Primero oyeron que en el campamento aqueo se
había declarado una epidemia; el asirio supuso que tenía mucho que ver con la
estrechez y las apestosas aguas fecales. Ulises sin duda hallaría un camino
para aprovechar la epidemia en beneficio propio y de Agamenón.
GISBERT HAEFS
TROYA
A Chris Marker
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LA JETEÉ |
Es ancestral el respeto del ser humano y
humana a la naturaleza. Perecer por una causa desconocida que afecte el cuerpo
humano es un temor que hizo voltear la mirada hacia la montaña vegetal o al
desierto inhóspito o a la profundidad de los grandes océanos o a los cielos
productores de huracanes y diluvios, por esta razón han llegado a ser los
objetos de adoración esenciales de ritos y mitologías iniciáticas. Se extendió
desde la aparición humana hasta la consolidación de la ciencia, un paulatino
ascenso de ese horror a todo lo que fuera origen o escatología que afectara la
vida.
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LA JETEÉ |
La llamada modernidad colocó a la ciencia
como suprema mediadora entre la naturaleza y la humanidad y pasó a asumir la
confrontación y el control de todos los miedos. Equivocan quienes ubican a los
avances de la ciencia como los bienhechores de la salud humana (sobre todo la
europea) ya que esta bondad se produjo luego de que invadieran el continente
del Abya Yala y se robaran (además de sus recursos minerales) dos fuentes
inestimables que les preservó de las principales plagas infecciosas y
contaminantes, a saber: 1° el tubérculo llamado papa como alimento nutritivo
que les revalorizó el concepto de lo vegetal y les suministró defensas al
cuerpo y mayores posibilidades de tratamiento y sanación; y 2° los sistemas de
acueductos para la canalización de las aguas servidas y excrementales, cuyas
claves encontraron en los imperios azteca e inca, que les permitió dejar de
andar entre el estiércol infeccioso que cada tanto les mataba por miles, a
través de pestes desconocidas. Es importante recordar que las culturas llamadas
prehispánicas (ancestrales) todas consideradas en Europa como “salvajes” (entre
otras cosas, por bañarse el cuerpo con agua a diario), eran absolutamente
asépticas y no conocían ni la infección ni la muerte por enfermedades que luego
les vinieron de aquel Norte invasor y que contribuyeron con el genocidio de que
fueron víctimas.
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LA JETEÉ |
Aquel desarrollo científico que iniciaron,
les permitió a los europeos fabricar las cárceles biológicas necesarias para
aislar, controlar y manipular a las bacterias y virus que producían las
enfermedades y las pandemias aniquilantes. Más que sanar, el objetivo que se
enunció y se hizo práctica fue el de manipular para re-enfermar (crear nuevas enfermedades).
Paradójicamente los europeos han utilizado a la ciencia desarrollada como
método, más para sacar partido económico, militar y bélico a las enfermedades
sufridas, que para sanar el cuerpo físico, social y planetario: esto lo
demostraron los nazis con el tristemente célebre doctor Mengele y sus
experimentos en seres humanos. En esta misión los acompañan los Estados Unidos
(EEUU) como potencia sucesora en el capitalismo.
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LA JETEÉ |
Esta carrera científica dio nacimiento a la
bacteriología que alimentó conocimientos a la posterior farmacología cuyos
poderes (secretos) permiten a los fabricantes de químicos y fármacos amasar
miles de millones en dinero influyente y administrar la salud de poblaciones
enteras reciclando enfermedades. Los emporios científicos al servicio de los
agentes del imperialismo capitalista dominan actualmente todos los recursos de
la naturaleza y son los mediadores con la égida de la Organización Mundial de
la Salud (OMS). Junto a los agentes químicos, que activa un desconocido pero posible
número de bacterias, virus y otros materiales que pueden afectar a la vida
humana, la experimentación tiene turbias finalidades. Este recurso en manos de
los poderes hegemónicos posibilita al aparato bélico imperialista la
incorporación de los agentes bacteriológicos patógenos como armas de guerra.
