No
sé cómo llegué a Larsson. En estos casos, una no sabe si es la que
llama o si es la llamada. Llegué a pensar que Mikel era el
necesario, por eso llegué a amarlo. Nos ayudamos mutuamente.
Seguramente como yo, Mikel tenía iguales motivaciones de ser
encontrado o de ser creado: un periodista justiciero, valiente, ético
siempre es necesario en las historias humanas. En todo caso, Stieg
era el imprescindible. No ha sido sencillo bregar con alguien tan
extravagante, claro, había que serlo tanto como yo. No fue difícil
encontrarlo en el holograma, aunque casi nadie sabe cómo cuesta que
a una la inventen, ni sabe nadie que una desea ser inventada. Tarda
siglos o años o segundos: es un azar; porque nadie sabe cuánto
tarda una en dar con el que deber ser su escritor. Lo cierto es que
jamás imaginé -seres como nosotras, en realidad, no imaginan- que
dando con el tipo justo, Stieg me iba a colocar en una vida tan
sórdida. Aspiraba desplegarme como una activista del feminismo que
denunciara esos asuntos con soltura y sencillez, pero esto que he
terminado siendo es como para reflexionar largamente. Era mi destino.
jueves, 20 de diciembre de 2018
ADORMECIDA
Te
me quedas adormecida
en
ese vapor diario juntos
cuando
las gentes tejen amistades
Te
me quedas adormecida
en
esa resistencia sosegada
donde
viven los palpitares sencillos
El
pan se cuece crepitante
Un
columpio espera oscilante a una niña
Allí
te me quedas adormecida
Donde
vive el duende de los inviernos
Donde
el Abya Yala se levanta solemne
Adormecida
vas en mi recuerdo
Cada
vez que una baraja cae
y
algún obrero grita: “¡Truco!”
Te
despierto en mi solsticio
Tú
allí como una cayena
que
vive un siglo serena en mi jardín
ávida
de la lluvia que llora el sol
Tú
allí bosquejada por mis manos
De
firme mirada primaveral
De
suave y retumbante pisada
Aquí
te me quedas
tan
adormecida
para
mantenerme despierto con tu sueño
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