Mi
venganza personal sera el derecho
de tus hijos a la escuela y a las
flores.
Mi
venganza personal sera entregarte
este canto florecido y sin temores.
Mi
venganza personal sera mostrarte
la bondad en los ojos de mi pueblo.
Implacable en el combate siempre ha sido
y firme y generoso en la
victoria.
Mi
venganza personal sera decirte
buenos días, sin mendigos en las
calles,
cuando en vez de encarcelarte te proponga
que sacudas la
tristeza de los ojos.
Cuando
vos, aplicador de la tortura,
ya no puedas levantar ni la mirada
mi venganza personal sera entregarte,
mi venganza personal sera entregarte,
estas manos que una vez vos
maltrataste,
sin lograr que abandonaran la ternura.
Y es que el pueblo fue, el que mas te odió,
cuando el canto fue lenguaje de
violencia,
pero el pueblo hoy bajo de su piel,
roji-negro tiene
erguido el corazón.
Tomás
Borge
Comandante
sandinista
LEON FELIPE |
Hay
quienes piensan que las revoluciones son el fruto de explosiones
sociales instantáneas mas nunca ha sido así. Pasos históricos,
intrincados, rizomas de la acción y del pensamiento han tenido
importantes revoluciones políticas y sociales en nuestra Pachamama y
aquí, se inscribe lo que conocemos con mucho orgullo como Revolución
Sandinista. Aunque la aldea global que conformamos por
obra del andamiaje tecnológico del siglo XXI hace que nos conozcamos
como pueblos del Abya Yala, ese conocimiento aún no es suficiente,
aún es informativo, formal, de fachada. Hace falta un conocimiento
cada vez más consciente de lo que somos como Patrias y como pueblos
configurados en siglos pasados de inmensos referentes de lucha. Con
la Revolución Sandinista tuvimos la oportunidad de re-conocer(nos) a
un extraordinario pueblo llamado Nicaragua y lo hicimos a
través de su larga lucha por sacudirse una de las dictaduras más
sanguinarias y crueles habidas en el siglo XX.
La
Revolución Sandinista fue el
fruto de
una
paulatina y paciente
organización y toma de
conciencia de un pueblo al lado de líderes que
en el tiempo, fueron acumulando ejemplos, referentes, teorías,
prácticas consecuentes
que hoy nos dan a entender
la enorme cantidad de
pequeños
esfuerzos populares que son necesarios para que se consolide una
victoria grande como la habida en Nicaragua. Ya
conocido en el ámbito de nuestra
política
es el general Augusto
César Sandino quien tiene, entre
muchos logros importantes
en su acción revolucionaria,
el haber comprendido en
su tiempo al enemigo en el imperialismo yanki y haberlo
desafiado con el temple y la constancia que lo hizo. Las derrotas que
el ejército del general Sandino infringió a los Ranger yankis son
el resultado de una integración política de su voz a su pueblo.
Textos como la novela testimonial La Montaña es Algo más que una
Inmensa Estepa Verde de Omar Cabezas Lacayo, dan cuenta de cómo,
a pesar del asesinato del general Sandino, su ejemplo quedó en el
campesinado nicaragüense, como el fuego de una esperanza que jamás
se apagó.
Ese
testigo histórico y político fue cobrando fuerza con el
indiscutible ejemplo de otros procesos en el Abya Yala y en toda la
Pachamama, hasta significar una alternativa importante al mismo
corazón de la patria nicaragüense. Tras las victorias cosechadas por
el ejército del general Sandino, los gobiernos yankis se afincan
mucho más contra todo intento emancipador, pertrechando a un
vesánico dictador, quien utiliza la masacre constante para detener
los intentos de liberación. Hasta la subestimación y humillación
que hace gala el imperio dio a patrias como Nicaragua el infausto
nombre de repúblicas bananeras. De esa impotencia se fue
consolidando en décadas, un esfuerzo unitario que agrupó a diversas
organizaciones de la sociedad, hasta materializar el Frente
Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), cuyas acciones dieron la
vuelta al mundo. Así conocimos a Nicaragua como patria nuestra: en
sus luchas por la emancipación.
Para
el año 1979, la mirada de toda la Pachamama estaba puesta en la
patria nicaragüense. Una guerra frontal en todos los campos dio ese
pueblo héroe y sus líderes para derrocar una dictadura de 42 años.
Mártires como el poeta Rigoberto López Pérez, los dirigentes
Carlos Fonseca Amador, Julio Buitrago, Leonel Rugama entre no pocos
compañeros y compañeras que ofrendaron sus vidas por una revolución
verdadera que cambió la vida de Nicaragua y de toda la Pachamama.
Como todas las gestas revolucionarias, la épica generada por la
Revolución Sandinista es fecunda y abundante. Cantos, libros,
revistas, diverso y numeroso material hemerográfico, cine, columbra
un proceso que aún hay que investigar para provecho del campo
emancipatorio de nuestro continente.
Como
algunos aportes concretos que nos lega la Revolución Sandinista
tenemos el reconocimiento de la participación cristiana de base (con
sus visiones y planteamientos) en las luchas emancipatorias, al lado
de militancias marxistas y anarquistas que aportaron significativas
concepciones radicales y unitarias posibles; la participación activa
de la mujer en el siempre aporte en todos los campos y dimensiones
liberadoras; una poética constante e importante como acción
cultural presente en la participación de las juventudes y los
artistas que coloca a la revolución en terrenos de la esperanza y la
victoria para todos los pueblos; el desplegarse en condiciones
geopolíticas aún dignas de ser estudiadas e investigadas en cuanto
a la posición del imperio, el agotamiento de la dictadura interna,
la unidad de los factores en lucha, la concienciación del pueblo, el
aporte cristiano de base, la concepción democrática y popular de su
victoria; y el resurgimiento del sandinismo como fuerza política organizativa y electoral para profundizar las transformaciones sociales necesarias
en Nicaragua en el siglo XXI.
A
40 años del triunfo sandinista, quienes lo vivimos de cerca, lo
degustamos en su poética, lo solidarizamos en su esfuerzo de pueblo
digno, lo esperanzamos como un aporte, un paso, una huella novedosa a
las revoluciones esperadas, luchadas y llegadas de la Pachamama,
auguramos nuevas reflexiones, aportes, esfuerzos, experiencias, hoy
que el imperio se ensaña contra sus logros y su camino
independiente. La voz del general Sandino resonará eterna como un
eco en cada esfuerzo por enraizar el árbol de la revolución, como
un canto de combate, como un aliento militante en cada nicaragüense
que, de cara al porvenir, enarbole la bandera de la emancipación.
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