domingo, 26 de febrero de 2017

ENOC


(Capítulo I: Eso que en muchas ocasiones es llamado retorno)


Su madre (llamada Ibraynna) había llegado a Amáraka de un sitio nombrado Escandinavia, ochenta y dos años antes del arribo de Colón: estaba encinta. Su padre había muerto en una batalla contra los bávaros, donde una lanza le partió el esternón. Ibraynna le dio sepultura bajo el rito sagrado de los Adjinnis.

El barco había entrado por Tierra del Fuego bajo una nube de flechas y lanzas que por horas enteras no dieron cabida ni al descanso ni a la calma. Por azar, atracaron en un embarcadero natural que tenían los antiguos Aymaras para negociar sosiegos con la oscuridad. Bajo el límpido resplandor de una luna perfectamente redonda fue dado a la luz aunque su primer llanto los delató.

El natural exceso de inocencia le impidió escuchar los últimos llantos de la madre frente al irremediable desangramiento. Sus primeras hambres fueron saciadas por las tetas de varias mujeres aborígenes. Jamás extrañaría de la madre aquellos redondos ojos azulados porque estas miradas oblicuas le dieron calor, sonrisas, buenaventuranzas y canto. Fue iniciado bajo el cuidado de las Araucarias con el supremo regente del Tigre.

Tratado como uno más, aprendió a escalar los árboles más altos, a enfrentar las terribles corrientes del gran río, a pisar la tierra como la hormiga y correrla como los felinos, a escribir desde las lecturas de los amaneceres, a sanar con las hojas y raíces de las plantas, a desaparecer con los ungüentos hechos de las mantecas de las serpientes.

Su familia aborigen fue asesinada en el asalto de nuevos europeos cuando tenía 95 años. Le fue perdonada la vida a cambio de narrar su odisea: se negó. Atrapado y llevado al reino de Portugal fue juzgado culpable; pasó quince días en una mazmorra del puerto de Lisboa mientras la muerte le solicitaba. Escapó con el antiguo rito aymara de la transmigración. Apareció en el campo donde había muerto su padre, hoy Malmo, donde se inició en la curación de las enfermedades más frecuentes. Se hizo experto en sanar niños de toces irreparables. Lugareños le llamaban “el hombre venido del Sur”. Una mujer (antes de ser consagrada en la hoguera) entrada en las secretas artes de la adivinación, lo bautizó “Enoc”, bajo el ritual cristiano del cual fue excomulgado por el plumazo de un abúlico Concilio papal.


jueves, 23 de febrero de 2017

AL MAESTRO IVAN LOSCHER



BACH
Iván:

Saludos.

En este tiempo de siglo XXI, por obra del hacer científico (¿Quién lo iba a decir?) he terminado confirmando las sincronicidades que tantas veces anunciaban nuestras abuelas. Esta mañana, insospechadamente, entre el bullerío, muchas veces fabuloso de la gente que viaja en el Metro de Caracas desde la estación Las Adjuntas, escuché una canción que me vino de algún adminículo digital desubicado temporalmente, y me sonó tan conocida pero, por una extraña lúdica mental, no atinaba a reconocer. Era como si la bendita canción me obligara a recordarla, desde un juego que tenía al olvido como árbitro. Fueron breves segundos en los que, como detenido en un espacio flotante de mi juventud, buscaba entre mis vivencias la increíble canción que se escondía entre los resquicios de la memoria. En esos espacios del vagón es difícil escuchar alguna canción de mi predilección adolescente. Al recibir el chispazo me llegó Neil Young con “Bajando por el Río”. ¿Cómo es posible que yo no haya reconocido este icono personal de mi experiencia musical? La he escuchado no menos de mil veces. Supe en el momento que se trataba de un mensaje cósmico. Obraba la ya aprendida Influencia Sutil desde mis estudios de la visión emergente. Esa tarde, al enterarme de tu cambio de plano, Iván, armé el código del holograma recibido y comprendí.

