Siempre hay muchas
voces en la historia de nuestra vida. Las distintas voces que somos nosotros y
las voces de los demás. Nuestra historia siempre es una historia polifónica. Así,
poniendo en relación significativa diversas historias sobre nosotros mismos, también
aprendemos a componer nuestra historia. Y a modificarla.
Jorge Larrosa
De
pie en mis doce años frente a una escuela Parroquial en Catia, donde estudié
quinto y sexto grado, creo oportuno confesar mi aborrecimiento a la pedagogía. Por
años creí la culpabilidad de este sentimiento tan contradictorio, situado en
los muros de la escuela, en su estructura y su gente pero estaba equivocado. Uno se
va de esas paredes y se lleva en el alma las huellas infringidas por el monstruo
pedagógico.
Mi Mamá me había iniciado en las primeras nociones y conocimientos asesorada por un infalible orientador: el libro Mantilla. Entre sus angustias de ama de casa resultó ser casi esa maestra dotada con la paciencia de los años de ejercicio –aunque a veces se le agotaba pronto- que me posibilitó leer y escribir con bastante solvencia a los seis años.