ALADINO Y LA LAMPARA MAGICA (1967) |
Entre
las cualidades humanas no hay virtud más descollante que la
genialidad. Ser un genio o tener una hija o un hijo genio es tal vez,
el deseo más ferviente de todo ser humano y no acceder a los dones
que se dimensionan en este espacio sideral es la frustración
escondida más resentida del alma humana. Ser tocado por el hado de
la genialidad en algún estudio, trabajo, profesión o arte es motivo
de encontrados sentimientos colectivos. Aunque las personas geniales
pudieran ser arrastradas por la vanidad, la genialidad misma abstrae
del mundo común a los verdaderos genios: ésta parece ser su
característica más sobresaliente, por tanto, no debemos confundir
la genialidad con la fama; la mayoría de los famosos carecen del
verdadero genio, debido a que la fama está ligada (sobre todo en la
modernidad) a cuestiones enteramente mundanas, en cambio, no todos
los verdaderos genios son famosos, más en su época, porque la
genialidad está ligada a despliegues que parecen no ser de este
mundo; algo inexplicable. Por ello la noción de genio más cercana,
más fuera de lo común, la hallamos en el bestial libro Las
Mil Noches y una Más que
son historias recopiladas por el poeta Muhammed
el Gashingar,
en donde es común la aparición de seres etéreos, bondadosos o
severos, castigadores y burlones, cuyos dones se llaman genios.