Los grandes medios difusivos hacen que las personas que por allí transitan apenas intuyan lo importante que han sido para otras, es el caso del medio radial. Tu paso por ese espectro me dejó algo imborrable y es bueno que lo sepas desde este espacio social y generacional que dejaste y que viajará al infinito de tu nueva existencia. Hay algunos sociólogos que no creen en lo generacional. En fin, uno termina creyendo en lo que quiere.

martes, 21 de febrero de 2017

SAGABIR


Dedicado a las compañeras y compañeros de Casa Alianza de México, 
por intentar comprendernos.

Siempre coincidíamos en el apretuje del ascensor y allí nos dábamos cuenta de la fiel presencia del personal. Era una cajita metálica de lujo, construida en bloque paralelepípedo, muy parecida a esas naves espaciales voladas en la ciencia ficción infantil televisiva, con bordes de chapas plateadas que amalgamaban cuatro paredes azul, rojo, amarillo y naranja de novedoso resplandor, techo rosado donde se disponían en círculo veinte pequeños bombillos de potente luz blanca; también tenía puerta de dos alas en color crema que se retiraban al mando de la luz sensible y un tablero rectangular negruzco, provisto en la parte superior de un espacio digital plano e iluminado, igual en rectángulo, que titilaba números y letras con luces rojas en medida del sube y baja de los pisos, y la parte inferior lucían una fila de botones dorados, numerados en ascendencia desde el sótano (S), la planta baja (PB), los pisos del uno al cinco hasta señalar a un ridículo pent house (PH) que casi no existía, pues comunicaba con la sede de una de las policías de la ciudad.
En el salón de usos múltiples del piso cuatro, al lado de la Coordinación General, nos reuníamos a diario para soñar nuestro trabajo, antes de repartirnos en las sub-coordinaciones. Era un espacio más adulto, con amplitud medida para conversar, paredes de fino aglomerado prefabricado color azul y allí contábamos con varias mesas rectangulares, numerosas sillas recicladas de otras oficinas públicas y un pizarrón blanco de virgen uso. Nadie faltaba, no había quien llegara después de la hora convenida debido a que existía el inagotable entusiasmo digno de los panales de abeja; no habiéndose asegurado la paga quincenal, ni el nombramiento formal, ni siquiera la promesa del primer sueldo, cada quien honraba su asistencia con la fe de obtener empleo en un proyecto del nuevo gobierno, con la iniciativa de quienes fabrican la miel.

domingo, 19 de febrero de 2017

SIMILITUD


Arte Oscar Rodríguez












Te me estás pareciendo a la primavera
Al rocío que amanece trabajando
Huellas escoltas de la terquedad

Pasas por mi recuerdo que es como una calle
Donde hay dos abuelas que conversan
Un cardumen de muchachos corren tras su alegría
Tu talle se queda tatuado en la sombra del mediodía
Dibujada por el sol con tu silueta sobre mis ojos

Te me estás pareciendo a la primavera
¿Llevas flores en tus manos?
¿O son tus dedos cual pétalos indecibles?

Has enredado tu vuelo de abeja desatada
Entre banderas que enarbolo como dagas
Tejes a pura miel mi corazón que te persigue
Que no deja renacer el carmín de tu boca
Que hace y deshace mi ansiedad con tu sonrisa

De tanto parecerte a la primavera
Te lleno de sitios seguros como un árbol
Fluyo hacia tu vientre con impetuosas aguas
Acuso a la soledad de alejarme de ti
Al trabajo al salario a la revolución a los amigos
Si te atrevieras a pedir limosnas
Mi corazón caería palpitante en tu mano abierta
Si esta tarde no se llena de araguaneyes con sonrisas amarillas
Es porque los desojé para saber de ti acaso anhelada
Si toco a la puerta del licor
Es porque la embriaguez me trae tu voz

