jueves, 2 de febrero de 2017

ZOBEYDA: CON EL PUEBLO EN LA SONRISA

Zobeyda nació un día cuando las flores amaban a las abejas, cuando el mar se llenaba de gaviotas que parecían barcos pesqueros desde el aire y veleros que semejaban gaviotas desde el mar.

Cuando nació Zobeyda, la tierra se llenó de soles y hubo una inundación de estrellas, en la que se ahogaron todos los soñadores del planeta; en los campos, los hombres presintieron que un gran papagayo soportaría todo el peso del universo y la mitad mas una de las mujeres adultas, quedarían preñadas de sueños libertarios.

Vive siete años eternos Zobeyda, tiempo equivalente al millón de siglos que pasan las hadas cortando tiras de trapo para que las niñas y los niños hagan muñecas y las bauticen en nombre del padre, del espíritu de las madres y de todos los guerrilleros que andan por los montes cuajando libertades. En ese tiempo, la Zobe se hizo amante de las melcochas que reparten como ñapa en las bodegas, de los sortilegios que guardan los grillos cuando entran cantando en las casas, de las Libertades narradas por Bolívar a Manuelita, cada vez que la noche los arropaba con cariño, de los pocitos de lluvia donde se reflejan las caras de la infancia que se imagina para siempre en los siete años de Zobeyda.

Poca gente sabe que Dios hizo a Zobeyda del maíz que pila María para hacerle la arepa al Niño Jesús; sus manos fueron confeccionadas con el sabio aprendizaje de la neblina cuando baja de la montaña, y además, le dibujó un corazón de puros ameneceres rojos. Pero el gran secreto de Zobeyda  es haber hecho a Dios, a imagen y semejanza del pueblo que siempre llevó en la sonrisa. 

Publicado para la Jornada Reflexiva del Pensamiento de Paulo Freire y Simón Rodríguez Año 2012. Realizada los días 19, 20 y 21 de julio. Liceo Manuel Palacio Fajardo, Parroquia 23 de Enero, Caracas, Venezuela.