jueves, 31 de diciembre de 2020

2021: EL AÑO QUE PROMETIO CHAVEZ

 







Nicolás Maduro hasta aquí nos ha traído

Formado por Chávez mejor que ninguno

Que en dificultades la Patria ha parido

Orfebre este pueblo de dos mil veintiuno

 

Chávez lo nombraba en sus alocuciones

Un hito futuro del líder presente

Queriendo hacer suyo a su pueblo consciente

Atrapaba siglos verdades canciones

Era un año lejos de las soluciones

Comenzaba la obra siguiendo el sonido

Del clarín la historia muy agradecido

Con el pueblo firme sufrió su partida

Es tal aquel año en la Patria surgida

Nicolás Maduro hasta aquí nos ha traído



Se ha resteado el nuestro contra todo imperio

El pueblo que somos resteados andamos

Andamos pacientes con Dios y sin amos

Que en cielo es misterio pero en tierra es serio

Los gringos nos lanzan su vil improperio

Cipayos aullando pedido perruno

Aplican un cerco mortal lacayuno

Aguantando golpes la gente en la esquina

Maduro en equipo enfrenta la inquina

Formado por Chávez mejor que ninguno



Sísifo te nombro en la cuesta subiendo

Te pongo conjuro con nuestra esperanza

Todas nuestras luchas van en la labranza

Y en nuevas raíces las fuerzas creciendo

La voz de Bolívar cual sabia vertiendo

Coronando el fin de un imperio herido

De muerte en las guerras su cruel alarido

No saben los reyes de orgullo y hazañas

Ni de sacrificios desde las entrañas

Que en dificultades la Patria ha parido



Está el arañero sonriente en montañas

Cuarteles la fuerza armada en alerta

Es bolivariana y su diana despierta

La razón de ser de aquellas arañas

Del niño que vio porvenir en campañas

Ganándose el pan después del ayuno

La mujer y el hombre por los hijos uno

Como en Carabobo se lanza en la lucha

Esculpiendo en gloria del tiempo que escucha

Orfebre este pueblo de dos mil veinte y uno

 









martes, 29 de diciembre de 2020

FUEGO AL CAÑON




A los héroes y heroínas de Carabobo, quienes nos forjaron a sangre y fuego esta Patria Bicentenaria para seguir venciendo en favor de la Paz.

 

Entonces, aquella muchacha me dice: “Mi Mamá lo quiere tanto. Y mi hijo si usted lo viera cuando usted sale por televisión, se para firme y saluda”. Yo le pregunto: “¿Y tu hijo, cuántos años tiene?”. “Tiene tres”, “Cómo se llama”, y tal… Ella me habla y se va llorando. Exploté… y me metí en el baño a llorar, pero en esas lágrimas me pasaban todos los niños pobres del mundo, los descalzos… Fue definitivo aquel mensaje, porque incluso ella me dice: “¡Ay!”, ¿qué será de mi hijo ahora?”. Eso me disparó un sentimiento especial que tenemos nosotros los revolucionarios por los niños, y entonces dije: “¡Dios mío!, ¿qué va a ser de los niños ahora, con este cuadro de escuálidos, de perversos, y de oligarcas controlando Venezuela?, ¿qué va a ser de los niños venezolanos?”. Después me lavé la cara, me senté allá, en una sillita. Y juré una vez más: “Yo tengo que volver”. Aquello me dio duro en el alma. Salí de aquel baño resucitado, retomada la fuerza. Era tarde en la noche y cuando amanece ya yo estaba hablando con los sargentos y unos oficiales jóvenes que me custodiaban, haciendo el plan para irnos a Maracay. Pero no hizo falta, ahí llegó un helicóptero, nos fuimos a la Orchila y allá fue el grupo de paracaidistas y la Fuerza Aérea al rescate. Antes de que saliera el sol por tercera vez consecutiva, ya estaba de nuevo en Miraflores. Fue como un milagro. Venía en el helicóptero, y yo decía: “Dios mío, ¿será verdad esto?”. Entonces me dicen: “Vamos a Maracay”. “A Maracay no, vamos a Caracas, vamos al Palacio”. “Que todavía no hay control sobre las adyacencias”. “No importa. Vamos al Palacio”.

COMANDANTE HUGO CHÁVEZ FRÍAS

CUENTOS DEL ARAÑERO

 

El mejor momento de toda mi niñez era despertar las mañanas al sonar de la diana de El Cuartel Urdaneta. Los gallos la anticipaban con el poder de su orfeón polifónico; tenores cercanos a la oreja dormilona, casi metidos en el sueño desde donde a veces me despertaban; barítonos montados en el cerro del barrio El Amparo; bajos en La Silsa, el mercado de Boccardo o en Lomas de Propatria, y más allá en los lejanos sitios de Catia.

Los primeros portazos los daba mi Papá yendo al baño, entrando al balcón para aspirar la mañana recordando su Duaca natal, sorbiendo el primer café antes de salir a trabajar. Mi Mamá siempre se dejó percibir con su silencio laborioso en la cocina o deslizada como fluir de agua clara hacia los cuartos o dejando entrar la brisa congelada y la lenta neblina al abrir la ventana de su habitación. Se escuchaban en los otros apartamentos las bostezadas palabras de la gente que identificábamos por sus tonalidades y el sonido de sus costumbres.