Te me estás pareciendo a la primavera y no es cuento
No son dibujos en un cuaderno infantil
No son versos antiguos de libros polvorientos
Ni el acomodado discurso de una damisela pretendida
Lo que admiro de tu boca cuando habla
Es que mirarte y ver la primavera
Tiene el secreto discurso del mar
Que desaparece en la infinita espuma
Y luego renace como un fenix delirante



Del libro inédito El Pozo de la Anhelos 

CÓMO HACER UN FILME DE FICCIÓN SOBRE EL 27-F Y NO TRAICIONAR AL PUEBLO VENEZOLANO


YULIMAR REYES






«Aquel 27
Todos éramos pardos
Todos éramos negros
Todos éramos pueblo
Aquel 27
Se nos acabo la historia
Las vidrieras no soportaron la nostalgia
Aquel 27
Compartimos la carga
Porque hasta para saquear
Montamos la fiesta…»

Efraín Valenzuela
Poeta venezolano




De los sucesos más trascendentes del siglo XX en Venezuela, ninguno como los acaecidos a partir del 27 de febrero de 1989 (27-F) ya que no tuvieron vanguardia política que pueda reconocerse como impulsora de sus acciones: solo el pueblo puso instinto, movilización, arrojo, sentido previsivo y arrechera para enfrentar a la primera manifestación directa del neoliberalismo en Venezuela. Ese día el llamado puntofijismo quedó en cueros, el tinglado de la Cuarta República fue desmontado a piedra limpia, el bipartidismo gobernante durante los últimos cuarenta años quedó con pelucas torcidas, lunares embarrados, carmines regados, perfumes delatados, trampas denunciadas ante el mundo, frente a un pueblo en guerra total desde las calles.

POSADA
La ficción artística hoy en Venezuela pareciera estéril de musa, vacía de estética, descoordinada de ética y con una fuerte minusvalía política para emprender visiones profundas, de manifestaciones que vayan más allá del necesario panfleto, de la adulancia o de la verborrea demagógica, que tanto rodean hoy al 27-F. La poética, la pintura y la canción tuvieron muestras significativas en momento posterior a aquel trágico Febrero, que tienden a forjarle memoria imperecedera, pero no ha sido suficiente. Al 27-F es necesario fomentarle un movimiento cultural permanente que fortalezca el sentido de lo popular en tanto que político y para esto las muestras artísticas son imprescindibles, pero se le tiene miedo al pueblo precisamente en este sentido, por la extraordinaria trascendencia histórica de luchas que trae consigo y las denuncias que deja al descubierto. Respecto al cine, la obra de ficción acerca del 27-F es completamente nula, está gravemente ausente, de allí que haga falta mostrar algunas pistas emergentes que orienten a quienes se mueven en la realización desde este maravilloso campo, para producir muestras auténticamente artísticas, de solvencia ética, acerca de una dimensión donde fuimos (como pueblo) arrojo, valentía, política, justicia, denuncia, heroísmo, rebelión, poesía.

viernes, 17 de febrero de 2017

LA GRAN JUGADA


Voy al estadio Las Rosas con cierta frecuencia para ver a mi ahijado Chicho jugar al beisbol. Ingresó desde muy pequeño a esta práctica y con el tiempo lo ha hecho bastante bien; tiene buena estatura para ser un juvenil, si continúa creciendo así, podrá jugar con solvencia en las categorías superiores; corre con rapidez, se dobla bien y con soltura para atrapar las pelotas que van por tierra, sabe tomar las elevadas con precisión y elegancia, (como se dice en el argot: es considerado un buen guante) roba las bases con bastante frecuencia al captar el tiempo justo al lanzador, tiene buen brazo para poner fuera a cualquier corredor en las bases, cubre de manera sobresaliente cualquier posición, incluyendo las de receptor y lanzador, aunque prefiere los jardines; es disciplinado con la práctica y para satisfacción de mi compadre, lidera en promedio de bateo la liga. Siempre que me ve en el campo, Chicho se preocupa por saber mi opinión acerca de su manera de jugar: —«¿Te diviertes mucho?» le pregunto como si fuera el veredicto esperado y su respuesta afirmativa y entusiasmada me hace de nuevo preguntarle: —«¿Cómo van los estudios?»; Chicho mira hacia el cielo y apunta un dedo índice hacia las nubes, en señal del punto donde moran sus calificaciones académicas. —«Me alegra mucho. Te felicito.» le digo palmeándole el hombro.

