sábado, 28 de marzo de 2020

CORONAVIRUS: ¿DONDE ESTA LA HUMANIDAD AUSENTE EN LA PELICULA DOCE MONOS?


Primero oyeron que en el campamento aqueo se había declarado una epidemia; el asirio supuso que tenía mucho que ver con la estrechez y las apestosas aguas fecales. Ulises sin duda hallaría un camino para aprovechar la epidemia en beneficio propio y de Agamenón.
GISBERT HAEFS
TROYA


A Chris Marker


LA JETEÉ
Es ancestral el respeto del ser humano y humana a la naturaleza. Perecer por una causa desconocida que afecte el cuerpo humano es un temor que hizo voltear la mirada hacia la montaña vegetal o al desierto inhóspito o a la profundidad de los grandes océanos o a los cielos productores de huracanes y diluvios, por esta razón han llegado a ser los objetos de adoración esenciales de ritos y mitologías iniciáticas. Se extendió desde la aparición humana hasta la consolidación de la ciencia, un paulatino ascenso de ese horror a todo lo que fuera origen o escatología que afectara la vida.

LA JETEÉ
La llamada modernidad colocó a la ciencia como suprema mediadora entre la naturaleza y la humanidad y pasó a asumir la confrontación y el control de todos los miedos. Equivocan quienes ubican a los avances de la ciencia como los bienhechores de la salud humana (sobre todo la europea) ya que esta bondad se produjo luego de que invadieran el continente del Abya Yala y se robaran (además de sus recursos minerales) dos fuentes inestimables que les preservó de las principales plagas infecciosas y contaminantes, a saber: 1° el tubérculo llamado papa como alimento nutritivo que les revalorizó el concepto de lo vegetal y les suministró defensas al cuerpo y mayores posibilidades de tratamiento y sanación; y 2° los sistemas de acueductos para la canalización de las aguas servidas y excrementales, cuyas claves encontraron en los imperios azteca e inca, que les permitió dejar de andar entre el estiércol infeccioso que cada tanto les mataba por miles, a través de pestes desconocidas. Es importante recordar que las culturas llamadas prehispánicas (ancestrales) todas consideradas en Europa como “salvajes” (entre otras cosas, por bañarse el cuerpo con agua a diario), eran absolutamente asépticas y no conocían ni la infección ni la muerte por enfermedades que luego les vinieron de aquel Norte invasor y que contribuyeron con el genocidio de que fueron víctimas.

LA JETEÉ
Aquel desarrollo científico que iniciaron, les permitió a los europeos fabricar las cárceles biológicas necesarias para aislar, controlar y manipular a las bacterias y virus que producían las enfermedades y las pandemias aniquilantes. Más que sanar, el objetivo que se enunció y se hizo práctica fue el de manipular para re-enfermar (crear nuevas enfermedades). Paradójicamente los europeos han utilizado a la ciencia desarrollada como método, más para sacar partido económico, militar y bélico a las enfermedades sufridas, que para sanar el cuerpo físico, social y planetario: esto lo demostraron los nazis con el tristemente célebre doctor Mengele y sus experimentos en seres humanos. En esta misión los acompañan los Estados Unidos (EEUU) como potencia sucesora en el capitalismo.

LA JETEÉ
Esta carrera científica dio nacimiento a la bacteriología que alimentó conocimientos a la posterior farmacología cuyos poderes (secretos) permiten a los fabricantes de químicos y fármacos amasar miles de millones en dinero influyente y administrar la salud de poblaciones enteras reciclando enfermedades. Los emporios científicos al servicio de los agentes del imperialismo capitalista dominan actualmente todos los recursos de la naturaleza y son los mediadores con la égida de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Junto a los agentes químicos, que activa un desconocido pero posible número de bacterias, virus y otros materiales que pueden afectar a la vida humana, la experimentación tiene turbias finalidades. Este recurso en manos de los poderes hegemónicos posibilita al aparato bélico imperialista la incorporación de los agentes bacteriológicos patógenos como armas de guerra. Pandemias sufridas desde la antigüedad occidental han sido aprovechadas por los poderosos y sus ejércitos para dominar y hoy día, con los recursos de la ciencia, producen ataques bélicos instantáneos que diezman poblaciones enteras y ganan territorios para sus influencias nefastas; África pudiera decir mucho de esta guerra en su contra. Allí los agentes del imperialismo han utilizado virus y bacterias teniendo como muestra a la patología denominada ébola.

