lunes, 6 de agosto de 2018

PORTAVOCES DE UN EROTISMO




Así como el Libertador Simón Bolívar ha merecido por sus hazañas una plaza en cada rincón de la patria venezolana, por igual, en cada centro educativo, siempre existirá un aposento especial que rinda homenaje al maestro Simón Rodríguez. Un mural, una biblioteca con su epónimo, una cartelera con su nombre y su figura dibujada por los niños y las niñas, una cañuela con su rostro imperecedero, una pequeña mesa con sus libros, con trabajos escritos de los estudiantes y con sirios encendidos o apagados para evocar su fábrica de velas. Conversatorios, coloquios, exposiciones, programas de radio, monólogos teatrales o sencillos intercambios verbales entre juventudes que admiran la originalidad de sus silogismos, eternamente se promoverán. Siempre alguien o algunos: una maestra o un maestro, la directora de un plantel, un estudiante acucioso, el profesor de un liceo, la señora del portón, el rector de cualquier Universidad, algún padre o representante (el pueblo que somos) recordarán el 28 de octubre de su nacimiento o el 28 de febrero de su despedida digna o la significación de alguna obra suya en Oruro o Concepción o Pativilca o en cualquier lugar adonde su solidaridad con los desafortunados de la tierra obró sin mirar dificultades ni esperar aventajadas retribuciones.


Cada tanto, investigadores e investigadoras de la educación universitaria escucharán el poderoso susurro de su sabiduría y se darán a la inédita aventura de abrir las puertas del diálogo con sus escritos, para continuar en esa perennidad filosófica, en el disfrute de una vigencia empírica inagotable. Esto lo ha comprendido la escritora venezolana Carmen Petra Ochoa Jiménez, quien se ha dado al disfrute de la lectura del libro Luces y Virtudes Sociales como experiencia investigativa de su Trabajo de Grado de la maestría en Ciencias de la Educación en el decanato de la Universidad Nacional Experimental Simón Rodríguez. Algunas pinceladas a este interesante trabajo (que mereció la mención publicación de un jurado evaluador) nos permitiremos hacer y así animar al asalto de su lectura.


Como bibliotecaria por dos décadas, la escritora se nos muestra genuina promotora de la lectura. Sabemos que las trabajadoras de las bibliotecas en estos menesteres, despliegan dinámicas y estrategias para que los usuarios y usuarias lean libros y otros escritos. Despierta genialidad, admiración y gratitud ver a una bibliotecaria ejerciendo ese sagrado deber de motivar en otros y otras el acto de leer. Nadie más cariñosa con la lectura que una bibliotecaria. En el caso de la historia laboral de Carmen Petra en esos recintos sagrados de los libros, la realidad no ha sido diferente. Su experiencia motivando a leer es conocida en el medio educativo (sus proyectos de aprendizaje en el Centro de Experimentación para el Aprendizaje Permanente CEPAP tienen este sello), sin embargo, en la oportunidad de su trabajo de maestría, la tarea ha sido de automotivación: ¡Vaya logro! Desde el vamos, nos muestra el cómo se fue motivando a leer una de las obras cardinales del Maestro. Y no es el clásico llamado de “hágalo usted mismo”. No. Se trata de una experiencia propia, original, como originales han sido los llamados del maestro mismo a leer, porque si ha habido promotor de la lectura en todo nuestro Abya Yala éste ha sido Simón Rodríguez a través de sus escritos.


Recomendamos que el lector de este trabajo coloque la mirada en el cómo Carmen Petra desglosa el libro a punta de sus propias lecturas. No queda duda, en primer lugar, de que es una lectura de lecturas o lectura recursiva; no lee una sola Carmen Petra, hay varias: descollan, la que se graduó de bachiller en su Píritu natal, la que obtuvo mucha experiencia de investigación en una carrera universitaria a falta de la tesis en la UCV (antropología), la que fue impulsada por el inmenso cariño de Fufa (su abuela), la (¡ella!) muñeca de trapo que fue hecha por las manos de Zobeyda su madre, la mujer solidaria con el mundo porque también le importa el mundo al que se integra, la trabajadora crítica reconocida aún por sus compañeros en situación de jubilada, la bibliotecaria hoy clandestinamente activa, la madre de Ana Daniela, la licenciada graduada en el CEPAP-UNESR, la chavista convencida y adolorida, la ciudadana peleada eterna con las actitudes politiqueras. En segundo lugar, de que es una lectura recursiva en intimidad pero muy vinculada con el mundo, por lo tanto es una lectura política: una lectura con ella y con la lectura misma; una lectura a favor de algo y en contra de algo. En tercer lugar de que es una recursividad lectural problematizada con esa realidad y que no da cuartel a las manipulaciones mediáticas de hoy o de antaño; en este caso está convencida de la vigencia diametral e indudable del Maestro. En cuarto lugar de que es una lectura con el Maestro, jamás fragmentada de él (aquí echa mucha mano de Michel Foucault). En quinto lugar de que es una lectura para la escritura, para escribir (en este punto Jorge Larrosa le es indispensable). Y un sexto lugar no menos importante: de que es una lectura autobiográfica en donde el Maestro le ofrece la oportunidad de leerse a sí misma y escribir(se) desde su propia vida (María Zambrano es cita obligada). 
 

Hay en toda esta iniciativa lectoescritural un atributo supremo: la consideración del libro como un sujeto del proceso y no como un objeto. Ella logra que el libro demuestre la vida que tiene no como una fantasía aparte (o como su fantasía privada: tentación perpetrada no pocas veces por otros escritores con otros libros), ni como la fantasía del Maestro Rodríguez; sino como un libro-sujeto creado por la sabiduría del Maestro con el cual ella logra dialogar; y logra magistralmente (¡Se trata de una maestría!) un diálogo entre tres (Carmen Petra, Libro, Maestro) que luego envolverá a cualquier lector o lectora que se atreva a incluir y a participar, en un rizoma lectoescritural infinito. Provoca pensar en actividades que emulen esta experiencia, en donde educadores provoquen, a su vez, encuentros vivos entre los textos del Maestro y sus “nuevos” discípulos y otros textos que nazcan y renazcan: las comillas es porque relativiza pensar que nuestros niños y niñas son recientes o nuevos discípulos del Maestro, habiendo éste pensado con doscientos años de anticipación en la idoneidad de sus procesos educativos republicanos. El Maestro jamás nos abandonó y aunque murió solo, jamás nos dejó solos.


Por ahora, este trabajo parece una incitación a dialogar con el Maestro y quizás en el fondo no ha sido más que una manera de gozar con la lectura de un libro (no cualquier libro) actividad que Carmen Petra sabe hacer desde los primeros cuentos que le leyó Zobeyda. 
 

El valor académico que tiene este texto ya se lo ha dado un jurado evaluador y su continuidad formativa se la otorgarán quienes se adentren en sus claves investigativas. Sólo nos resta ser portavoces de un erotismo.

















LIBRO LEER VIVIENDO A SIMÓN RODRÍGUEZ


LOS DIBUJOS UTILIZADOS EN ESTE TEXTO FUERON OBSEQUIADOS POR LA AUTORA A SU HIJA CON EL FIN DE COLOCARLOS EN SUS PROYECTOS DE APRENDIZAJE DEL CEPAP-UNESR