«Pararon
las cámaras.–Creo
que ha quedado bien –dijo Nixon–. ¿Cuánto tiempo ha durado este
spot?–Cuarenta
y ocho segundos. Pero,
en el intervalo, se había producido un problema técnico. La sirena
de un vehículo de la Policía que porfiaba por abrirse paso en una
calle contigua, había sido captada por la cinta sonora. –Cinema
verité –comentó alguien. No
obstante Harry Treleaven lo consideró, sencillamente, como una
verdadera pifia. Se recibió aviso del cuarto de control, la
grabación debía repetirse».
LIBRO:
¿CÓMO SE VENDE UN PRESIDENTE?
JOE
MCGINNIS
Hoy
que presenciamos la mamarrachada electoral consumada en México en
contra del pueblo, no podemos más que valorar la consolidación de
una dimensión electoral, como la desplegada en el proceso
bolivariano venezolano. De nuevo el tramposo PRI de toda la vida,
hizo uso de su ergástula electoral y condujo—sin aviso y sin
protesto— la trampa a favor de la pandilla burguesa que ha
usufructuado el esfuerzo de las luchas de ese pueblo, por más de
cien años, para favorecer a la oligarquía. El control absoluto de
la institución electoral por parte de una mafia es clave para la
materialización de esta ignominia.
En
la Venezuela de los últimos trece años ha ocurrido un cambio en la
visión electoral, al transformarla en poder ciudadano y enunciarla
como uno de los estamentos al servicio del poder popular, a través
de lo que constitucionalmente llamamos Consejo Nacional Electoral
(CNE). Esto impide que toda posibilidad de retorno al gobierno, por
parte de los cipayos politiqueros de las oligarquías del patio se
haga realidad a través de la trampa y de la manipulación, como
sucedió durante casi 40 años.