Pandemias sufridas desde la antigüedad occidental han sido aprovechadas por los
poderosos y sus ejércitos para dominar y hoy día, con los recursos de la
ciencia, producen ataques bélicos instantáneos que diezman poblaciones enteras
y ganan territorios para sus influencias nefastas; África pudiera decir mucho
de esta guerra en su contra. Allí los agentes del imperialismo han utilizado
virus y bacterias teniendo como muestra a la patología denominada ébola.
EL APROVECHAMIENTO DE LA CULTURA PARA
ATERRORIZAR Y DOMINAR
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JULIO VERNE |
Una cultura de la ciencia-ficción también
nació (con ese nombre) de la amalgama entre ciencia y arte, contribuyendo a
colocar el terror y el miedo en la manipulación científica, dejando sucedánea de
estos males a la naturaleza (aunque siempre susceptible de ser destruida). Con
antecedentes en los alquímicos medievales y en los aparatos renacentistas de
Leonardo Da Vinci, el iniciador modernista de la ciencia ficción fue el
escritor francés Julio Verne a quien el arte del cine le ha rendido
innumerables homenajes, con el resultado no pocas veces obtenido de la
formación de un espectador alienado ante el temor a lo científico y con
horrores subconscientes como el de sufrir una invasión extraterrestre. Para
quienes lo dudan, recordemos el terror producido en la realidad por el programa
radial La Guerra de los Mundos, mediado por el cineasta estadounidense Orson
Welles en 1938, que paralizó a la ciudad de Nueva York.
La manipulación de virus y bacterias como
destrucción humana, por igual comenzó a ser rentable como tema de la
ciencia-ficción en el cine para fundir los apetitosos intereses entre terror y
taquilla, produciendo miles de horrores contabilizados en dólares, con énfasis
en la contaminación viral, la sumisión total a la biomedicina y el trágico
distanciamiento irremediable de la naturaleza. Quienes alimentan al cine
industrial teniendo como ejemplo en la fabricación de bichos maléficos al
emporio de Hollywood, han trabajado la producción de terror en la
ciencia-ficción, necesaria para dejar latente en millones de audiencias la
alienación que les haría responder con miedo, con terror, a toda manipulación
informativa al respecto, colocada en las llamadas redes sociales.
LO QUE USTED NECESITA SABER ACERCA DE LA
BANDA DE LOS DOCE MONOS
Hoy que la pandemia del llamado COVID-19 o
coronavirus se extiende por toda la Pacha Mama, podemos constatar las estancias
de manipulación que se experimentan en esas redes informáticas, produciendo
contradictorias respuestas en los cibernautas (más que preguntas,
lamentablemente) a las diferentes expectativas informativas. De todo ese río de
temáticas donde la manipulación científica busca aterrorizar a los humanos y
humanas podemos extraer algunas películas que tienen al elemento bacteriológico
como factor de guerra, agresión y chantaje. Tal vez el más interesante filme
donde el ataque bacteriológico significa el arma invisible que asecha a la
humanidad lo dirigió el estadounidense Terry Gilliam titulado Doce Monos (1995).
Al salir de la sala, este significativo largometraje de la moribunda
ciencia-ficción, nos deja la sensación de que otro filme invisible y paralelo
comienza a correr con los años de nuestra vida y en cualquier momento se
manifestaría, al introducirnos como personajes.
EL MUELLE DE LOS DOCE MONOS O EL VIRUS QUE SE
SALIO DE LA PELICULA
El cineasta y documentalista francés
Christian François Bouche-Villeneuve, conocido en el medio del cine como Chris
Marker, realizó el guión y la dirección del filme documental La Jetée (El
Muelle, 1962). Dicha obra muestra una honda y responsable preocupación acerca
del peligro de la bomba atómica en un interesante planteamiento con el juego
del tiempo histórico y la ciencia. Esta inmortal experiencia de 28 minutos sirvió
como inspiración al equipo de producción de la película estadounidense Doce
Monos, para plantear el acabose casi total de la vida humana por causa de la
contaminación de un virus letal.
