gringa robó la sencilla bicicleta con la
cual los pueblos de Europa hubiesen podido transitar un destino más
humano.
¿Qué
será de la vida de la lucha de clases?
FEDERICO LUPPI EN TIEMPO DE REVANCHA |
En
las ramas del conocimiento, el aprendizaje, la cultura y las artes,
el capitalismo se ha proveído de un tarifado cenáculo de agentes
ideológicos para justificar la muerte de la lucha de clases.
Justifican un mundo sin luchas y sin clases; fragmentación que lleva
impresa la acción de ocultar la discusión acerca de la
resignificación del papel del sujeto y el redimensionamiento de la
historia. En medio de esta poderosa y silenciada reflexión que
callan los académicos bien pagos, mientras los pueblos la siguen
dirimiendo en plena calle, Hollywood exalta la vida del sindicalero y
mafioso Hoffa (De Vitto, 1992) y en Latinoamérica se realiza
el extraordinario filme argentino Tiempo de Revancha
(Aristarain, 1981) donde se reivindica la incondicionalidad de la
lucha de clases cuando obran la formación política, la experiencia
histórica y por ende la conciencia de clase.
MARLON BRANDO EN EL PADRINO |
El
cine hollywoodense tiende a promover una imagen débil, vulnerable,
comprable, derrotada, de los trabajadores, sin más salida que
aceptar la decisión del patrón y de las mafias. En escenas de El
Padrino (Coppola, 1972) el abogado plantea un arreglo a un poderoso
productor de cine y le dice: «Tendrá problemas con sus
trabajadores que mi cliente (Don Corleone) podrá acabar». La
visión gringa promueve que a los trabajadores se les puede comprar
porque terminará venciéndolos el miedo a la represión o la
manipulación de sus mismos dirigentes, porque se subestiman sus
procesos en tanto históricos, forjadores de conciencia,
fortalecedores de toda la clase desposeída.
EL ALEMAN Y SOTO LA PATAGONIA REBELDE |
Como
portentos que muestran la lucha de clases desde el cine, en Venezuela
se produjo el estupendo filme La Empresa Perdona un Momento de
Locura (Warlerstein, 1978) que cuenta con la superlativa
actuación de Simón Díaz y ahonda reflexivamente en el análisis de
los procesos de alienación sufridos por los trabajadores mucho más
allá de las cadenas de producción; el realizador italiano Elio
Petri nos invita a ver el mismo problema en el filme La Clase
Obrera va al Paraíso (1970) al llevarnos a las cadenas de
producción con destacado humor y aguda crítica; la heroica gesta
llevada a cabo por dos trabajadores de ideas anarquistas en USA es
inmortalizada en el filme Sacco y Vanzetti (Montaldo, 1971),
quienes emigran de Italia al país del norte con la fe en promover
las ideas clasistas que históricamente traían de sus pueblos de
origen; el cineasta argentino Héctor Olivera produce y dirige el sin
par filme La Patagonia Rebelde (Olivera, 1974) el cual narra
las trágicas incidencias de las luchas obreras de comienzos del
siglo XX en la Patagonia, llenas de ejemplos de dignidad y heroísmo
sobrecogedores por parte de los trabajadores, que traen consigo
masacres del ejército y graves lecciones al movimiento anarquista;
en Colombia se produjo un muy querido filme de la mano de Sergio
Cabrera denominado La Estrategia del Caracol (1993) que sea
tal vez la más fabulosa muestra de la lucha de clases para la
realidad actual. Narra la confrontación de un grupo de inquilinos de
la casa Uribe en Bogotá amenazados de ser desalojados por los dueños
enquistados en procesos judiciales amañados. Con visión dinámica y
dialéctica original, quienes dirigen la lucha descubren caminos de
conciencia y aprendizaje insospechados y hacen que la lucha de clases
tenga dimensiones inéditas.
MURAL DE DIEGO RIVERA |
Lástima
que la pronta llegada del estalinismo a la URSS haya privado (entre
tantas cosas que privó) al cine soviético de hacer obras
cinematográficas donde se mostraran las complejas dimensiones de la
lucha de clases desde una visión autónoma y revolucionaria de los
trabajadores y trabajadoras, más allá de la propaganda al partido:
si Stalin suprimió algo fue la lucha de clases. Sin embargo, desde
artes como la pintura del ecuatoriano Guayasamín, los murales del
mexicano Diego Rivera, el teatro del venezolano César Rengifo, las
gráficas del también venezolano Claudio Cedeño igual se encuentra
este cine donde se ha resistido y no se ha olvidado que la lucha de
clases goza de buena salud.
...La lucha de clases también tiene música y letra. Me gustaría leerte comentando canciones.
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