La
reciente trascendencia a otro plano cósmico del cineasta argentino Eliseo
Subiela, trae de nuevo a nuestra evocación cultural su estupendo y legendario filme:
El Lado Oscuro del Corazón (1992). Para
quienes conocemos los trabajos del destacado realizador bonaerense que rodearon
este notorio filme, no es nada extraño hablar de planos cósmicos y otras
realidades paralelas y extraterrenales, ya que precisamente forman parte importante
de las temáticas de sus obras.
Quienes
vimos sus películas Hombre Mirando al
Sudeste (1987) y el denso filme No te
mueras sin decirme a dónde vas (1995) conocemos en Subiela la utilización
del sueño como tema transversal y permanente. No se trata del sueño freudiano
desde el cual se nos analiza cualquier realidad mental (incluso la nuestra), ni
del fantasioso sueño hollywoodense que nos lleva a mundos inexistentes. En
estos dos filmes, Subiela, tal vez como pionero mundial, nos demuestre el
despliegue del hoy llamado paradigma de
la complejidad, cuando apenas comenzaba a conocerse y alcanzar la
notoriedad que hoy tiene en los espacios académicos y de las ciencias en
Latinoamérica y el mundo. Como ejemplo de esta anticipación, tres años después
de Hombre Mirando al Sudeste, el
cineasta austriaco Bern Capra toca la complejidad en el filme Senderos de la Mente (1990). El tema ya
se venía desplegando.