Azabache, el perro del niño Neyder, corretea
frecuentemente al gallo de una familia vecina. Siempre se les ve en este juego
de animales, cada vez que el gallo cruza el límite de una pared que divide las
casas de ambas familias. Cuando el gallo se devuelve aleteando, Azabache queda
moviendo la cola con la lengua afuera al contemplar algunas plumas que caen
como señal de la huida.