Enrollado en la cobija me sentía, desde una inmensa y deliciosa flojera metida entre piel y huesos, como uno de los soldados que respondían las órdenes de algún oficial, metiendo mi voz en forma de murmullos dentro del clarín de consignas altaneras; en delirios soporíferos llegaron a sonar sus botas sobre el concreto como metidas en una de esas marcha inolvidables que Tchaikovsky caló en el pentagrama imperecedero de 1812, sus huesos y coyunturas en la distancia escuchados con las intuiciones volátiles de mis oídos y el tronar de los fuertes ecos del grito “¡Firmes!” (que se oía “firrrrrrmmm”) en la fila de un imaginario ejército, trotando en mis pupilas casi cerrándose desde el vidrio de la ventana (entre las sombras del oscuro amanecer) las pocas veces que logré ganar el desafío a las heladas cinco de la mañana.

El peor momento de toda mi niñez fue levantarme para ir a la escuela; esas batallas entre madre e hijo en donde aquel niño noctámbulo de tanto acompañar a su Mamá a bajar las montañas de ropa lavada a fuerza de plancha, mientras veía series de películas de terror en la televisión, como la inigualable Dimensión Desconocida (también para terminar tareas agobiantes, ayudadas por su Mamá quien imitaba su letra de segundo, tercero o cuarto grado) tenía todas las de perder; las frases “Ya voy” o “Un ratico más” eran débiles resistencias, ante una madre que jamás se dejó vencer por teatrales toses o falsos dolores de cabeza. Me levantaba rodando por las paredes como un ovillo hasta llegar al baño y de allí era sacado a gritos airados por mis hermanas. De regreso a la habitación, más animado, cumplía el ritual de buscarlo o imaginarlo dentro del cuartel.

Cierta vez de privilegio logré verlo más de cerca. Era el cañón. Desde el balcón, se me había presentado rodado dentro del cuartel, seguramente para maniobras y otros ejercicios más intrincados, complejos, difíciles de concretar para un niño más bien temeroso de las oscuridades. A veces lo colocaban a la entrada como un imponente guardián al lado de la garita porque, a decir verdad, era como una pieza de museo que a mí me parecía brillante, brioso como un caballo de hierro, con su histórica boca llena de batallas secretas y victorias ocultas.

De regreso de una práctica de fútbol realizada en una de las dos canchas del cuartel, sudado y corrinchando entre varios compañeros de equipo, quedé frente a él con el balón entre el brazo y el costado. Estaba solitario, ni tan lejos de lo percibido, y espejeé algunas armas de trípode, vistas muchas veces en la serie televisiva Combate, donde los actores las manejaban con el cuerpo boca abajo sobre la tierra y uno imitaba el juego que llamábamos con el mismo nombre, haciéndolas vivir con nuestras ráfagas imaginarias, matándonos de puro embuste.

Uno de los soldados de guardia nos ordenó que abriéramos paso, ya que venía entrando un carro imponente. Yo no me di cuenta, absorto como estaba mirando el objetivo y fui reconvenido por el guardia con insistencia, llamado que me hizo apartar de manera chaplinesca, provocando risa a mis compañeros. El carro se detuvo por su puerta trasera derecha frente a mí, dejándome a merced e intimidación del vidrio ahumado. En esos momentos nos pasa a los niños una catarata de pensamientos por la mente. Me creí regañado. El vidrio de la puerta bajó y asomó alguien que hizo al guardia colocarse a mi lado y saludarlo con un movimiento rápido de la mano desde la sien. Tenía una de esas gorras duras, usadas por los generales en las películas. Le respondió el saludo al guardia y con rostro entre serio y sonriente y me preguntó: “¿Quieres ver el cañón más de cerca?”. Mis ojos desmesuradamente pelados y un muy leve movimiento de cabeza fueron la única respuesta que recibió, quien abrió más su sonrisa y ordenó al guardia que nos dejara acercar. Me dijo despidiéndose: “Y después derechito a sus casas”. Seguí incrédulo a otro soldado, mientras mis compañeros andaban asombrados, confirmando mi título de presidente del equipo.

Desde el primer momento me di cuenta que los cuarteles son sitios infinitos; mientras andaba fascinado, su universo soleado se abría en el día (mucho más emocionante que los fragmentos mostrados en la televisión, relacionados siempre con la guerra) y comencé a imaginarlos como un gigantesco cosmos dormido, cuyo silencio asemejaba una noche eterna. Como era media tarde, los soldados estaban en ciertas labores, algunos andaban de lejos realizando tareas y otros pasaron por nuestro lado en actitud diligente.

¿Qué iría a decir la Kiki si le dijera que llegué a conocer el cañón que tanto la impresionaba, al momento de escucharlo justo a las doce de la noche de los treinta y uno de diciembre? Mientras hablaba del enorme sonido que producía su “cañonazo” en mí, jamás pudo saber las vueltas que le di para mirarle las partes y grabarlas en las emociones de alguna película que mi imaginación rodaría en mis cuentos del porvenir.