La Universidad también sirvió para conocer al compadre. Compartimos el cuarto de residencia cuando nos vinimos a estudiar a Caracas. Él procedía de un pueblo oriental de tierra árida y gente cariñosa llamado El Chaparro; de mi Naranjales querido venía yo, del otro extremo, casi en la raya de nuestro mapa, en el llano andino. Haber sido camaradas de estudios, tragos y amor por las muchachas hizo que intercambiáramos la afición deportiva; le transmití la pasión del fútbol llevada en la sangre y él me enseñó la compleja afición al beisbol. Nunca he sido fanático de nada, pero me reconozco gritón al ver la ejecución de una chilena frente al arco y al portero botarla al tiro de esquina con una estirada de saeta. He visto al Compadre echar maldiciones frente a un penal favorable al equipo contrario y bendiciones cum laude ante el más pretencioso de los goles: el de tiro libre. También hemos compartido la gran emoción del jonrón, el asombro ante la extraordinaria atrapada de algún jugador con el guante lleno de galaxias y la filosa tensión habida antes de la clásica dejada en el terreno de juego, donde el equipo que está cubriendo el campo, pierde por cualquier pelota que sus jugadores no pueden atrapar; cuando se da en contra de nuestro equipo, bajamos la cabeza arrojando el vaso al piso al retirarnos del estadio en desesperada búsqueda de silencio; cuando se da a favor, entonces contribuimos a que el cielo casi se venga abajo, por obra de la algarabía que nos llevamos entre el pecho y la garganta, hasta el primer bar que se nos atraviesa. Ambos sabemos de Pelé, Maradona, Babe Ruth, del querido Camaleón García y de ser aficionados al equipo Magallanes: porque a los Leones ni agua.

miércoles, 15 de febrero de 2017

LAS ÁNIMAS


Arte Oscar Rodríguez Pérez

A mi madre

Son espíritus errantes en las dimensiones espirituales que no cumplieron su misión en vida y han quedado vagando por las estancias en la oscuridad.

Sólo ven lo que quieren ver. Aunque desandan por cualquier parte, prefieren las casas u otros aposentos cerrados. Vuelven a los sitios donde vivieron para saldar alguna cuenta pendiente, aunque las hay que (habiendo perecido en algún desastre o accidente) no encuentran rumbo y caminan perdidas por las calles. Se hacen presente causando fríos conmovedores e intensos, percusiones en el mobiliario (sobre todo los trastos), empañando las vidrieras, abriendo y cerrando las puertas y ventanas, sonando escaparates, desordenando los roperos, mudando las cosas de lugar, apoyándose en ramalazos de brisa para aparecer o desaparecer. 

Hay quienes dicen que se valen del fogonazo digital para mostrarse en las fotografías como fueron en vida o como fulgores.

Funcionan al revés de la realidad: cuando son invisibles logran ver todo cuanto les rodea y se desplazan con satisfacción, en cambio, las pocas veces en que se hacen visibles ante la gente, las invade la ceguera y se sumergen en hondas melancolías. Algunas andan en grupo y se les escucha murmurar penosos rezos en los rincones.

Traen la desgracia si buscan el mal y si anhelan redención traen sortilegios cuando los devotos las invocan. Las gentes les colocan vasos de vidrio llenos de agua cristalina en las esquinas de las habitaciones para darles luz, les elaboran cadenas de oraciones entre los vecinos y les encienden velas los días lunes. Cuando se acostumbran a los rezos, los reclaman tocando tres veces a la puerta.