EL APROVECHAMIENTO DE LA CULTURA PARA ATERRORIZAR Y DOMINAR

JULIO VERNE
Una cultura de la ciencia-ficción también nació (con ese nombre) de la amalgama entre ciencia y arte, contribuyendo a colocar el terror y el miedo en la manipulación científica, dejando sucedánea de estos males a la naturaleza (aunque siempre susceptible de ser destruida). Con antecedentes en los alquímicos medievales y en los aparatos renacentistas de Leonardo Da Vinci, el iniciador modernista de la ciencia ficción fue el escritor francés Julio Verne a quien el arte del cine le ha rendido innumerables homenajes, con el resultado no pocas veces obtenido de la formación de un espectador alienado ante el temor a lo científico y con horrores subconscientes como el de sufrir una invasión extraterrestre. Para quienes lo dudan, recordemos el terror producido en la realidad por el programa radial La Guerra de los Mundos, mediado por el cineasta estadounidense Orson Welles en 1938, que paralizó a la ciudad de Nueva York.

La manipulación de virus y bacterias como destrucción humana, por igual comenzó a ser rentable como tema de la ciencia-ficción en el cine para fundir los apetitosos intereses entre terror y taquilla, produciendo miles de horrores contabilizados en dólares, con énfasis en la contaminación viral, la sumisión total a la biomedicina y el trágico distanciamiento irremediable de la naturaleza. Quienes alimentan al cine industrial teniendo como ejemplo en la fabricación de bichos maléficos al emporio de Hollywood, han trabajado la producción de terror en la ciencia-ficción, necesaria para dejar latente en millones de audiencias la alienación que les haría responder con miedo, con terror, a toda manipulación informativa al respecto, colocada en las llamadas redes sociales.

LO QUE USTED NECESITA SABER ACERCA DE LA BANDA DE LOS DOCE MONOS 

Hoy que la pandemia del llamado COVID-19 o coronavirus se extiende por toda la Pacha Mama, podemos constatar las estancias de manipulación que se experimentan en esas redes informáticas, produciendo contradictorias respuestas en los cibernautas (más que preguntas, lamentablemente) a las diferentes expectativas informativas. De todo ese río de temáticas donde la manipulación científica busca aterrorizar a los humanos y humanas podemos extraer algunas películas que tienen al elemento bacteriológico como factor de guerra, agresión y chantaje. Tal vez el más interesante filme donde el ataque bacteriológico significa el arma invisible que asecha a la humanidad lo dirigió el estadounidense Terry Gilliam titulado Doce Monos (1995). Al salir de la sala, este significativo largometraje de la moribunda ciencia-ficción, nos deja la sensación de que otro filme invisible y paralelo comienza a correr con los años de nuestra vida y en cualquier momento se manifestaría, al introducirnos como personajes.

EL MUELLE DE LOS DOCE MONOS O EL VIRUS QUE SE SALIO DE LA PELICULA

El cineasta y documentalista francés Christian François Bouche-Villeneuve, conocido en el medio del cine como Chris Marker, realizó el guión y la dirección del filme documental La Jetée (El Muelle, 1962). Dicha obra muestra una honda y responsable preocupación acerca del peligro de la bomba atómica en un interesante planteamiento con el juego del tiempo histórico y la ciencia. Esta inmortal experiencia de 28 minutos sirvió como inspiración al equipo de producción de la película estadounidense Doce Monos, para plantear el acabose casi total de la vida humana por causa de la contaminación de un virus letal.

