Entonces
yo pregunto por la noche. Qué silencio de luz.
Francisco
Salazar Martínez (venezolano)
POEMA:
SOL AMERICANO
AQUILES NAZOA |
El
poeta venezolano Aquiles Nazoa (quien dicho sea de paso, en este año 2020, está
de centenario) dijo que para finales de los años 50 del siglo XX, los
venezolanos y las venezolanas tenían el mejor manejo oral del idioma
castellano de todo el Abya Yala, por sindéresis, fraseo, pronunciación, belleza,
creatividad; y además veía con preocupación, cómo desde los años 60 esta bondad
idiomática se estaba deteriorando. Seguramente, la dichosa aseveración del
poeta se debió en parte, al proceso político de luchas por alcanzar la
democracia entre estas décadas, que significó un tránsito de repunte en las lecturas
de la realidad, con énfasis en la formación política dialogante entre los
grupos que pugnaban por los cambios y la sociedad plena; recordemos también que
en Venezuela, desde el período de gobierno del general Isaías Medina Angarita (1941-1945) se implantó el modelo de las
Repúblicas Escolares que respondía a la llamada corriente mundial de la Escuela
Nueva, y que colocó a este país entre los primeros con mayor nivel educativo de
la región. Es probable que la preocupación del poeta girara en torno al establecimiento
de la IV República (1958) que estatizó al llamado Pacto de Punto Fijo, el cual trajo
consigo, entre muchas calamidades, la represión social y política que
invisibilizó a sangre y fuego las acciones populares, la merma de aquel nivel
educativo ganado con esfuerzo de años, la imposición del silencio ante las
manifestaciones de cualquier índole. Sin embargo, todo silencio impuesto por
las hegemonías siempre ha sido respondido por el pueblo venezolano con la
movilización y las acciones colectivas necesarias.
MIGUEL DE BURIA. REY AFRICANO EN TIERRAS VENEZOLANAS |
Tal
vez sea ese tránsito independentista que llevó a venezolanos y venezolanas desde
Los Teques (1567) hasta Ayacucho (1824); o ese volcán en erupción llamado Guerra
Federal (1859) que hizo soñar a la negritud y a la indianidad con otro mundo de
justicias; o aquel manifiesto de las Fuerzas Armadas de Liberación Nacional
(FALN) otra vez rebeldizado en 1962 para sembrar de guerrillas a las montañas
venezolanas; o esa calle del 27 de febrero de 1989 -libre de manipulaciones- que empujó el tinglado podrido de la IV República al basurero de la historia; o
tal vez sea la reunión de esos gritos eternos, libertarios, a voz en cuello, los
que hacen que el venezolano sea el pueblo (bien o mal hablado) más salido y
metido de la Pacha Mama. En el diálogo diario, este pueblo hablador hasta
entrada las madrugadas, pretende resolver los problemas del mundo o de toda
persona en cualquier escalera o callejón o vagón de tren con una receta
familiar y mágica. Esa palabra incesante, bullanguera, soñadora, cuyo silencio forzado por
la represión ha llegado hasta el sacrificio y la muerte (si ha sido preciso) tiene,
sin embargo, un silencio voluntario, políticamente lexical y conspirativo,
expresivo hasta el supremo diálogo de los contextos en pugna; y sobre todo, este
silencio del pueblo venezolano es socialmente muy poderoso y provocador de
victorias.
EL PRELUDIO
DE AQUEL SILENCIO
Desde
el mismo momento en que el comandante Hugo Chávez Frías irrumpió en una
rebelión de militares patriotas el 04 de febrero de 1992 en Caracas, Venezuela,
los agentes de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) del gobierno de los
Estados Unidos (EEUU) comenzaron a seguirle los pasos para estropear su destino
político. A esta grosera y forajida intromisión gringa la comenzó a seguir el silencio
del pueblo venezolano. Ese silencio, insistimos: poderoso, medraba en las aguas
turbulentas de un estupendo proceso socio político que tuvo el importante punto
de inflexión en la victoria electoral del comandante Chávez en 1998, el cual abrió
mucho más los apetitos intervencionistas de los gringos. Luego de la llamada vaguada
de Vargas del año 1999 que marcó trágica y geológicamente el momento del
proceso constituyente, rabiando por la nueva Constitución, la oligarquía y sus
aliados gringos desataron sobre la gestión del Presidente Chávez, sobre el
proceso político que se desplegaba y contra el pueblo venezolano una feroz conspiración
que tenía en la campaña de descrédito su táctica metódica. En el hacer diario
del pueblo que se sumaba al proceso bolivariano, levantando una voz por
cuarenta años ahogada, un poderoso silencio hacía seguimiento a la intrincada
trama mercenaria hasta el punto de que en plazas de pueblos se decían frases
como: “El presidente Chávez está mal rodeado”, “De Miraflores no han salido los burgueses” y la
clásica y procaz frase de la política barrial: “vamos pa’un peo”. Así como la
CIA estaba montada sobre el desprestigio de los Círculos Bolivarianos y del
Presidente Chávez, el silencio del pueblo hablaba de una conspiración en marcha,
planificada por los ricos.
