Siendo
gentío entramos. Gentío avalancha, gentío tsunami, gentío
deslave, gentío bululú que es el gentío del gentío que pasa por
aquí desafiando la puerta electrónica. Es un gentío que es casi
contrario a las matemáticas porque no provoca contarlo; lo que
provoca es enredarse en ese ser calculado por alguna estadística
metida en pedazos en esas máquinas que son como nuestra familia, a
las que llamamos torniquetes. Sí, eso: los panas torniquetes.
Yo hasta los saludo a veces en susurros para que no se sospeche que
estoy loco. Los veo, me les aproximo y antes de atravesar sus brazos
de metal les digo: “Epa, ¿Qué tal, torniquete, como andas en este
día?” A veces presiento que me contestan metiendo sus respuestas
entre el ruido que viaja en toda la estación y se monta conmigo en
el vagón.