CHRIS MARKER
Dos aspectos unen a La Jetée y Doce Monos, a saber: el peligro de exterminio de la vida humana y el viaje en el tiempo como ciencia-ficción. Aunque no fue puramente argumental la escogencia del célebre documental francés, dada la consideración de clásico del cine de esta obra de Marker que agregaría más notoriedad al producto hollywoodense, la preocupación por la vida humana y el ejercicio del tiempo son también relevantes en la obra de Gilliam. Un grupo de científicos aislados en un laboratorio de la tierra, luego de la casi total extinción de la vida humana por efectos desconocidos, envían al presidiario Alex Cole (Bruce Willis) en un viaje en el tiempo años atrás, con el fin de averiguar las causas de aquella catástrofe. Luego de pasar por un manicomio al ser arrestado y considerado loco, se consigue con el joven Jeffrey Goines (Brad Pitt) y con  la doctora Kathryn Railly (Madeleine Stowe). Alex va descubriendo que la causa del exterminio humano ha sido un virus que manos inescrupulosas han esparcido en la tierra para destruir la vida humana.

WILLIS Y PITT
Jeffrey es la proyección de una juventud irresponsable que protesta contra el consumismo de la sociedad sin ningún vínculo personal sólido, ni sensibilidad humana, vecinal o política. Ha sido recluido en el manicomio por su padre (Christopher Plummer), quien es un afamado científico que experimenta con enfermedades infecciosas. La doctora Kathryn es la proyección de esa ciencia responsable y muy preocupada por sus pacientes, que logra rebasar la mirada positivista en el sospechoso Alex Cole y se involucra más allá de la psicología en la misión futurista que por igual va comprendiendo, al examinar a quien ya no considera un demente. Acciones sociales irresponsable más ciencia bondadosa son extremos que se juntan para comprender un peligro que termina acabando con la humanidad.

LA LOCA CIENCIA FRENTE A LA VIDA HUMANA

WILLIS CON MADELEINE STOWE
Un inadvertido y solitario doctor Peters (David Morse) quien trabaja en el laboratorio del afamado científico Goines, y que no tiene aparentes razones para acabar con la vida humana, termina siendo el macabro personaje que lleva en un maletín los tubos con el virus contaminante y letal. A Cole y a la doctora Kathryn, ya aliados en la misión, les cuesta dar con el paradero de Peters porque se consiguen con la banda contestataria Los Doce Monos que son una mampara de Jeffrey (cómplice de la conspiración) para lanzar consignas apocalípticas en las calles, con la facha de fanáticos religiosos. Los Doce Monos significan una visualización irresponsable y pesimista de la organización social, además, subjetivamente simbolizan la perversión de la cadena evolutiva de Charles Darwin basada en el ciclo evolutivo del mono al hombre. Se quiere dar a entender que la evolución darwiniana será destruida.

¿Quién es Peters? ¿Quién es el destructor y asesino contaminador Peters? Simboliza al científico loco de siempre que las mediáticas nos han dibujado en sus arqueologías metafísicas. Pero en este caso no es aquel doctor chivudo, con los ojos brotados de un orate, acompañado de un ayudante físicamente deformado y que ríe como una hiena, no, nada que ver. Ahora el nuevo científico (igual de) loco tiene el perfil de un tipo silencioso, sonriente, afable, pulcramente afeitado, con facha de religioso, igual bata blanca, aura de cuerdo que deambula por el laboratorio para cuidar los experimentos. Peters es la semblanza de esa nueva ciencia atolondrada, siempre peligrosa, considerada imparcial, capaz de acabar con la humanidad y que se sospecha dirigida por alguna potencia imperial. ¿Pero quién manda a Peters? ¿O acaso Peters se gobierna solo?

