martes, 24 de agosto de 2021

NUESTROS FINALES DE PELÍCULAS

 




 

La perdí, y al perderla a ella mi vida encarnó una de las primeras películas sin color, sin sonido, la trama perdió todo tipo de sentido, sólo es un film que corre de manera aleatoria; existe un comienzo pero ya no descifro para dónde va el final.

Desde que ella no está cada sonrisa que desprende de mi boca es merecedora de un Oscar, puesto que sin ella mi felicidad sólo se ha vuelto una gran actuación, soy un cadáver que actúa estar con vida, mi corazón ya no le pone pasión a su papel apenas late, ya no tiene voluntad. Mi alma abandonó la dirección de esta película y mi mente ya no tiene presupuesto para emprender más sueños. Ya no hay drama ni emoción, siquiera estoy en una película de terror o comedia barata, ¡es más! Ya no hay estudio ni luces, ni cámara, ni acción. Pasé mi vida creyendo ser el personaje principal de esta película y tuve que perderla para entender que ella era la protagonista.

No importa un gran presupuesto si no hay grandes actores y yo perdí a mi estrella. Yo soy Hollywood sin Marilyn, como Termineitor sin Arnold, como la trama de Matrix sin Trinity, nadie quiere ver Titanic sin una Rose que represente la belleza, lo eterno, mejor dicho, el amor indefinidamente eterno.

La perdí, y me perdí como Dorothy en la Tierra de Oz. Y hoy sin ella siento que encarno parte de sus personajes, sin ella estoy aquí, tengo un entorno más no soy real, por lo tanto mi caminar es mentira, mi respirar es mentira, cada movimiento de mi fisiología es mentira, sin ella sólo tengo paja en mi interior. Sin ella mi pecho ya no tiene nada qué resguardar, sin ella estoy hecho de hojalata: me quedé sin corazón, hoy soy un león muy grande y tal vez muy fuerte, pero la perdí así que de la vida me escondo, ya no tengo razón para ser valiente.

Vangelis Marcelo Rodríguez Oliveros


 


Desde que la imagen se movió de la fotografía, reconocemos al arte cinematográfico como dimensión integral de la cultura occidental. Desde las primeras películas mudas, hasta la vastedad compleja de imágenes conformantes de la audiovisualidad que somos y recorren las sociedades, se encuentra una historia de películas o también podemos decir: un sinfín de películas realizadas que son nuestra historia como humanidad.