domingo, 21 de julio de 2019

POSTE DE LUZ



a Roberto Fernández Retamar
Padre poeta
in memoriam

Érase una vez la noche
rebeliones renacían
voces germinadas en vaguadas
las esperas despertaban
asaltadas de amaneceres

y el poeta ofreció sus ojos

Se incendió la maldad
como pasto inservible
de pasos se llenaron los caminos
la dignidad cantó el sentido
cielos dibujaron sonrisas

y el poeta trajo su impaciencia

la mano se hizo del lápiz
la comprensión abrazó la letra
la palabra fue pan de cada día
¡Han llegado los libros a las casas!
Dijo ávida la infancia

y el poeta sacó su ternura

Entonces llovieron estrellas
se inundaron de arcoiris las visiones
de besos las mejillas de las abuelas
de buenos días los platos de comida
en cada eco una esperanza

y el poeta extrajo su palabra

los sueños comenzaron a ser victorias
a la vuelta de la esquina la felicidad
al instante las margaritas llamaban
las guitarras y sus cuerdas tocaron
insondables y nacientes cantos

y el poeta vino con su verso

y un ramillete de conciencias
una taza de café y un cuento bueno
acaso el azúcar de la caña
el bagazo del trabajo libre
el triunfo del cincuenta y nueve

y el poeta escribió su emoción

Todo este murmullo en esta plaza
es Calibán como una ventolera
trae a la historia en los bolsillos
se alimenta de alegrías y abrazos
apacentan pegasos en las montañas

y el poeta trajo sus fusiles

somos una pandilla de anocheceres bellos
desfaciendo oscuridades y silencios
desde entonces nos aguardamos aquí
no estamos para santos griales
cada quien trajo su pedazo de universo

y el poeta sea con nosotros amén