DEL ALERTA DE MARKER AL MAREO DE GILLIAM

LA JETEÉ
En el documental La Jetée, Marker utiliza el viaje en el tiempo para plantear un alerta y así problematizar la utilización de la energía atómica como fin de la humanidad. En su propuesta de documental subjetivo a través de fotos fijas, la ciencia ficción está al servicio de la posibilidad humana de rectificar, de hacer memoria para restaurar el porvenir. La simbología del presidiario (Davos Hanich) es de regeneración, redención humana: es un prisionero político. En cambio el criminal de Gilliam practica una avanzada de desesperación, producto de un chantaje científico-carcelario; es una misma búsqueda de libertad con dos motivaciones diferentes, la primera consciente (amorosa), la segunda desquiciada (odiosa).

Siendo genial, el viaje en el tiempo de Alex Cole es un mareo visual que distrae la atención de la audiencia acerca de los autores intelectuales que movilizan a Peters. No importan quiénes están detrás de la conspiración escondida por Peters en su maletín de científico. Queda en quienes pueblan las butacas de la sala el impacto, al descubrir que las imágenes que ha soñado Alex Cole a lo largo de la trama en sus tormentos de presidiario se hacen reales, cuando se mira a sí mismo siendo un niño. Se trata de la película mental del adulto Alex Cole, viéndose asesinado en un aeropuerto a manos de un agente de policía, mientras el científico conspirador, que lleva el virus contaminador en un maletín, escapa. El heroísmo de Alex Cole queda atrapado eternamente en una espiral sin retorno, desesperanzadora.

Mientras Chris Marker en su documental, llama la atención responsablemente a las dos potencias involucradas acerca de una posible tercera guerra mundial  con el peligro atómico contra la vida, utilizando la memoria humana y el amor como indispensables temas transversales, en cambio, Terry Gilliam deja en las espaldas irresponsables de la ciencia, el señalamiento de culpabilidad de un posible ataque bacteriológico que acabe con la humanidad.

¡CAMARA! ¡ACCION! LLEGA EL CORONAVIRUS

Gilliam y su equipo nos dicen que a pesar de la destrucción de la vida humana en el planeta (porque en el filme ni los animales ni las plantas resultan afectados) los científicos que están bajo tierra tratando de averiguar el origen del virus son gringos. Nos dicen que si los gringos están buscando salidas ante la destrucción producida por el virus que invadió el aire, es porque ellos no produjeron la contaminación. Además, de nuevo los gringos quedan como “salvadores del mundo” hasta en el exterminio final (destino manifiesto).

Horas después de lógica reflexión, recomendando la película entre sus amistades, las audiencias se dicen: “Los gringos no conocen el virus por lo tanto no fueron ellos quienes indujeron a Peters”: es un letal silogismo peor que cualquier virus. Hoy que el presidente de EEUU Donald Trump vocifera (sin tapaboca) que el COVID-19 es el “virus chino”, queda patentizada esta sutil manipulación en la película Doce Monos. Venidas de un Presidente inmoral que desde que llegó a la Casa Blanca desincorporó a los EEUU de todos los espacios internacionales de diálogo para el control de armas nucleares, de la emanación de gases tóxicos, del recalentamiento global y otras posibles y futuras pandemias, estas palabras hipócritas a todas luces, responden a los intereses de una corriente hegemónica agresiva, invasora, irresponsable, causante de todos males que puedan surgir en el planeta. Se debe tener una sólida interpretación política del planteamiento realizado en esta película para derribar la lógica fabricada en su conclusión, ya que favorece a los EEUU y culpa subliminalmente a sus supuestos enemigos ocultos.

Es genial en Doce Monos (y se le agradece a Gilliam) que no aparezcan zombis horrorosos contaminando a los demás con mordiscos sangrientos (Guerra Mundial Z, Forster, 2013), ni cadáveres podridos (Contagio, Soderbergh, 2011). Nosotros y nosotras, hoy en peligro de contaminación por el coronavirus, no aparecemos en la película Doce Monos porque se nos busca enfermos, se nos investiga para ver cómo nos llegamos a contaminar. Los espectadores estamos en el previo cuando la conspiración aún se trama, adonde llega Alex y se encuentra con Kathryn para buscar remedio. Y luego estamos en el final, debajo de la tierra cuando los pocos y pocas humanos que quedaron, tratan de sobrevivir. Ese espacio temporal en que estamos invisibilizados en la película, se deja para que llene el vacío de la expectativa de la audiencia. Se trata del mecanismo necrófilo de destrucción donde cada quien se pregunta por lo que sufrimos, el por qué llegamos a destruirnos y es ocupado en estos momentos por la población mundial que vive una realidad alarmante debido a la contaminación de un virus cuyo origen tiene las evidentes neblinas que expone la película Doce Monos para favorecer a la imagen gringa.