Al encontrar la luz eterna, dejan puñitos de sal en las puertas de entrada en señal de agradecimiento: lágrimas secas.

Les alivia mucho las penas la oración del Ave María.

LA MULA MANIÁ


Arte Oscar Rodríguez Pérez

A mi padre

Andando de joven por las montañas de Urachiche, en el estado Yaracuy, cuenta Antero que vio una mula en un descampado. Cansado como iba, se le acercó con lentitud, haciendo el característico ruido con la boca que denunciaba la calma.

El animal miraba para otro lado mientras observaba sus formas impecables y robustas; su pelambre grisáceo bañado en sudor hacía contraste con la crin y las orejas negras. Su mano fue a posarse sobre el lomo que puso en actividad a un rabo haciendo redondeles latiguiantes en el aire.

“¡Lista!”- pensó y de un salto acostumbrado, diestro, ágil, trepó como un felino.

Los corcoveos irrumpieron con violencia y el cuerpo entero se curvó como una bestia desconocida para el pensar humano que volaba por los aires. Los rebuznos parecían gritos demoníacos. Lanzaba mordiscos para capturar la brisa o algún animalejo que el azar trajo con el mastranto. Sólo por momentos, pudo sostenerse del pescuezo que se erizaba como si tuviese electricidad.

Por fortuna, Antero cayó sobre un tumulto de hierba abundante. Los hedores espantosos de un azufre incendiario salían de las entrañas de la bestia sonando flatulencias ensordecedoras. El boscaje se la tragó entre chillidos que se fueron perdiendo a través de los ruidos de la mañana.

“Le hubieras rezado un Credo”- le dijo su tía Calistra mientras se persignaba. “A ese animal lo manió el demonio. No es bueno montarse en esos bichos realengos porque están encantados por Satanás”.


Con el tiempo, Antero llegó a pensar que las maniaban los hacendados para que cualquiera no se las arriara.

domingo, 12 de febrero de 2017

MAR Y CANELA


Esa noche iba a hablar con el espíritu del muerto, la decisión pasaba por el rasero de todas mis incertidumbres. Había venido a esta casa hacía un par de días en la búsqueda del descanso, con el préstamo de un amigo que la construyó con fines de veraneo. Tenía el mar a pocos metros, las gaviotas saltaban sobre el techo como hadas danzarinas, la sal húmeda rodaba por sus paredes y el rumor entraba, ¡Ah! el rumor cadencioso se metía por todas partes; ese ruido delicioso de olas que hace de los instantes, vaivenes eternos en los oídos y en el alma y me acostaba y ese rumor se metía en mi sueño y me acompañaba en el embeleso hasta más allá de las primeras imágenes de la imaginación dormida. Había venido con lo elemental: cinco mudas de ropa corriente, pantalones cortos, franelas, pantuflas, libros, linterna, velas, enlatados, pan, frutas, agua mineral, un cuchillo de campaña, mi viejo morral y nada que me atase a la ciudad: ni celular, ni radio, ni televisión, ni computadora, ningún otro aparato perturbador; sólo mi ser y esta casa… este mar.
Había llegado en lancha, manejada por un joven baquiano de hablar rápido, torso desnudo y pantalón sencillo, apenas amarrado con un pedazo de mecatillo; era como un pirata portátil. Había trepado a la canoa mecanizada, la amansó con destreza rutinaria, le jurungó el motor de un palancazo, jaló la cuerda del arranque varias veces y a la última, el fuera de borda echó un barruntar estrepitoso, un eructo de vapor negro que jalonaba el agua como si estuviese hirviendo. Por ser día de semana nos acompañaron gentes del pueblo y algún que otro forastero como yo. Mientras nos acercábamos sobre olas mansas, la casa asomaba un simple rectángulo de unos veinte metros de longitud, reseca por el sol, toda de ladrillos rojos sin friso que le daban una apariencia de fuerza a pesar de todo, incluso al techo de platabanda lleno de alcatraces y gaviotas que murmuraban graznidos silbosos. La rodeaba una alambrada de hoyos hexagonales sostenida por estacas de madera delgada que no impedían el irrumpir de jaibas y cangrejos de uno u otro lado jugando a hundirse en la arena delimitada.