Era el mismo cañón dibujado en el libro Patria, vanguardia imbatible del general Miranda y sus soldados, elevando el tricolor que se batió dos veces en La Vela de Coro contra los realistas. Yo le borraba en las páginas los globos de diálogo para escribir palabras propias y crear otra historia protegida por este admirado cañón. Describía al general Miranda como un ganador invencible que derrotaba a los enemigos de la Patria cada vez que abriera las ajadas y amadas páginas del libro.

Antes de irnos, tocamos varias veces con las manos alguna parte de su cuerpo heroico, como para dejar nuestras huellas e impregnarnos de su fuerza vencedora, llevada en su boca como la invisible lava memoriosa de un volcán dormido. Vimos al oficial firme bajo la sombra de un árbol, vigilante, sonriente, como si hubiese cumplido un secreto mandato. La timidez nos hizo guardar el agradecimiento para darlo al guardia cuando abandonamos el cuartel, y luego transformarnos en una bullente conversación llena de “bum”, “tatatá”, “ñeeeeeeee… buuuum”, que emplearíamos en nuestro próximo juego. La ventaja que llevaríamos frente a los enemigos es que el cañón a utilizar, sería el que habíamos tocado en el cuartel y vencería a los contrarios con el solo testimonio.

En la parranda navideña de la escuela, cada vez que interpretáramos ese aguinaldo, mi recuerdo ya tendría un poderoso aliado al momento de cantar: “¡Fuego al Cañon!”, porque mi voz de respuesta tendría el poder del amigo acompañante para siempre: “¡Buuum!”. “¡Fuego al Cañon!” y yo como un sencillo soldado del general Bolívar respondiendo: “¡Buuum!”.

En aquellos fines de año, descubrí que ningún cañonazo sonaba justo a las doce para despedir el año viejo mientras las gentes se abrazan, como juraba haber oído la Kiki (“¿A dónde va a caer una bala tan pesada?” –le preguntaba; y para apoyar a su hermana, la Nena me decía que “la atrapa el Niño Jesús para hacer los juguetes del próximo año”); con el tiempo, fui sabiendo que el cañón democratiza su sonido en los miles de estallidos de pólvora en las cañas, guafas y bambúes del pueblo, siempre celebrando sus labores y logros en busca de la Paz en sus corazones. Reparte su “bum” este cañón histórico, en las fiestas de sombrero de pajilla, redoblante y clarinete de músicos caraqueños que llevan escondidos en su maleta, embrujos de un pasado antañón; su “bum” también resuena en la bajada de los palmeros del cerro Guaraira que imploran rezos para iniciar la Semana Santa recibiendo en mula al Nazareno; en los carnavales de Carúpano y El Callao, también suenan los cañones en el cruzado de pies y piernas rítmicas de quienes disfrutan la vida disfrazados de amaneceres y en las festividades dedicadas a los peces dadores del alimento capturado en las redes en Puerto la Cruz, Cumaná y Margarita que los niños han bailado en los actos culturales de la escuela; siguen sonando en la Culebra de Ipure con su camaleónica belleza, hermosura bajando las templadas labores ganadas por el tesón colectivo; en el sortilegio del palo del tamunangue a San Antonio de Padua casandero y estudioso de las ninfas y las aguas y en la adoración multitudinaria a la Divina Pastora, virgen guara cumplidora de promesas populares; en los chimbangles de Bobures inmortalizados por Juan de Dios Martínez y en la votividad a La Chinita con su desfile de furrucos memoriosos; en la cadena de Diablos danzantes que espantan las malas influencias para el buen sembrar de la tierra desde los Valles del Tuy hasta la costa de caribes y africanos indomables de Aragua, Miranda y La Guaira -toque bullente de tambor insomne para acompañar a San Juan en el puro baile realizador de los milagros del trabajo; en las fiestas montañeras armonizadas por violín, valses y bambuco que van desde Carache a Rubio produciendo ensueños; en los corríos y joropos a Florentino, donde garzas vuelan esteros y sabanas, para continuar venciendo al Diablo y al miedo.

Por los cuatro costados de la Patria suena el cañón de un pueblo parrandero que impone respeto con su alegría, sacando cantos aún de las tragedias, para hacer huir a la muerte con el santo y seña de la memoria. Suena ese cañón en mil cañones festivos, y así dejarlo descansar del heroísmo pasado sin olvidarlo, deseando ser el recuerdo de la dignidad ganada en pasos, gritos y acciones de libertadores y libertadoras.

¡Ay de aquella fuerza foránea, agresiva e imperial que quiera perturbar su descanso glorioso! encontrará a todos los cañones festivos reunidos y alertas en su boca libertaria, llena de la pólvora valiente que cubre el digno proyectil de un pueblo que ha sabido luchar y vencer por su independencia.




   

   


sábado, 26 de diciembre de 2020

EL TIO

 



 A Catherine Fagúndez

¿Si el azul es un ensueño

Qué será de la inocencia?

¿Qué será del corazón

Si el amor no tiene flechas?

FEDERICO GARCÍA LORCA

 

Los abuelos que enterramos (dizque los enterramos) van y vienen interviniendo, insultándose en el aliento y las potencias nuestras, hasta el punto en que no vivimos una sola hora sin ellos. Los nietos eufóricos hacen nada más que un relevo parcial de los viejos; andan en las tertulias literarias y en los cafés disfrazados de locos, pero son los cuerdos de mañana y los doctores de la ley de pasado mañana.

