Abatido
por el placer, aquel hombre, metido entre los senos aún fragantes de aquella
mujer desnuda, dijo:
-Nunca
antes me sentí tan sublime. He traspasado la línea divisoria entre lo real y lo
imaginario. Subí hasta la cumbre de mi propia existencia, hasta donde nunca
antes había podido escalar. Mi mano me hizo creer en la piel de Dios. Ha sido
un éxtasis sólo emulable a esos encuentros paradisíacos narrados en cuentos
antiguos. Yo creo haber logrado lo máximo en satisfacción posible de obtener en
la vida por un ser humano y quiero continuar en este disfrute. Esto me ha hecho
pensar en la posibilidad de tener contigo una relación duradera, abrasadora, en
la certeza de extender este encuentro con visos de eternidad. Yo creo que
podemos vivir juntos de hoy en adelante.