Si alguien
merece un taburete especial en el recinto de nuestra memoria ése es el
Libertador Simón Bolívar. Sobre todo en estos tiempos de acosos directos de los
imperios de turno, nuestro grande héroe caraqueño es el acompañante infalible de los pensamientos y acciones que nos acometen.
Precursor
del antimperialismo como lo invistió el historiador cubano Francisco Pividal, las
ideas bolivarianas son esenciales a nuestra memoria y a nuestras juventudes. Mirar
el mundo con el ojo de los pueblos como aprendió a mirar Bolívar, supone
deslindar el campo de los imperios de siempre que aún nos subyugan y nos amenazan
del vasto e infinito cosmos en donde los pueblos gravitan en su fecunda
complejidad, en su caos bullente que desenreda y enreda realidades, en esos aprendizajes que están más en su empírica trascendencia porque se
amalgaman a los grandes discursos que también son importantes. No se pueden luchar
los desafíos políticos de la hora sin contemplar un aporte sesudo al
enfrentamiento con los imperios y en el huracán de esta refriega Bolívar es
vanguardia imprescindible.