GABRIELA MISTRAL


A menos que se trate de una familia sin hijos o de una pareja sin hermanos, en todas hay por lo menos un tío o una tía a quien pedirle la bendición y esperar de su interés y bondad algún consejo o regalo. Y si la familia es numerosa, los tíos y las tías abundan como arroz para coleccionarlos en cartas, fotos, chismes, recuerdos, peripecias, manías, llegadas, partidas, bienvenidas, adioses. Entonces tío es lo que sobra para tenerlos hasta de amuletos de la buena suerte.

martes, 22 de diciembre de 2020

MARIO BENEDETTI: CELEBRACION DE UN CENTENARIO DESDE UN BOTIQUIN

 




Hoy se me hace preciso escribir por la ansiedad. Estoy sentada frente de la hamaca que está quieta como si esperara a su dueño. El aire también está quieto; esta tarde es sorda. Los árboles del huerto están como pintados. En este silencio mío, medito. No puedo olvidar.

MANUELA SAENZ

 

Un poema que expresa la soledad, puede ser la asunción de una crisis individual, pero también representar la incomunicación o el aislamiento de toda una generación, de un pueblo entero.

MARIO BENEDETTI

 

Lectoescribiremos este texto cuidándonos, como siempre, de no caer en la fuerte tentación del texto académico que, ofreciendo grandes posibilidades expresivas y de análisis, tiene sus propios escenarios, casi nunca en el reconocimiento de la poética que inevitablemente llevan consigo. Preferimos, como es nuestra costumbre, abastecernos en explanadas literarias más propicias a las proximidades de las incidencias humanas, de la heurística y la hermenéutica –bebedizo mundano- para voltear las realidades, del debate contradictorio de lo invisible vuelto visible y, sobre todo, por tratarse de una conversa sobre el poeta uruguayo Mario Benedetti y su digno centenario, la cual pretendemos irla desenrollando como si estuviésemos en un botiquín de la avenida Baralt de Caracas o una fonda de Mérida o en un sucucho de El Tigre; con énfasis entre gentes de izquierda de cualquier época o de todas.

sábado, 19 de diciembre de 2020

CHAVELA III

 




Está aquí el tiempo no se ha ido

Es como un rezo callado

como un rostro salpicado

de la risa del vencido

 

Es un rey que ha aparecido

luego de decapitado

lleva trozos del pasado

que en el futuro han nacido

 

Hoy a mi puerta ha tocado

con tu voz como una aldaba

y el palpitar desbocado

 

Este duende que cantaba

sobre un destino marcado

que en mis recuerdos estaba






martes, 15 de diciembre de 2020

VOLVER SOBRE HUMOR Y AMOR

 




 

Al poeta Aquiles Nazoa

En su centenario

 

Gracias bardo de Catuche

Por este libro dejarnos

Y de risa atragantarnos

Metiéndolo en un estuche

 

Sin ton y que nadie escuche

Volvemos a celebrarnos

Las lavativas contarnos

Pasando página al buche

 

¡Cómo revienta la rima

En humildes carcajadas

Que a buena sombra se arrima!

 

Y uno repite a horcajadas

Sin que nada le dé grima

Como comiendo tajadas













"CUBA DE MARTÍ A FIDEL": EL ENSAYO MILITANTE DE UN POETA VENEZOLANO CENTENARIO

 




FIDEL CASTRO EN EL DÍA

 

Despierto frente al alba y su alegría

que a cuatro voces canta en cuatro mares,

capitán de sinsontes y palmares,

Fidel Castro inaugura el nuevo día.

 

Dejando va rumores de herrería

por campos, vegas y cañamelares

y levantando pueblos escolares

que lo saludan en la lejanía.

 

Con el atardecer, Fidel regresa

al libro digno y a la digna mesa

de quien ganó su estrella cotidiana.

 

Y al volverse el crepúsculo amarillo,

Fidel se mete el sol en el bolsillo

y le dice a su pueblo: hasta mañana.

 

AQUILES NAZOA

POETA VENEZOLANO

CENTENARIO

 

 

Al Ruiseñor de Catuche

In memoriam

 

Desde el sabio griego Aristóteles, la mediadora mexicali Malitnzi y el cacique caribe Guaicaipuro, sabemos que todo es político. Nada que piense o realice el ser humano deja de tener el impulso de ese animal que el filósofo ateniense identificó en los pasos de la pregunta y el diálogo, esa seducción que la mediadora aborigen practicó con terrible saña en su mirada vengativa y el grito rebelde que el legendario jefe de los toromainas lanzó contra la invasión bárbara que asoló al Abya Yala.

Nada más sospechoso en el mundo que alguien diga que “no es político”. Lo apolítico no existe. La pretendida omisión de la política en la acción y el pensamiento humanos, además de ser una posible perversidad, es más política que cualquier política planificada con intencionalidad militante.

La política se dimensiona en la realidad para resolver los problemas humanos en comunidad. Cuando los primeros hombres y mujeres, ganados en conciencia, encontraron esta concepción y forma de seguir juntos, divisaron el porvenir, comprendieron la salida y puesta del sol; respondieron al por qué las palabras, las manos inventando y el pensamiento tramando debían asamblearse.

