miércoles, 12 de abril de 2017

JESÚS


Signo
Huella
Herida
Luz

GUAYASAMIN
Benigno
Estrella
Adherida
Trasluz

Mano
Cercano
Memoria

Sufrimiento
Sentimiento
Victoria


















UNA TAREA CULTURAL ¿QUIÉNES SON LOS MALOS DE LA PELÍCULA?


EL PROGRESO ESTADOUNIDENSE. JOHN GAST
Como la gran ventana ideológica del capitalismo, Hollywood nos ha hecho creer que sin la maldad no podemos vivir, tanto que detrás de un héroe hay siempre un malo para fortalecer una férrea dialéctica entre el bien y el mal (llamada religiosamente maniqueísmo) desarrollada por la cinematografía con intenciones manipuladoras y logros de una perversidad escalofriante. El héroe hollywoodense es casto en bondad y sus posibles acciones malévolas están justificadas a plenitud, con las argucias del destino manifiesto con que el capitalismo, a través de la ideología del Departamento de Estado de USA, nos dice que son los salvadores del mundo.

EL PINGUINO SERIE TV
Innumerables son las películas que llevan escondido un lema repetido por una inmensa masa de audiencias alienadas: «Te bombardeo, te invado, te humillo, te mato porque te estoy salvando». En cambio los malos son absolutamente malos. Son miembros de un Eje del Mal prefabricado desde la constitución de los personajes de historietas infantiles (Lev Luthor, Pingüino, Duende Verde). Desde niños y niñas consumimos la idea de que los malos no tendrían claramente un porqué para ser malos —el capitalismo es el reino de la felicidad—, basta que cualquier película de Hollywood nos diga que son malos y como audiencias aceptemos mansa y alienadoramente que esto es real. Los malos son malos porque Hollywood lo dice y ya está. Desde los inicios de los famosos “Estudios” en California esto se cumple con terrible designio. Los héroes del capitalismo fabricados por Hollywood combaten la maldad que ellos mismos fabrican, o sea, fabrican la bondad, la maldad y a los malos juntos porque los buenos siempre terminan siendo los capitalistas. Hollywood no puede vivir sin la maldad; los malos le reportan miles de millones de dólares cada cuadro de fotograma. ¡Qué bueno es ser bueno! ¿O al revés? Pareciera que tiene muchas formas de enunciarse.