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CHRIS MARKER |
Dos aspectos unen a La Jetée y Doce Monos, a
saber: el peligro de exterminio de la vida humana y el viaje en el tiempo como
ciencia-ficción. Aunque no fue puramente argumental la escogencia del célebre
documental francés, dada la consideración de clásico del cine de esta obra de
Marker que agregaría más notoriedad al producto hollywoodense, la preocupación
por la vida humana y el ejercicio del tiempo son también relevantes en la obra
de Gilliam. Un grupo de científicos aislados en un laboratorio de la tierra,
luego de la casi total extinción de la vida humana por efectos desconocidos,
envían al presidiario Alex Cole (Bruce Willis) en un viaje en el tiempo años
atrás, con el fin de averiguar las causas de aquella catástrofe. Luego de pasar
por un manicomio al ser arrestado y considerado loco, se consigue con el joven
Jeffrey Goines (Brad Pitt) y con la
doctora Kathryn Railly (Madeleine Stowe). Alex va descubriendo que la causa del
exterminio humano ha sido un virus que manos inescrupulosas han esparcido en la
tierra para destruir la vida humana.
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WILLIS Y PITT |
Jeffrey es la proyección de una juventud
irresponsable que protesta contra el consumismo de la sociedad sin ningún
vínculo personal sólido, ni sensibilidad humana, vecinal o política. Ha sido
recluido en el manicomio por su padre (Christopher Plummer), quien es un
afamado científico que experimenta con enfermedades infecciosas. La doctora
Kathryn es la proyección de esa ciencia responsable y muy preocupada por sus
pacientes, que logra rebasar la mirada positivista en el sospechoso Alex Cole y
se involucra más allá de la psicología en la misión futurista que por igual va
comprendiendo, al examinar a quien ya no considera un demente. Acciones
sociales irresponsable más ciencia bondadosa son extremos que se juntan para
comprender un peligro que termina acabando con la humanidad.
LA LOCA CIENCIA FRENTE A LA VIDA HUMANA
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WILLIS CON MADELEINE STOWE |
Un inadvertido y solitario doctor Peters
(David Morse) quien trabaja en el laboratorio del afamado científico Goines, y
que no tiene aparentes razones para acabar con la vida humana, termina siendo
el macabro personaje que lleva en un maletín los tubos con el virus
contaminante y letal. A Cole y a la doctora Kathryn, ya aliados en la misión,
les cuesta dar con el paradero de Peters porque se consiguen con la banda
contestataria Los Doce Monos que son una mampara de Jeffrey (cómplice de la
conspiración) para lanzar consignas apocalípticas en las calles, con la facha de fanáticos
religiosos. Los Doce Monos significan una visualización irresponsable y
pesimista de la organización social, además, subjetivamente simbolizan la
perversión de la cadena evolutiva de Charles Darwin basada en el ciclo
evolutivo del mono al hombre. Se quiere dar a entender que la evolución
darwiniana será destruida.
¿Quién es Peters? ¿Quién es el destructor y
asesino contaminador Peters? Simboliza al científico loco de siempre que las
mediáticas nos han dibujado en sus arqueologías metafísicas. Pero en este caso
no es aquel doctor chivudo, con los ojos brotados de un orate, acompañado de un
ayudante físicamente deformado y que ríe como una hiena, no, nada que ver.
Ahora el nuevo científico (igual de) loco tiene el perfil de un tipo
silencioso, sonriente, afable, pulcramente afeitado, con facha de religioso,
igual bata blanca, aura de cuerdo que deambula por el laboratorio para cuidar
los experimentos. Peters es la semblanza de esa nueva ciencia atolondrada,
siempre peligrosa, considerada imparcial, capaz de acabar con la humanidad y
que se sospecha dirigida por alguna potencia imperial. ¿Pero quién manda a
Peters? ¿O acaso Peters se gobierna solo?
DEL ALERTA DE MARKER AL MAREO DE GILLIAM
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LA JETEÉ |
En el documental La Jetée, Marker utiliza el
viaje en el tiempo para plantear un alerta y así problematizar la utilización
de la energía atómica como fin de la humanidad. En su propuesta de documental
subjetivo a través de fotos fijas, la ciencia ficción está al servicio de la
posibilidad humana de rectificar, de hacer memoria para restaurar el porvenir.