POETA DE MUCHAS POLÍTICAS

POETA AQUILES NAZOA

Con una formación cultural extensa, además de autoaprendida, el poeta venezolano Aquiles Nazoa comprendió la maravillosa complejidad habida en el holograma de la política. Supo de los nexos y redes tejidos por las arañas del pensamiento y el corazón donde caen los ideales, proyectos, deseos y sueños humanos para ser devorados por las pasiones militantes.

Militó en la retórica versada, sabia y profunda, en la literatura de conmovedora hermosura, en la lectoescrituralidad incansable, onírica, terrenal y en el humor dado para la ironía, el sarcasmo, la intuición jocosa, la jodedera propia del caraqueño, la cursilería habida en las contradicciones de clase y en los desconsuelos del arte. Estas tres dimensiones le llevaron a otras militancias más comprometidas, arriesgadas, ontológicamente tendenciosas.

En algún lado de su gran obra literaria, el laureado escritor colombiano Gabriel García Márquez llegó a escribir que los pueblos de nuestro Continente nos hacemos matar por la política. Nada más verdadero. Territorio de lacerantes injusticias, la ofrenda de la misma vida para transformar esta realidad oprobiosa es tomada como fe, confianza, compromiso, proyecto, gobierno popular. Una de esas pasiones para la conciencia a pura vida en el Abya Yala ha sido Cuba y su Revolución Socialista, lugar donde Aquiles Nazoa nos dejó unas letras de obligada referencia.

LA MIRADA POÉTICA EN LOS PROCESOS HISTÓRICOS

El poeta Aquiles fue uno de los muchos en la Pacha Mama que puso los ojos con avidez esperanzada en el proceso revolucionario cubano, desde que irrumpió el 26 de julio de 1953, cuando se hermanó a nosotros y nosotras en el discurso La Historia Me Absolverá en letra y voz del entonces abogado Fidel Castro, se detuvo en México para zarpar de regreso a la Patria en el barco Gramma y entró triunfante en la ciudad de La Habana el 1° de enero de1959 luego de una épica acción guerrillera que vinculó la montaña con la ciudad.

A partir de ese momento, radicalizada la posición del gobierno rebelde que derrotó a una dictadura criminal en la mayor de las islas antillanas, ahora con el imperialismo yanqui en contra debido a las medidas tomadas por la Revolución en favor del pueblo, se impuso el bloqueo genocida por parte del gobierno de Estados Unidos (EEUU) extendido hasta hoy. Toda posición a favor de Cuba, su pueblo y su revolución podía cobrar un riesgo de persecución, acoso, represión, detención arbitraria, desaparición forzada, juicio amañado, cárcel, muerte en cualquier país del Abya Yala.

Participar a favor de Cuba en cualquier parte del mundo también podía ser riesgo de la vida.

Nunca ofreció declaraciones públicas acerca de su posición política militante el poeta Aquiles, ni lanzó arengas sobre tarimas para fijar posturas tácticas y estratégicas, ni para prometer paraísos ni asaltos al cielo ni porvenires esperanzadores, nunca militó en ningún partido, aunque con su solidaridad, amistad, acción cultural, pensar y hacer literario, en una Venezuela dominada por la política de la IV República, en donde hasta por reclamar un poste de luz para el barrio era respondido con tiros de revólver por parte del gobierno, el poeta se colocó del lado de la izquierda, que era colocarse del lado de quienes arriesgaban la vida por los pueblos. Entonces la Revolución Cubana -y su novedosa y sorprendente rebeldía emancipadora- encontró en este poeta venezolano a un firme aliado.

LA COHERENCIA HISTÓRICA DE UN PUEBLO REBELDE

Muchas veces me hice la misma pregunta, y todas las respuestas que hallé son las que pueden resumirse en la expresión “coherencia histórica”. 

AQUILES NAZOA

Nadie más subestimado en el mundo de la política que un poeta. Gobernado por la racionalidad, el hacer político siempre ha estado apuñalado por una visión rígida ante los procesos humanos, por una línea esquemática que mete los acontecimientos en etapas inamovibles, por una olla frígida donde los resultados están fragmentados por el bisturí de la racionalización.

El primer atractivo de la Revolución Cubana para todos los poetas del mundo es la carga metafórica que la signó y trajo consigo para los pueblos. Este proceso que se iniciaba, estaba consagrando la frase del poeta español León Felipe: Toda revolución es una metáfora. Motivo por el cual el bardo Nazoa comprendió que ya era partícipe de aquella hazaña. ¿Cómo no estar en la seducción de esta gesta, si su promotor esencial Fidel Castro, cuando es capturado por los esbirros batisteros y preguntado por el líder del asalto al Moncada respondió: ¡José Martí! Ningún poeta olvidará aquel momento convertido posteriormente en un legado.

La suprema motivación de aquel impulso revolucionario la tenía José Martí: esencialmente un poeta. Esta aseveración recorrió el mundo y es cuando Aquiles Nazoa se encuentra ante el hallazgo que le lleva a escribir su ensayo titulado Cuba de Martí a Fidel. Entre el poeta José Martí: líder espiritual y Fidel Castro: espiritual líder, hay un trayecto por seguir como pista segura, para fortalecer nuestra historia del Abya Yala, tan tergiversada y golpeada por el colonialismo, el imperialismo y el capitalismo como amos actuales.

