miércoles, 14 de noviembre de 2018

LA DOCENCIA INSTIGADORA


Todas y todos desde que llegamos del cosmos a la barriga de la madre somos potenciales educadores y educadoras. Los procesos de aprendizaje que se despliegan en ese nicho vivencial son inimaginables y maravillosos; desde ese justo momento nos graduamos de educadores y educadoras. Aprendemos de nuestra madre las señales trascendentes del vivir y nuestra madre aprende de nosotros y nosotras la infinita memoria del universo del que alguna vez llegó. Es certero el maestro brasileño Paulo Freire cuando dice que “nadie educa a nadie, nadie se educa solo, nos educamos en comunión mediatizados por el mundo”. Cualquiera educa pero no todos educamos intencionadamente y para eso están los espacios reconocidos como educativos, en los cuales existen despliegues metodológicos para dinamizar el aprendizaje. En estos espacios educativos gravita la educación formal y en ésta se implica la docencia. Esto quiere decir que todos podemos ser educadores y educadoras en distintos contextos pero no todos ni todas somos docentes porque la docencia supone un acompañamiento de intencionalidad delimitada a procesos formales de la educación.