La simbología del presidiario (Davos Hanich) es de regeneración, redención
humana: es un prisionero político. En cambio el criminal de Gilliam practica una avanzada de
desesperación, producto de un chantaje científico-carcelario; es una misma
búsqueda de libertad con dos motivaciones diferentes, la primera consciente
(amorosa), la segunda desquiciada (odiosa).
Siendo genial, el viaje en el tiempo de Alex
Cole es un mareo visual que distrae la atención de la audiencia acerca de los
autores intelectuales que movilizan a Peters. No importan quiénes están detrás
de la conspiración escondida por Peters en su maletín de científico. Queda en
quienes pueblan las butacas de la sala el impacto, al descubrir que las
imágenes que ha soñado Alex Cole a lo largo de la trama en sus tormentos de
presidiario se hacen reales, cuando se mira a sí mismo siendo un niño. Se trata
de la película mental del adulto Alex Cole, viéndose asesinado en un aeropuerto
a manos de un agente de policía, mientras el científico conspirador, que lleva
el virus contaminador en un maletín, escapa. El heroísmo de Alex Cole queda
atrapado eternamente en una espiral sin retorno, desesperanzadora.
Mientras Chris Marker en su documental, llama
la atención responsablemente a las dos potencias involucradas acerca de una
posible tercera guerra mundial con el
peligro atómico contra la vida, utilizando la memoria humana y el amor como
indispensables temas transversales, en cambio, Terry Gilliam deja en las
espaldas irresponsables de la ciencia, el señalamiento de culpabilidad de un
posible ataque bacteriológico que acabe con la humanidad.
¡CAMARA! ¡ACCION! LLEGA EL CORONAVIRUS
Gilliam y su equipo nos dicen que a pesar de
la destrucción de la vida humana en el planeta (porque en el filme ni los
animales ni las plantas resultan afectados) los científicos que están bajo
tierra tratando de averiguar el origen del virus son gringos. Nos dicen que si
los gringos están buscando salidas ante la destrucción producida por el virus
que invadió el aire, es porque ellos no produjeron la contaminación. Además, de
nuevo los gringos quedan como “salvadores del mundo” hasta en el exterminio
final (destino manifiesto).
Horas después de lógica reflexión,
recomendando la película entre sus amistades, las audiencias se dicen: “Los
gringos no conocen el virus por lo tanto no fueron ellos quienes indujeron a
Peters”: es un letal silogismo peor que cualquier virus. Hoy que el presidente de
EEUU Donald Trump vocifera (sin tapaboca) que el COVID-19 es el “virus chino”,
queda patentizada esta sutil manipulación en la película Doce Monos. Venidas de un Presidente inmoral que
desde que llegó a la Casa Blanca desincorporó a los EEUU de todos los espacios
internacionales de diálogo para el control de armas nucleares, de la emanación
de gases tóxicos, del recalentamiento global y otras posibles y futuras
pandemias, estas palabras hipócritas a todas luces, responden a los intereses
de una corriente hegemónica agresiva, invasora, irresponsable, causante de todos
males que puedan surgir en el planeta. Se debe tener una sólida interpretación
política del planteamiento realizado en esta película para derribar la lógica
fabricada en su conclusión, ya que favorece a los EEUU y culpa subliminalmente
a sus supuestos enemigos ocultos.