En este espacio, en este no lugar estupendo de reencuentro con lo político, Aquiles refiere la metáfora denominada coherencia histórica, como ese trayecto complejo, no lineal, recursivo, ordenado implicadamente, para explicar lo que el cacumen obtuso de la socialdemocracia y hasta la brillantez esquemática de la izquierda (incluyendo todo el periodismo) no lograban comprender. Escribe el poeta en su obra:

Hace poco, cuando en una reunión política se hablaba de la Revolución Cubana, a la extrañeza que le causó a una oyente el que no se aludiera a Martí en los discursos, un joven periodista y dirigente democrático venezolano se burló un poco piadosamente de la dama, y le preguntó a su vez qué tenía Martí que hacer con la Revolución”.

No fue precisamente la flor y nata de los políticos ni de los partidos de izquierda la llamada a comprender lo que estaba sucediendo en Cuba. Aquel barco despedazado por la aviación dictatorial e inmortalizado por el grito de Fidel: Los días de la dictadura están contados, estaba significando para muchos intelectuales, escritores y poetas, un émulo de aquellas naves mitológicas referidas en la poesía homérica y en todas las leyendas y mitos antiguos, que los osados y valientes pasos de los barbudos convertían en realidad. Aquiles no olvidó en aquel ejercicio literario la afrenta a la historia abyayala, venida de quienes, rebosantes de ligereza, ningunearon el mensaje enviado:

Porque la ignorancia ensoberbecida de algunos dirigentes sin vuelo espiritual se encogió despectivamente de hombros ante el hecho nuevo que surgía para la Historia en los sucesos del Moncada en 1953, es por lo que tantos partidos revolucionarios del continente purgan ahora, a precio de desprestigio y de desmoralización, el pecado de haber bautizado a Fidel Castro con los cognomentos de loquito y aventurero.”

Como los acontecimientos trascendentales humanos, la Revolución Cubana llegó, con esas ocultas planificaciones fractálicas que terminan siendo semejantes a los anhelos de los pueblos, no sólo para denunciar, enfrentar y enjuiciar a los imperios y lacayos que oprimen a los seres humanos en desventaja, sino para desenmascarar la falsedad escondida en la politiquería, la demagogia, el parlamentarismo, el oportunismo de quienes dicen ser “revolucionarios”.

MARTÍ: LA POETICA HABIDA EN LA POLITICA

El apóstol de la Revolución Cubana José Martí, es uno de los intelectuales más prolíficos y connotados de todo nuestro Abya Yala. Formado en la segunda mitad del siglo XIX, Martí emprendió un estudio complejo y extenso de su patria, de todo el Continente y de toda la Pacha Mama. Su formación cultural y artística es sólida, tanto por lo sabio, versado, hermenéuticamente coherente de su encuentro con el pensamiento, la investigación y el aprendizaje, como por los llegaderos sensibles, elevados, filosóficos, poéticos encontrados en sus posiciones políticas.

Todo este bagaje llevó a Martí por el camino de la acción social y política que encontró asidero y cauce en las posibilidades del ejercicio periodístico. Fundó su papel más preciado y de sabiduría colmado; la revista La Edad de Oro, la cual está dedica a todos los niños (y niñas) de América (nuestro Abya Yala). Allí se nos muestra como uno de los ensayistas más lúcidos de toda la Pacha Mama y tanta fue esta lucidez que la dedicación de esos temas tan sabios a la infancia continental, mostraron la confianza tenida en la niñez y a su vez tendieron puentes educativos, sensibles y sabios, a quienes serían los ejecutores y ejecutoras de la transformación profunda de la sociedad cubana.

Este logro ha sido manipulado y tergiversado a través de la historia del Continente, por quienes tendenciosamente han favorecido y favorecen las políticas imperiales. Juegan, apuntando a desprestigiar la dimensión poética, a meter a pensadores, filósofos, artistas y escritores como Martí, en un redil supuestamente “artístico”, aséptico de política, desmanchado de militancia, independiente de la opción de clases; aún a sabiendas de que Martí ofrendó su vida en una batalla por la independencia de Cuba. Aquiles Nazoa toca este tema con aguda visión:

El aire revolucionario que difunde toda su obra, las señales que se levantan desde su pluma subversiva para orientar el rumbo que seguirán después de él los Zapatas, los Sandinos, los Fidel Castro, fue siempre el problema más conflictivo que la personalidad de Martí significó para los cultivadores del martianismo convencional. Procediendo con un criterio de higienistas políticos semejante al que preside la mayoría de sus ediciones, jamás académico alguno ni inaugurador de estatuas osó aproximarse a la figura de Martí sin haber sometido previamente al héroe a un proceso de detergencia del que sus ideas salían bien bañadas y afeitadas, bien maquillado de retórica su dulce rostro de poeta, como para que su presencia no discordara en esos gentiles convites del panamericanismo, donde se sientan a una misma mesa los generales, los doctores y el embajador de los Estados Unidos.

