De saco sport blanco,
camisa rosa, pantalón negro, zapatos dos tonos brillantes, copetín engomado,
sonrisa de lado a lado va el Vendedor de Huecos por las calles, con su caminar
elegante, vista al frente del camino, mentón al aire, diciendo de su mercancía
los mejores conceptos, definiciones y cualidades. Hasta canta, cada tanto, las
virtudes del producto oculto en el maletín impecable y allí sus dedos tamborilean
rítmicas ofertas, simulando ensoñaciones.