NOCTURNO



















Es vital la noche para memoriarte
Puedo despedazarla en lunas
Enviarte cada luz moribunda
Cada cielo negro para alumbrarte

¿Qué harán tus ojos cuando los atrape
Tratando de soliviantarse a mis acosos?

Para adioses está buena esta noche
Toda sudada y olorosa a ciudad
Al hollín de pasos incomunicados
A voces rebotadas contra el corazón

¿Qué puede decir una mole urbana
Ante tantos anhelos desperdigados?
¿Qué me pudiste decir tú dormida
Entre aquellos encuentros celestiales?
¿Sabrá esta sábana de tu cuerpo
Tanto como yo sé de ti
Esta almohada cómplice
Este cuarto ahogado en discreciones?

¿Podrán adivinarte ahora
Escondida entre fugas irremediables?
Sé lo inútil que es hoy
Transformarte en pregunta

Has pasado
De ser mi fiel respuesta
A ser mi gran ausencia

Del libro inédito El Pozo de la Anhelos 

jueves, 9 de febrero de 2017

EL HACEDOR DE LÍNEAS


Hoy me atrevo a develar este secreto. Eran épocas donde las escuelas estaban mucho más separadas de los caseríos que hoy en día, inclusive, no pocos pueblos de Los Andes anhelaban tener una bonita, con los seis grados y un patio con el busto del Libertador que cuidara a los niños y a las niñas durante el recreo, adonde vinieran maestros y maestras para enseñar las claves del mundo. Había que caminar varios kilómetros del caserío hasta mi escuela, desde la salida del sol cuando aún no se desprendía de las montañas que asomaban como sombras silueteadas por la madrugada. Al salir no la sentía tan mía como cuando llegaba al portón, sudado a pesar del frío, cantando canciones de mis mayores o echando cuentos de aparecidos entre los amigos que nos íbamos reuniendo en caminata, para aprender a amar juntos aquel trecho.
Aunque a veces nos daban el aventón en los pocos camiones que había entre agricultores de la zona; salir bien temprano y el ejercicio de nuestros pasos insistentes eran la seguridad de una llegada firme y constante. Conocíamos trochas, pasadizos, ensenadas para recortar camino; lanzábamos piedras a los riscos, agarrábamos flores y les pegábamos la nariz a los pistilos para estornudar el polen destinado a las abejas. Casi al llegar hacíamos la consabida guerra de tártagos —frutos verdes de sabor horrible, del tamaño de una metra, provistos de suaves aguijones que caían de un esquelético árbol— volados como esquirlas desde nuestras manos letales hacia las propias espaldas. Al hacer nuestra entrada entre el muchacherío, por las respiraciones agitadas, las caras enrojecidas, los chorros de sudor sobre la frente, no podíamos simular la rochela que aún nos acompañaba.

PARPADEOS VII

SACIADOS

El desierto se expandió de felicidad al ver a los camellos sonreír.

VIRIDIANA
Sus hojas buscan saludar a un sol que baila al calor del techo de la casa.

RILKE
Ciérrenle los ojos. Ya la fiebre ha huido con su vida sobre los hombros.

MERCADO
Es mediodía y mi mano abierta aún no ha recibido la caricia de una limosna.

TAXI
Había soñado esta madrugada que me llevaría al centro comercial para comprar mis pantuflas pero pasó de largo.