Esta planchada y perfumada imagen de Martí es la que aún tienen como epónimo y promueven, ciertas iniciativas y proyectos neocoloniales que en el Abya Yala pululan para lanzar monsergas ideológicas contra la Revolución Cubana, bien pagadas en dólares por los agentes del gobierno de EEUU que, con su bloqueo genocida, pretenden la frustrada acción de acabar con la idea y la acción de un pueblo que hace más de 60 años decidió como su más justo provenir. El poeta Nazoa apuntala su análisis:

Pero Martí se les escapa; está demasiado vivo en el afán cotidiano de su pueblo, vuelve a él cada día, recorre con él sus campos, y reitera en la voz del guajiro que canta, el tierno anhelo que embelleció su vida de libertador y de poeta:

Con los pobres de la tierra

quiero yo mi suerte echar;

el arroyo de la sierra

me conmueve más que el mar.”



FIDEL: HERMENEUTA POLITICO DEL PROYECTO MARTIANO

El que tenga buen camino tendrá sillas peligrosas que lo inviten a parar.

SILVIO RODRIGUEZ

Hacer un acompañamiento consecuente a la historia personal y política del comandante Fidel Castro, hace posible darse cuenta de la claridad con la cual este gran líder de pueblos, logra materializar una tesitura, un talante, una calidad de dirigente político cuya humanidad trasciende al común de hombres del cotidiano y a líderes que en su momento se perfilaron como dirigentes protagónicos y sus prácticas se estrellaron contra las peligrosas mañas, trapisondas y trampas de los agentes imperiales. Emblemáticos son también los casos de estupendos dirigentes populares, quienes fueron asesinados en celadas preparadas para detener su paso revolucionario.

La compleja y hasta fascinante personalidad política y humana del comandante Fidel Castro parece ser la síntesis de los anhelos de libertad y justicia de un pueblo que tuvo en José Martí a su maestro por sabiduría y poética. La coherencia histórica de las que nos habla Aquiles Nazoa, tal vez se encuentre en la conjunción habida entre los trayectos emancipatorios emprendidos por un pueblo de líderes constantes y sacrificados, un pensamiento martiano cuyas coordinaciones y directrices estan impregnadas de firme filosofía, aquilatadas apuestas a los fines del pueblo, comprensión de lo porvenir desde el estudio y la investigación y una poética imprescindible para concretar una personalidad dispuesta a dar la vida por el pueblo.

Aprendimos de los viejos y estudiosos comunistas, los conocimientos atesorados en el ejemplo revolucionario constante del comandante Fidel Castro, cuyo arrojo y valentía fue demostrado desde la misma insurgencia del Asalto al Cuartel Moncada y, sin detener en ningún momento, dio muestras de sublime heroísmo al lado de su pueblo en los sucesos de Playa Girón: la primera derrota del imperialismo yanqui en la historia del Abya Yala. Sin embargo, entre los aprendizajes del Comandante se encuentra para la posteridad, la actitud frente al enemigo en situaciones de reflexión política, donde la ternura cavilante tiene en la dialéctica entre el diálogo y el peligro su más intrincado desafío.

La clave del estudio e investigación constante parece ser suprema en el Comandante como herencia del apóstol. Jamás dejaron de leer la realidad y los libros, estos próceres de nuestra historia continental. Cuestión que les permitió identificar y estar alertas ante momentos importantes de la gran responsabilidad que atesoraban. No por casualidad ni por retórica preciosista, José Martí conmovió al mundo entero cuando escribió: Estoy en las entrañas del monstruo, sin lugar a dudas, una señal de admiración, pero, además, una pista importante de su posición política que no se dejaba obnubilar por aquella impresión por desmedida que fuese. La objetividad mostrada por Martí en ese trozo de literatura de nuestra política es conmovedora, contundente y decisiva.

El poeta Aquiles Nazoa muestra en este agudo señalamiento, lo que fue el castigo para muchos prometedores políticos y una señal de coherencia histórica en el Comandante Fidel:

...cuando entre las clases dirigentes del país o entre sus representantes en los partidos políticos aparece un hombre con quien se puede platicar sin temor a ser asesinado, los dirigentes revolucionarios descuidan en sus relaciones con estas figuras el primer deber de un revolucionario, que es la objetividad”.

En el pensamiento y la acción del Comandante Fidel Castro encontramos esa constante objetividad que, habiendo puesto en riesgo su vida en acciones heroicas y necesarias para la causa revolucionaria que abrigaba, no se perdió nunca en los momentos de reflexión y diálogo, y que funcionó como un escudo invisible, protector frente a los engaños y artilugios de un sistema cuyas seducciones son muy poderosas. En la obra musical titulada Las Sillas del cantor cubano Silvio Rodríguez, tal vez se encuentren signos metafóricos de advertencia muy importantes, en torno al necesario proceder político que deben tener los dirigentes para proteger a su pueblo.

AQUILES NAZOA: UN POETA SABIO DE LA POLÍTICA

Encontró el poeta venezolano una clave para identificar al monstruo que acusó Martí y enfrentó Fidel con su pueblo. La clave no estaba afuera sino en las propias entrañas del monstruo como recomendó Martí mirar y fue fabricada con habilidad y costuras ideológicas sacadas del mismo proyecto comunista. Se trata de un monigote alimentado por esa tramposería que es de esperarse de todo imperio para dominar y entenebrecer la conciencia de quienes se sienten llamados a enfrentarlos y derrotarlos y, además, amansar cada vez más la genuflexión de los cipayos arrodillados ante sus dominios.

