Cualquiera puede escribir acerca del beso pero no del mío
De
aquel tan anhelado en las sombras de los parques
De
aquel imaginado en largos insomnios pensados en ti
Cualquiera
puede llegar a sospechar de mis labios teorizándolos
No
era cuestión de palabrearlo o de pedirlo sino de sentirlo
Luego
de tantos encuentros salibales de diferentes tiempos
Supe
de eso vaporoso allí cercano tratando de hacernos ser
Y
reías proponiendo algún cambio de color en tu carmín
Inútilmente
te recité el capítulo siete de Rayuela a temple
Como
si en vez de Cortázar yo lo hubiese escrito para ti
Par
de gélidos signos de admiración enfriaron tus pupilas
El
humo de dos tazas de café y mi adiós te fueron iguales
A
varios pasos de distancia me llamaste: "¿Y el beso?"
Tardíamente
lo miré en tu sonrisa glorificando mi derrota.