MONUMENTO HEROES Y HEROINAS DE PUENTE YAGUNO |
Sectores
de las clases medias adversos al gobierno tomaron las calles, se sumaron los
dueños de los medios de comunicación privados con un lenguaje agresivo,
tergiversador, manipulador, y con propagandas televisivas subliminales como las
camisas KAE y la marca de una mayonesa donde una niña decía “FALTA POCO”. Los
años 2000 y 2001 fueron de intensa movilización reaccionaria, en los cuales se
preparó el artero asalto de abril 2002 que tuvo la participación decisiva del alto mando
militar: herederos de la doctrina de la Escuela de las Américas gringa. Mientras
al presidente Hugo Chávez se le percibía cercado en medio de la macolla
mercenaria, el pueblo movía su silencio mirando la ofídica monserga de los empresarios, santiguada
por la cúpula de la Conferencia Episcopal. Casi en desespero, amas de casa,
obreros, estudiantes, militantes del movimiento popular, hablaban con su
silencio de que “al Presidente lo querían tumbar”, mientras en el gobierno todo
transcurría en una helada normalidad; muestra de ello era el canal televisivo
del Estado (VTV), esmerado sólo en presentar programas astrológicos y de cocina.
Entonces, sectores populares se llamaron hasta Puente Yaguno en Caracas el día
11 de abril de 2002, cuando el instinto político colectivo y la inteligencia
popular se dijeron que el golpe de estado se materializaría aquel día.
PUENTE YAGUNO |
La
componenda incluía una marcha masiva desde la sede de PDVSA Chuao que sería
desviada hacia el Palacio de Miraflores, la participación de mercenarios y
francotiradores para asesinar personas en la calle y así culpar a los Círculos
Bolivarianos, la complicidad de sectores de la Guardia Nacional y de toda la
Policía Metropolitana como fuerza de choque, un pronunciamiento del alto mando
militar complotado, el secuestro del Presidente Hugo Chávez y la escena
usurpadora en Miraflores tomada por la oligarquía. Todo esto se consumó casi a
la perfección. Entre penumbras y sombras, una escena de los canales de
televisión mostraba a un grupo de militares que rodeaban a quien se presumía era
el presidente Chávez conducido a un secuestro en incertidumbre. Con la matriz mediática
que difundía la mentira de que el Presidente había firmado la renuncia llegó la
noche y con ella el inicio del poderoso silencio del pueblo venezolano.
EL
COMIENZO DE UN SILENCIO HISTÓRICO
LIVIA GOUVERNEUR HEROINA DEL PUEBLO VENEZOLANO |
Sabemos
que la noche tiende al silencio. La penumbra, la negrura de las calles, la merma
automotora, la ausencia de gente llaman al silencio propicio para el descanso, el sueño, el odio o el
amor, sin embargo, la madrugada del día 12 de abril de 2002 fue la muestra de
un impresionante silencio. Callaba el sol que asomaba desde el cerro Guaraira
lleno de columbradas luces. Callaban las aceras y calzadas que el día
anterior hicieron de Caracas sitio de conspiraciones y lucha de clases.
Callaban los pocos automóviles que pasaban como en cuclillas bordeando la
soledad. Callaban las casas donde se reunían alegres, quienes favorecían a la mercenaria
conspiración y callaban también quienes aguantaban aquel despecho político luego
del secuestro perpetrado. Callaban los edificios institucionales a la espera de
los nuevos gobernantes que vendrían con la represión cuarta republicana. Callaban
los históricos cerros de Caracas, protagonistas del Sacudón de 1989 con un
silencio que estremecía el vuelo de los pájaros y los débiles ecos del día. Callaban
las carreteras de la patria, pueblo adentro. Callaban las reses de los campos,
los peces de los ríos, las chicharras de los árboles, los perros de los ranchos.
Callaban las costas de golfo a golfo y todo el Mar Caribe también callaba con
un silencio que viajaba en las noticias internacionales donde se destacaban las
hazañas mercenarias de la oligarquía. Callaba el ondear del tricolor en su
mástil bravío, el Libertador en el Palacio de Miraflores que era invadido por
el cipayaje también callaba. Y callaba Dios al oído del libre albedrío; supremo
oficiante de la política humana.