Fue esa ciénaga politiquera llamada "browderismo", especie de mescolanza de falso comunismo con sonrisa adulante preparada a traicionar por los servicios de inteligencia gringos y subvencionada con los oprobiosos dólares de siempre para detener la historia de los pueblos. A continuación el poeta politiza:

“El browderismo, con sus consecuencias de oportunismo y tendencia a la conciliación, penetró muy hondo en el cuerpo de las fuerzas populares hispanoamericanas. Nos reblandeció y nos hizo miopes. Aceitó demasiado las coyunturas de nuestra flexibilidad, limó los filos de nuestra agresividad clasista, ablandó nuestra saludable dureza hasta volvernos excesivamente elásticos, sustituyó nuestra capacidad de discusión por un meloso cultivo de la urbanidad y buenas maneras, y nos sentó como un comensal bien educado, a la mesa del enemigo.”

Evidencia el poeta Aquiles Nazoa sabiduría política desde una hermenéutica muy necesaria, al describir de manera tan prístina lo que ha sido esta plaga politiquera que logró vencer el comandante Fidel Castro junto a su pueblo, a punta de verdadera formación martiana, educación política constante, objetividad como líder y sensibilidad hacia su pueblo cubano. Además, nos advierte nuestro bardo, a cien años de su nacimiento que las raíces del browderismo están vivas y hoy dirigen los hilos de los monigotes que pretende contribuir con el acabose de nuestra rebeldía y movimientos revolucionarios. Sin embargo, también está vivo el arte político del comandante Hugo Chávez Frías, quien comprendió la necesidad de mostrar el humor en la política como lo aprendió del poeta Nazoa.

Volver al poeta caraqueño del barrio El Guarataro leyendo su célebre libro Humor y Amor es de una gratificación inenarrable para el alma. Degustar sus crónicas amadas a la Caracas física y espiritual de sus sueños es un acto cultural de alto vuelo. Detenerse en sus retablillos navideños, sus ruegos secretos por salvar el aguinaldo y el nacimiento como costumbre popular, honrar a la Muñeca de Trapo como juguete de una poética transpersonal; leer sus denuncias nostálgicas acerca de la desaparición de costumbres sanas por obra del modernismo transcultural; hacer seguimiento a sus sentidos papeles críticos de la política, donde los adecos eran su blanco predilecto como crítico feroz e ideal del demonio rentista petrolero; rezar cada tanto el Credo: dimensionamiento artístico de imágenes imperecederas en el hacer poético de los Poderes Creadores del Pueblo y así participar de sus infinitos aconteceres literarios, ha sido y será la más digna acción en favor de su memoria y su centenario.

POR AHORA CON EDMUNDO ARAY

POETA EDMUNDO ARAY

La primera, digna, valiente y desafiante edición del ensayo Cuba de Martí a Fidel fue posible debido a esa iniciativa editorial de la dimensión política revolucionaria venezolana que se llamó Rocinante, dirigida por Edmundo Aray. Militante de la izquierda y de la Cuba revolucionaria por siempre, escritor, poeta, cineasta, Edmundo hizo posible a través de una modesta –pero no menos hermosa- publicación, que Cuba pasara de mano en mano del pueblo venezolano con el eco del apóstol de su revolución y la presencia de su líder fundamental, en la voz altamente cualitativa de nuestro poeta centenario. Para Edmundo y Aquiles el abrazo cósmico desde las tareas que continuamos creando y emprendiendo con los referentes de los pueblos del Abya Yala para dar cada vez más definición revolucionaria a nuestro porvenir político y humano.


domingo, 13 de diciembre de 2020

DECIMAS PAPAYA / A UNA DERROTA CIPAYA

 





Para complacer al Norte

Los cipayos con descaro

Dan sin clase y sin reparo

A la política un corte

 

En cajitas de zapato

Selladas con adhesivo

Borra y lápiz aprehensivo

Que les sale muy barato

Se meten de cola un rato

Perchados con cualquier porte

Sin que nadie los soporte

Al monigote inflamando

Van a la mentira inflando

Para complacer al Norte

 

De satén y carro propio

Jugando a lo popular

No saben disimular

Que en la mente llevan opio

Hace falta estetoscopio

Que les pase por el aro

Ese corazón avaro

Aprueban la intervención

De los gringos en cuestión

Los cipayos con descaro

 

Son la imitación de un sapo

Croando con voz prestada

Y la conciencia rentada

Que les empichó el guarapo

Al dar su voto de trapo

Se les ha perdido el faro

Para ver con ojo claro

Donde está la libertad

Por esto la dignidad

Dan sin clase y sin reparo

 

Les montaron una quilla

Sobre el lomo del cerebro

Es por esto que celebro

Con arroz y mantequilla

Su caída de la silla

Donde prensaban resorte

A los yanquis y su cohorte

Que la esclavitud proponen

Lamentamos como ponen

A la política un corte