«El
saqueo económico requirió, como es usual en la historia, un
etnocidio para modificar las estructuras mentales de los
subordinados. Algunos autores advierten que las etnias debieron
integrarse a los sistemas imperantes del desarrollo; otros acusaron a
las etnias de favorecer el melancólico retorno inconcebible y
utópico a una etapa preindustrial: la verdad, constatada por
científicos sociales, historiadores y periodistas, es que se ha
encubierto un nuevo genocidio a menor escala basado en la masacre, la
exclusión y el repudio. Una mentalidad racista dominante negó
durante siglos a los indígenas el derecho a la tierra que ya
ocupaban y sus recursos naturales, el derecho al uso de su propia
lengua y educación, y el derecho a realizar su historia colectiva
con autodeterminación».
Fernando
Báez
Libro
EL SAQUEO CULTURAL DE AMÉRICA LATINA.
De la conquista a la globalización.
Ed. DEBATE, 2008.
¿Quiénes
han masacrado por siglos a los indígenas que somos? ¿Quiénes han
usurpado sus tierras? ¿Quiénes han atropellado sus visiones
culturales, sus expresiones naturales, sus creencias
ancestrales?¿Quiénes han tratado de borrar de la historia la
ancestralidad que los pueblos indígenas detentan, vivencian y
resisten a diario desde hace muchos años? La respuesta es, sin lugar
a dudas, LAS OLIGARQUIAS. Han sido los sectores opulentos,
terratenientes de burguesías corruptas, racistas confesos, los
magnates del capitalismo mundial con el financiamiento de sus bandas
armadas, sus sicarios, sus misiones religiosas, sus ejércitos
quienes han cumplido esta tarea perniciosa y genocida. Desde 1492
hasta hoy se ha desatado este ensañamiento contra nuestros pueblos
indígenas. Ha sido estrategia mundial de los sectores del
imperialismo, financiar esta manera de enfermar la vida, de aniquilar
al planeta. El fracaso definitivo del proyecto oligarca lleva el
sello de la destrucción de la naturaleza, del ecocidio más brutal
hacia animales, vegetación
y aguas (océanos, mares y ríos) del abandono casi completo al ser
humano, del desprecio, discriminación y asesinato a nuestro ser
indígena.
A
manos del tenebroso brazo sicario fue asesinado el gran cacique del
pueblo yukpa Sabino Romero. Los terratenientes usurpadores de sus
tierras ancestrales están detrás de tan monstruoso hecho. Fue
emboscado junto a su familia, el día domingo 03 de marzo de 2013,
justo en las tierras donde resistía y donde siempre exigió sus
derechos milenarios y allí rindió su honrosa vida, su digna
existencia, su resistencia y su lucha que seguirá siendo la lucha de
su pueblo; su amada Zenaida resultó herida como todo su pueblo
durante la celada; como heridos y heridas hemos sido quienes
escuchamos su clamor de estupendo ser humano, caer abatido por las
mismas miserables manos, por las mismas perversas mentes que han
masacrado a los indígenas del Abya Yala
desde hace más de cinco siglos.
Las
dignas exigencias de Sabino Romero son las mismas de todos los
desheredados de la tierra, de quienes hemos sido despojados de
nuestros derechos por las hegemonías de la dominación oligarca y
debemos luchar a diario por reconquistarlos. Las tierras reclamadas
por Sabino son las mismas que nos pertenecen a todas y todos. Hombre
de corazón abierto, siempre recibió a los waatia (quien no es
yukpa) con los brazos abiertos de la sabiduría, la compresión y la
reivindicación de su pueblo. Como un homenaje a la memoria del gran
cacique yukpa va esta página, referida al filme estadounidense
Pequeño Gran Hombre
(Arthur Penn, 1970) que nos plantea los dilemas de quienes debemos
encontrar mucha humanidad para comprender a fondo, con verdad
clarividente, que ser indígenas es una digna opción de vida humana.
DE
CÓMO TRANSFORMARSE EN INDIO
«—Había
una vez un Ser Humano que era muy pequeño por eso se ganó el nombre
de Hombre Pequeño. ¿Has oído hablar de él?
—No
abuelo.
—Fue
una guerra contra los pawness que eran muchos. Uno tras otro
eliminaron a los Seres Humanos. Hombre Pequeño era muy valiente. Los
pawness lo llamaron: “si abandonas la lucha te dejaremos marchar”.