MONO
De gorra, chaleco, sonrisa y perolita extendida enrosca el rabo en el poste de la luz persiguiéndome con la música del organillero pero no tengo dinero.

BARBARA
Y la llanura se tragó a la Doña.

martes, 7 de febrero de 2017

AMANTE

Su figura aguarda en una penumbra formada por el contraste entre la puerta de la habitación apenas entreabierta y la llamarada tenue de los candelabros. Juega al escondite con mi necesidad de amarla. Allí se despoja del guardainfante y adivino que van cayendo a la alfombra otros paños ya desautorizados por sus manos sobre la desnudez. Parece meditar, la veo y no la veo, la siento muy cerca, tanto, que el silencio de su respiración me abruma, el anuncio de su mirada acaricia mis presentimientos, la sospecha de una de sus picaras sonrisas me produce esos palpitares sabios, sutilmente desenfrenados, deslastrados de toda impostura.
Sufro una paralización momentánea e involuntaria, frente al no saber el momento en el cual saldrá mojada de oscuridades. A sabiendas de mi espera, extiende un tanto su estancia metida en ese diminuto sentido, quizás atravesando mi soledad con pensamientos traviesos, con esas cavilaciones previas a lo creado por nuestras pasiones juntas. Extiende su brazo derecho brillando hasta su manita, hasta sus dedos de finísima relajación, donde las yemas lanzan códigos indescifrables de una odalisca vaticinada por mis maravillas. Su brazo izquierdo inicia un breve juego serpentino, seguido del avance de su cuerpo limpio de ropajes. Da un corto rodeo para soplar las velas y oscurece con dulzura mis expectativas.

lunes, 6 de febrero de 2017

GLOSA A NICOLASITO

“El papagayero con más horas de vuelo en el mundo”

Verada en papel de seda
Traza el cielo con un hilo
Va corriendo en la vereda
Colgado desde un pabilo













I
Como tramado en el cielo
la infancia es un monumento
da sonrisa al sentimiento
con pasión que rompe hielo
Nunca prepara el modelo
él orden la gran rueda
un ovillo desenreda
y el movimiento provoca
donde la gente coloca
verada en papel de seda

II
Las cruces van navegando
en sus manos de Mambrú
tejen cuerpos de bambú
donde cristos van soñando
que al pueblo van liberando
de la navaja y su filo
con espíritu tranquilo
enchapado en inquietud
esta eterna juventud
traza el cielo con un hilo

III
Encuentren manualidad
en toda su horticultura
Maestro de la pintura
Ejemplo de libertad
Se desboca en su bondad
como sombra de arboleda
Los niños en polvareda
Buscan su alma de gitano
Como en un verso pagano
va corriendo en la vereda

IV
Y ya tercias tu trompeta
en pentagrama feliz
Al son le das su matiz
con tu fórmula secreta
Llevas sino de poeta
ante quien yo me encandilo
Tu record lo recopilo
El mundo te lo devoras
Papagayero en más horas
colgado desde un pabilo

NICOLASITO














sábado, 4 de febrero de 2017

CHAVEZ: ENTRE FICCIONES Y REALIDADES VISUALES (PARTE II)


PEDRO PEREZ DELGADO "MAISANTA"
¿Qué es la realidad sino un conjunto de aproximaciones infinitas de lo que somos? La realidad está mediada por un despliegue de probabilidades cuya precisión va a depender del vivir dinámico y diverso, donde las visiones que tenemos son la clave de esas aproximaciones. Ese vivir nunca es neutro; es más bien poderosamente intencionado porque es político. La probabilidad que escogemos para ver la realidad va a depender de la posición o tendencia política que tenemos del mundo. Si nuestra posición política es favorable a cualquier realidad a la que nos aproximemos, tendremos la tendencia a aceptarla y avalarla con todas nuestras fuerzas, en cambio, si somos contrarios a esa misma realidad nuestra tendencia será negarla.