Es genial en Doce Monos (y se le agradece a
Gilliam) que no aparezcan zombis horrorosos contaminando a los demás con
mordiscos sangrientos (Guerra Mundial Z, Forster, 2013), ni cadáveres podridos
(Contagio, Soderbergh, 2011). Nosotros y nosotras, hoy en peligro de
contaminación por el coronavirus, no aparecemos en la película Doce Monos
porque se nos busca enfermos, se nos investiga para ver cómo nos llegamos a
contaminar. Los espectadores estamos en el previo cuando la conspiración aún se
trama, adonde llega Alex y se encuentra con Kathryn para buscar remedio. Y
luego estamos en el final, debajo de la tierra cuando los pocos y pocas humanos
que quedaron, tratan de sobrevivir. Ese espacio temporal en que estamos
invisibilizados en la película, se deja para que llene el vacío de la
expectativa de la audiencia. Se trata del mecanismo necrófilo de destrucción
donde cada quien se pregunta por lo que sufrimos, el por qué llegamos a
destruirnos y es ocupado en estos momentos por la población mundial que vive
una realidad alarmante debido a la contaminación de un virus cuyo origen tiene
las evidentes neblinas que expone la película Doce Monos para favorecer a la
imagen gringa.
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LA JETEÉ |
Hoy somos, fuera del producto hollywoodense,
las víctimas reales de una guerra contra los pueblos, que tiene al imperialismo
capitalista y a sus agentes como directos responsables. Somos los y las
protagonistas de una película cuyo guión fue tramado hace décadas y es
observada por los dueños de las corporaciones (reyes y príncipes) en
confortables divanes. Todo ha sido diseñado por quienes se niegan a salvar el
planeta de la contaminación que ellos mismos le han producido. Nos calculan
como enfermos, como muertos y como sobrevivientes para continuar sirviendo a
sus intereses. La derrota de estos virus y sus contaminaciones por parte de los
pueblos organizados, será a su vez, el entierro paulatino pero seguro del
imperialismo capitalista y sus lacayos por fuerza de la conciencia, la
educación y nuevas iniciativas sociales que los desenmascare y los someta para
siempre.
Extraordinario trabajo. Felicitaciones!me recordó la jornada Freiré de el Vigía y el planteamiento que hizo el compañero de Naguanagua. "la tierra esta viva y también tiene sus mecanismo de defensa". cada vez que levanta un avión vuelo la polución es la que producen diez mil autos. en España nada mas cada día son mil vuelos que no se hacen. ¿cuantos en el mundo, cuanta contaminación paralizada?
ResponderEliminarMagnífico ensayo, como casi todos los publicados en este blog.
ResponderEliminarEl mundo ficcional guarda más contactos con la realidad de los que creemos.
Esperemos a ver los alcances y las consecuencias de esta pandemia, que parece haber salido de un laboratorio de ciencia ficción. Sigamos meditando sobre ella. Luis Britto
Un ensayo bien interesante Dr. Una perspectiva distinta sobre el COVID.19; de manera particular, el tratamiento político ideológico que, para sus fines, utiliza el poder hegemónico mundial para sembrar la idea de una "nueva normalidad; es decir, un giro de360°: "cambiar para que nada cambie" y que, por el contrario se fortalezcan sus estructuras de dominación.
ResponderEliminarEs un trabajo de interpretación interesante y acucioso de lo que es capaz de hacer una potencia en un mundo en el cual casi todos los humanos vivimos desprevenidos de quienes pueden causar horror y destrucción del único lugar del universo donde hasta ahora se ha demostrado que existe VIDA. Ronny Velásquez.
EliminarExcelente análisis, ya muchas de estas producciones han dejado los indicios de las estrategias de las elites de imperio. Desde el séptimo sello de 1957 pasando por La Amenaza de Andrómeda de 1971, 12 monos, Resident Evil 2002, hijos de los hombre 2006, Soy Leyenda 2007, a ciegas, Contagio 2011, guerra mundial Z 2013, Viral 2016 y algunas más que se me escapen de la memoria te plantean: un enemigo hipotético, un salvador(gringo o que parece gringo) y algo que no se ve a simple vista, un final en todas, sin nosotros o por lo menos más del 80% de población frita no sobrevive.
ResponderEliminarBuen resumen de películas sobre el tema; yo pondría Hijos de los hombres en una clasificación aparte, junto a 28 días (28 days later), son el tipo de película británica donde agregan un afroingles (en ambas películas son mujeres), roles femeninos fuertes y ruptura con el supuesto sistema dominante, sobre todo desnuda la violencia en los "sanos" que dan rienda suelta a su salvajada cuando hay la ruptura de la "normalidad"
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