Donde
no callaban era en Miraflores. Tomado por la rancia burguesía, los militares
traidores, los curas de cotizada limosna, y todos los lacayos que lamen las
botas del poder capitalista, en el Palacio de Gobierno se descorchaban costosas
bebidas alcohólicas, se degustaban tibias delicateses de sibaritas, las risas y
los abrazos cómplices iban y venía, paseando carpetas a sobaco cerrado con los portátiles
proyectos de país, para ser entregados al monigote presidencial que vendría. Repentinamente
se montó el instantáneo show de autoproclamación de un empresario como presidente sonriente y
apoltronado, en medio del bosque de manos alzadas aprobando sus propios
perfumes. Aquel presidente de plástico refrendó un garabateado decreto número
uno con las firmas de apellidos olorosos al formol de los sofás cabilderos y
con el “¡Hip Hip Hurra!” propio de las albricias gringas. Aquella bulla babieca
guardaba el acostumbrado silencio de la traición oligarca, ahíto de poder,
trapisondo, cínico, subestimador, confiado en que las clases populares “siempre
pierden”.
El
silencio popular también estaba en Miraflores, en la camarera, en el mesonero,
en la cocinera, en el bedel, en la secretaria, en el vigilante, en la portera, en
el soldado, yendo y viniendo tras la murmuración entusiasta de la clase
dominante que asentaba su planta insolente en Palacio. Silencio adentro y
afuera silencio comenzaron a hacer dialéctica en los distintos y unitarios
diálogos del pueblo, con planes que en sus diferentes códigos, señales, guiños,
mohines acompañaron a la más fabulosa movilización subterránea que conozca el
mundo en el siglo XXI. Un impulso a este silencio potente fue la certeza de que
el Presidente Hugo Chávez Frías no había renunciado. En las redes populares se dialogaba
aquel silencio, haciéndose dinámico, ante la magnitud de la farsa que se había
montado. Los celulares y demás instrumentos de las nuevas tecnologías que
apenas cobraban cuerpo en las manos del pueblo, fueron espacios de comunicación
esenciales para radicalizar aquel silencio que se volvía palabra contundente y grito de exigencia: "¡Queremos ver a Chávez!".
COMANDANTE HUGO CHAVEZ FRIAS |
El 12
de abril de 2002, con el peso gigantesco de ese silencio popular, culminó su fecundidad
con un cacerolazo espontáneo (que quisieron adjudicarse de manera oportunista e
irresponsable algunos dirigentes para cubrir su ineptitud política), acto
subversivo que fue el anuncio de que no todo estaba perdido; fue la
reafirmación de que había un pueblo atento y trabajando en aquel mutismo
esperanzador; fue el referendum constituyente, originario que llamaba a restituir la República Bolivariana de Venezuela; fue el llamado preparativo a un amanecer victorioso que tendría al
pueblo en la calle y el rescate del Presidente Hugo Chávez de su secuestro; fue
el mensaje de todas y todos, a todas la fuerzas alternativas revivientes en los
diferentes espacios sociales. El asalto popular al Palacio de Miraflores, que
silenció a la burguesía y la hizo huir en una desbandada de la cual se ha
ocupado la picaresca de esquina y sancocho, hizo estallar una alegría genuina
que cuenta con la fortuna de la grabación de los medios informáticos para darle
eternidad y memoria. En cuestión de 47 horas, el pueblo venezolano recuperó la
constitucionalidad, a su Presidente y la posibilidad de continuar en la pelea
histórica por su segunda independencia.
AL
INVASOR LE ESPERA ESTE SILENCIO INVENCIBLE
En
este instante, a venezolanas y venezolanos los separa una cuarentena sanitaria que tiene como objetivo resguardar de una grave pandemia. Espiritualmente, toda
separación es ilusoria. El ser humano humana se vincula por vías que traspasan
las perspectivas materiales. Aquel silencio del 12 de abril de 2002 demostró,
cómo las acciones de un pueblo viajan subterráneas e inéditamente con
eficiencia, si cuentan con el aliciente de acuerdos sólidos, líderes genuinos, proyectos solidarios, valores edificantes que les den opción de
victoria. Este poder silencioso del pueblo venezolano está intacto en la
memoria de sus héroes y heroínas, en el imperecedero ejemplo del comandante
Hugo Chávez Frías, en la fuerza de las victorias recientes que fortalecen su
cultura de vencer. Ese silencio demostró de nuevo su fuerza triunfadora en
julio de 2017 cuando el pueblo derrotó a la reacción fascista con el referéndum
por la Asamblea Nacional Constituyente. Cualquier imposición invasora, mercenaria,
que pretenda atropellar o destruir los logros de la revolución bolivariana, se
enfrentará con acciones supremas que siempre ha sabido tejer este pueblo en
todos los tiempos. Y chocará de frente con este silencio, cuyo estado del arte de hazañas maravillosas, hará caer de rodillas al más insolente de los imperios.
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