Pero Hombre Pequeño contestó: “Es un buen día para morir”. Al
final le cortaron la cabeza pero siguió luchando sin cabeza. Pasó
como un vendaval entre los pawness y de su cabeza que estaba
ensartada en la espada, salió el grito de guerra: “Hey hey hey hey
hey”… “Hey hey hey hey hey”. Los pawness no pudieron
aguantar más y huyeron. Cuando miraron atrás, vieron al cuerpo de
Hombre Pequeño yacer entre sus amigos. Hombre Pequeño era menudo,
pero su valor era grande».
Del
filme Pequeño Gran Hombre
El
realizador Arthur Penn nos dibuja al anciano Jack
Crabb (Dustin Hoffman) de 121 años,
hijo de colonos, narrando la historia de su captura (siendo niño)
por los indios del pueblo indígena Cheyenne (Seres Humanos). Su
historia nos lleva a la llamada conquista del Lejano Oeste
norteamericano. Jack es llevado bajo el cuidado del gran abuelo sabio
«Pieles Ancestrales»
(Jefe Dan George) quien lo bautiza como «Pequeño
Gran Hombre» (PGH), para honrar una
leyenda de su pueblo. La
primera mentira
que derriba el filme es el supuesto “salvajismo” de los indios.
PGH es criado y educado con paciencia, sabiduría, amor. Los Seres
Humanos llegan a considerarlo como uno más de su pueblo. El abuelo
le dice con cada aprendizaje: «Mi
corazón es un halcón que surca los cielos».
PGH piensa siempre que no estaba “jugando a ser indio”. Más bien
«Vivía como un indio». Conoció la sencillez del vivir
aprendizajes y valores de una cultura consustanciada con la
naturaleza.
LA
PARTERA DE LA HISTORIA RECONFIGURA LA REALIDAD
«Ves
un campamento indio por primera vez y piensas: «Veo basura ¿Y dónde
está el campamento?».
Jack
Crabb (niño)
Aquel
joven PGH, en edad de pelear, sale a combatir contra los hombres
blancos, quienes despreciaban a sus hermanos los «Seres Humanos»
(cheyennes). En lucha desigual, sólo tienen lanzas de madera y
flechas contra la pólvora de los cañones del ejército colonial.
Mueren por cientos, mientras PGH es capturado y salva su vida al
transformarse de nuevo en el colono Jack
Crabb. A partir de este momento, el
realizador Arthur Penn orquesta la gran paradoja del filme, el dilema
ontológico de quienes no somos considerados «Seres
Humanos» por los cheyennes, de quienes
no somos «Gentes»
para los caribes, de quienes somos waatia
para los yukpas; ¿Quiénes somos entonces frente a nuestra propia
ancestralidad, la cual nos fue despojada por la cultura occidental?
¿Por qué andamos perdidos del cosmos ancestral, y asfixiados de
espíritu por el capitalismo? ¿Por qué no nos reconocemos en el
multiverso indígena?
Deambula
Jack Crabb por el modo de vida colono (herencia europea), como un
indígena ingenuo acosado por la trampa, el odio, las mentiras, el
alcoholismo, la violencia de su hermana perdida (Carol Androsky), la
prostitución de su amor (Faye Duneway), la mendicidad y regresa al
ejército, esta vez como recluta del coronel Custer (Richard
Mulligan): genocida de indios. De nuevo la guerra lo devuelve con sus
hermanos Seres Humanos y
el gran abuelo lo recibe como PGH: «Mi
corazón es un halcón que surca los cielos»—
El sabio le dice.
POR
EL RESCATE DE NUESTRA ANCESTRALIDAD EXTRAVIADA
«Sólo
la fe cura. Sólo la bondad conquista».
Alvar
Núñez Cabeza de Vaca
Ante
la experiencia de PGH pasaron la masacre de su pueblo de Seres
Humanos (cheyennes) a manos del
ejército usurpador, la muerte en batalla del asesino Custer con la
derrota de su legendaria caballería por las flechas y lanzas
indígenas, el confinamiento de su pueblo a las reservaciones y la
entrega del gran sabio abuelo «Pieles
Ancestrales» a la naturaleza
insondable. A sus 121 años, PGH era Jack Crabb, veterano de la
guerra, quien deja en nuestras manos la posibilidad de resolver el
dilema occidental de la ancestralidad extraviada entre el amasijo de
ambiciones de una sociedad capitalista en total desintegración.
NUESTRO
AGRADECIMIENTO AL SEMANARIO LAS VERDADES DE MIGUEL POR LA PUBLICACIÓN DE ESTE
ARTÍCULO EN EL AÑO 2013
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