Dependiendo del camino que se tome y la tendencia que se tenga para ver la realidad que rodea al Presidente Chávez se podrán proyectar verdades o mentiras. La dominación oligárquica y los agentes del capitalismo siempre han rodeado su realidad con infundios, infamias, acusaciones falsas, mentiras a través de la creación de realidades en sus laboratorios de guerra de cuarta generación (guerra sucia), desde donde se despliegan lógicas tramadas para tergiversar su pensamiento y obra. Esas mentiras perversas de los agentes oligárquicos no sólo van a cobrar enorme fuerza en el tránsito de su desaparición física y el lógico luto que el pueblo le guarda; además van a intentar perpetuarse en el imaginario de la gente con la finalidad de debilitar y buscar impedir el proceso revolucionario y popular que está en marcha. Esta es la base de la guerra de cuarta generación planteada en el mundo actual, donde Venezuela cobra un protagonismo trascendente.

DESAFIO PERMANENTE DE LOS REALIZADORES: HACER CINE DESDE LA GESTA DE CHAVEZ (PARTE I)


Sólo con el lenguaje del corazón podemos avistar en el futuro, lo que será la dimensión del Presidente Hugo Chávez en Venezuela, una vez ocurra su fecunda siembra en el imaginario popular y retomemos la cotidianidad donde lo dinamizaremos con nuestras luchas de todos los días. Hoy podemos constatar cómo el Presidente Chávez se integró a la mediática del siglo XXI, constituyéndose en la gran figura planetaria, en el más extraordinario personaje político, en la más destacada impronta social de este milenio apenas naciente. Quizás la más significativa dimensión suya —por la trascendencia tecnológica de este tránsito epocal que hoy vivimos— ha sido la proyección audiovisual generada a través de su liderazgo, en cuyo epicentro ha estado la educación política. El nacimiento y crecimiento de la personalidad trascendente del Presidente Chávez, transita en el mismo tiempo de consolidación de una poderosa e influyente base informática mundial, donde comunicación, diálogo, mediaciones, imágenes, mensajes, ediciones creativas se amalgaman y se tornan inimaginables en vínculos e integraciones. Allí, en ese ojo huracanado— cambiante e influyente— la extraordinaria vida de este Comandante-Presidente, continuará forjando desafíos mediáticos a quienes encuentren en su proyección hacia las futuras generaciones, creativas maneras de influir a través de su obra. Este reto, aderezado con el poder de la creatividad, con la altura de la ética política ciudadana, con el transparente sol de la verdad histórica, con la fresca sombra del árbol pedagógico, con el hábil brazo del asombro tecnológico, con las claves esenciales de todas las artes posibles e inimaginables, alcanza al oficio cinematográfico con particular llamado. Ya todas las artes se han venido ocupando de la estatura cívica y militar del Chávez mediático desde un pueblo —que como todos los pueblos del mundo— no descansa en transformar en arte todo lo que mira y profundiza, sin embargo, al cine corresponde tal vez el desafío de más envergadura en este acometido cuya finalidad no tiene fin, por el inagotable tinajero a través de cual se filtra un agua popular, fresca y sanadora.

UN PROCER ENVUELTO EN IMÁGENES
PRESIDENTE HUGO CHAVEZ EN SU PROGRAMA RADIAL
Venturoso es ver al Chávez siempre humano en todas las imágenes dedicadas a su trascendencia como líder universal. En el ejercicio de este liderazgo, tuvo el inusual privilegio de haber sido atrapado por la virtualidad de un tiempo «real» cuyo asombro aún nos asalta. Pudiéramos decir que una cámara telemática siguió al Presidente desde su aparición aquel 4 de febrero de 1992, se mantuvo encendida durante todo su recorrido por la gesta popular que le acompañó hasta hoy, donde la sensible ausencia que traza, busca mayores emanaciones creativas de una lente que continuará activada, en la búsqueda de nuevas estéticas que multiformen la ética que él mismo forjó.