LA JETEÉ
Hoy somos, fuera del producto hollywoodense, las víctimas reales de una guerra contra los pueblos, que tiene al imperialismo capitalista y a sus agentes como directos responsables. Somos los y las protagonistas de una película cuyo guión fue tramado hace décadas y es observada por los dueños de las corporaciones (reyes y príncipes) en confortables divanes. Todo ha sido diseñado por quienes se niegan a salvar el planeta de la contaminación que ellos mismos le han producido. Nos calculan como enfermos, como muertos y como sobrevivientes para continuar sirviendo a sus intereses. La derrota de estos virus y sus contaminaciones por parte de los pueblos organizados, será a su vez, el entierro paulatino pero seguro del imperialismo capitalista y sus lacayos por fuerza de la conciencia, la educación y nuevas iniciativas sociales que los desenmascare y los someta para siempre.       



6 comentarios:

  1. Extraordinario trabajo. Felicitaciones!me recordó la jornada Freiré de el Vigía y el planteamiento que hizo el compañero de Naguanagua. "la tierra esta viva y también tiene sus mecanismo de defensa". cada vez que levanta un avión vuelo la polución es la que producen diez mil autos. en España nada mas cada día son mil vuelos que no se hacen. ¿cuantos en el mundo, cuanta contaminación paralizada?

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  2. Magnífico ensayo, como casi todos los publicados en este blog.
    El mundo ficcional guarda más contactos con la realidad de los que creemos.
    Esperemos a ver los alcances y las consecuencias de esta pandemia, que parece haber salido de un laboratorio de ciencia ficción. Sigamos meditando sobre ella. Luis Britto

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  3. Un ensayo bien interesante Dr. Una perspectiva distinta sobre el COVID.19; de manera particular, el tratamiento político ideológico que, para sus fines, utiliza el poder hegemónico mundial para sembrar la idea de una "nueva normalidad; es decir, un giro de360°: "cambiar para que nada cambie" y que, por el contrario se fortalezcan sus estructuras de dominación.

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    1. Es un trabajo de interpretación interesante y acucioso de lo que es capaz de hacer una potencia en un mundo en el cual casi todos los humanos vivimos desprevenidos de quienes pueden causar horror y destrucción del único lugar del universo donde hasta ahora se ha demostrado que existe VIDA. Ronny Velásquez.

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  4. Excelente análisis, ya muchas de estas producciones han dejado los indicios de las estrategias de las elites de imperio. Desde el séptimo sello de 1957 pasando por La Amenaza de Andrómeda de 1971, 12 monos, Resident Evil 2002, hijos de los hombre 2006, Soy Leyenda 2007, a ciegas, Contagio 2011, guerra mundial Z 2013, Viral 2016 y algunas más que se me escapen de la memoria te plantean: un enemigo hipotético, un salvador(gringo o que parece gringo) y algo que no se ve a simple vista, un final en todas, sin nosotros o por lo menos más del 80% de población frita no sobrevive.

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    1. Buen resumen de películas sobre el tema; yo pondría Hijos de los hombres en una clasificación aparte, junto a 28 días (28 days later), son el tipo de película británica donde agregan un afroingles (en ambas películas son mujeres), roles femeninos fuertes y ruptura con el supuesto sistema dominante, sobre todo desnuda la violencia en los "sanos" que dan rienda suelta a su salvajada cuando hay la ruptura de la "normalidad"

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