ESPADA DE SIMON BOLIVAR |
Mientras recibía un homenaje en su parroquia, un líder
comunitario y luchador social muy estimado, reveló que en algún momento de su
participación política, pasó por su mente estar formando las actitudes para ser
Presidente de la República, debido a los alcances que había logrado su vínculo
con el tejido social venezolano, aunado a sus dones personales en pleno
desarrollo. En este sincero testimonio podemos encontrar una clave inicial de
análisis del liderazgo del Presidente Chávez en el proceso bolivariano
venezolano.
Sentimientos
y percepciones líderes
ENCUENTRO CIVICO MILITAR |
Muchos miembros de la clase política que ha militado en el
puntofijismo y otros muchos que añoraron
su derrota, se imaginaron como inquilinos de Miraflores. Contrarios al general Emiliano Zapata, quien construyó ironías
despreciativas al mirar la silla presidencial en el Palacio de Cuidad de
México, la mayoría de quienes han hecho lucha política en Venezuela han vivido
con el delirio en la cabeza de “mandar” el país y portar la banda presidencial,
como aquel personaje (José Bardina) de la película venezolana Bodas de Papel (Chalbaud, 1979), quien
soñaba hablar con Fidel Castro desde su oficio de ingeniero, mientras el
matrimonio se le derrumbaba. Todo ese “chiripero militante” cargado de
arribistas principales y clientelistas secundarios, que aún sonríen al pueblo y
luego lo traicionan al doblar la esquina, aspiraron presidir los destinos del
país y al adversar al Presidente Chávez, un cúmulo de sentimientos encontrados
los embarga.
El principal sentimiento que los acosa es la envidia. No
conciben tanta realidad histórica en torno a un político emergente que jamás
imaginaron, al cual ven con la lente de la falsedad positivista en que fueron
educados. Quienes desde 1992 se desgañitan en explicarse la ascendencia de
Chávez sobre el momento político, desconocen los mínimos comunes de un análisis
que no se puede hacer desde esos lentes educativos. Cuando Chávez les muestra
el cristo y les pide perdón, no logran comprender que por primera vez en
nuestra historia republicana, un líder renuncia al caudillismo e incorpora a su
ser político la posibilidad del nexo espiritual, porque «caudillo no pide perdón».
Dialéctica pueblo-líder
COMANDANTE HUGO CHAVEZ FRIAS |
Siempre hay el dilema planteado en la discusión social, entre
la influencia del líder sobre el pueblo o viceversa. Desde su insurgencia,
Chávez muestra elementos clave para una armonía con un pueblo venezolano, desde
la cual se ha fortalecido un diálogo permanente hasta hoy. Allí el pueblo
percibe a un ser humano como si se viera en un espejo. No hay un solo Chávez
ante esa mirada. Hay muchos Chávez integrados en uno solo (y el pueblo lo sabe
y lo disfruta, porque sufrió a los farsantes presidentes anteriores por 40 años):
está el Chávez niño llanero, el Chávez buen hijo, el Chávez buen amigo, el
Chávez beisbolista, el Chávez cadete y el Chávez militar, el Chávez insurgente,
rebelde, humorista, lúdico, guerrero, heroico, padre amoroso, sabio, Presidente
pana, clarividente, mensajero y pare de contar. Esto significa, en la
dialéctica líder-pueblo, que el
muldimensional liderazgo de Chávez se despliega en complejidad y no de manera rectilínea.
Esta visión compleja líder-pueblo,
pudiera explicar cómo el pueblo y el Presidente Chávez han sabido manejarse en
severas situaciones de incertidumbre social, donde la entropía (desorden) ha
cobrado circunstancias extremas y en las cuales ha habido la posibilidad de
ordenar las situaciones de caos que se han dimensionado. Sin ninguna duda, el
liderazgo del Presidente Chávez, en complejidad e incertidumbre, ha permitido
que la dialéctica entre caos y orden (caordia) haya solventado graves
situaciones políticas habidas en el país. De allí que podamos decir que el
liderazgo del Presidente Chávez es caórdico: puede ordenar el caos fascista
dañino y caotizar el orden nefasto capitalista para transformarlo.
De la emocionalidad a la espiritualidad
NIÑAS DE LA PATRIA |
El Presidente incluye en los despliegues de la
complejidad social de su liderazgo, un «ser y hacer poéticos» que nunca comprenderá
el puntofijismo y no pocos de quienes le apoyan, porque lo consideran una
fragmentación folclórica o una impostura politiquera y desconocen que se trata
de una dimensión holística y lúdica en su personalidad integral. Esta poética
no fragmentada de la política, similar a la desplegada por el pueblo, hace que
el Presidente Chávez sea un «Presidente-Pueblo»:
nunca antes posible desde el general Bolívar. Si hay la posibilidad de la
unidad bolivariana para dimensionar un proceso de revolución permanente, es en
la comprensión de la espiritualidad que se erige entre la dimensión Chávez y la dimensión Pueblo, donde hay realidades «no
visibles» que sólo se ven incorporando los pensamientos del corazón (como lo
sugiere el libro: I Ching); y como la oligarquía cipaya y el imperio ya han sufrido un
infarto racional definitivo, jamás reconocerán que nuestro Presidente ejerce un
liderazgo cuántico, muy propio para las transformaciones epocales que hoy
vivimos.
INACIO LULA DA SILVA |
Nuestro agradecimiento al semanario Las Verdades de
Miguel por la publicación de este artículo. Para la semana del 08 de mayo de
2012.
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