sábado, 14 de octubre de 2017

LAS DIEZ PREGUNTAS MÁS IMPERTINENTES DEL AUTORITARISMO EDUCATIVO


La impertinencia educativa tiene su base en arrebatar a los educandos la pregunta clave de la educación: “¿Por qué?”. El maestro Simón Rodríguez llamaba a “dejad que los niños sean preguntones” porque para él, la pregunta “¿Por qué?” es potestad de la infancia que está frente a su educación.

El poder hegemónico de marca patriarcal, a través de conductas autoritarias, se ha apropiado de la pregunta “¿por qué?” que no le corresponde en el inicio del diálogo educativo y ha transformado su práctica en la escuela en un acto impertinente e irresponsable, imposibilitado de provocar los conocimientos y los aprendizajes de manera pertinente: no es un acto educativo libre, aquel que secuestra la pregunta “¿Por qué?” del intelecto y el corazón de un niño. Al reprimir los “por qué” los están alejando (tal vez para siempre) de la investigación.

El deber de todo educador con tendencia democrática en los actos educativos es dejar (o provocar) que su estudiantado pregunte: “¿Por qué?” a toda la realidad. Que pregunten “por qué” es una manera de interpelar la realidad. Nada más impertinente en la educación que ese abominable momento en que la infancia se ve privada de preguntar “¿Por qué?”, debido a la apropiación indebida que ha realizado el educador autoritario de esa importante pregunta.

Por lo general, cuando un educador hace esta pregunta a cualquier educando, la realiza delante de sus compañeros y compañeras, provocando una situación de humillación. El “¿Por qué?” del educador debe corresponderse con el “¿Por qué?” de los educandos. Sin el “Por qué” de los educandos, el “Por qué” del educador es una pregunta estéril, amenazante, represiva. Muchas preguntas pertinentes de la educación, pierden su efecto trascendente porque se aniquila el “¿Por qué?” de los niños, niñas y adolescentes. Los educadores autoritarios son activos ladrones de “¿Por qué?. Aniquilan el diálogo de saberes con sus estudiantes.

He aquí las 10 preguntas más impertinentes de los educadores autoritarios... 


¿POR QUÉ ESTÁS FUERA DE LA FILA?

El autoritarismo en las escuelas se ha soportado sobre conductas docentes y directivas militariodes (que no llegan a la rigurosidad y pertinencia militar). La más corriente es meter a los niños, las niñas y los adolescentes en una fila. Se pretende incluso que las filas sean perfectas. Es pertinente y práctico orientar una fila a los niños y niñas de la educación inicial utilizando canciones para que no se sientan ovejas en un redil sino sujetos de su propia educación. Y con los niños y niñas de la escuela primaria es pertinente orientar una FORMACIÓN para andar juntos y en seguridad en las calles cuando la oportunidad lo amerite, pero la idea de fila es homogenizante, masificadora, impertinente cuando se obliga en la escuela para salir o entrar al salón de clases. Hay escuelas donde el estudiantado no hace filas para entrar a los salones de clases y no pasa nada desagradable. Una vez pasada la educación inicial, la fila escolar no sirve sino para reprimir y acosar. 

Preguntar a un niño o niña el porqué está fuera de la fila es como preguntarle a una nube el por qué cambió de lugar en el cielo. 

¿POR QUÉ TE RÍES?

Si algo ha aniquilado el autoritarismo escolar, sobre todo en las escuelas religiosas y privadas (que son las mismas), es la manifestación de la risa en muchos niños y niñas. Los hay quienes vienen serios desde sus casas, pero luego, junto a sus compañeros, cualquier niño o niña ríe o sonríe. En cambio la escuela suele ser una maquinaria productora de seriedad ridícula y represiva, una molicie donde las lúdicas no se observan en las metódicas provocadoras del conocimiento y del aprendizaje. La aniquilación de la sonrisa es la muerte del humor en la escuela y en los procesos de aprendizaje, significa el encarcelamiento del diálogo franco y transparente; la expulsión de la verdad educativa; el fusilamiento paulatino del niño de espíritu que somos en la infancia. El escritor italiano Umberto Eco hizo notoria su novela de investigación “El Nombre de la Rosa” por el tema de la sonrisa de Jesucristo. 

Preguntar a un niño o niña el porqué se ríe, es como preguntarle a una rosa el por qué sus pétalos están llenos de rocío en la mañana.  

¿POR QUÉ TIENES LA LETRA TAN FEA?

El absurdo del autoritarismo educativo es considerar una “letra fea” en el estudiantado. Estos educadores son los que ponen las trágicas “planas” para “aprender” a escribir. Nada más estólido y fastidioso que hacer una plana. Con las planas se pretende “mejorar” la letra, mas nunca se hace auténtica. Jamás mejora una letra con una plana. En todo caso, con una plana se frustra la forma de escribir original. Cada niño, niñas o adolescente que transita el camino de la escritura a puño y letra, realiza un ejercicio propio y particular de escribir. Cada tipo de letra es diferente de acuerdo a la mano y al ser. Cada grafía tiene una forma distinta. Pretender que todas y todos escribamos igual es abominable. Se trata de un acto de homogenización espantoso que sólo ha traído dolor, miedo, cohibición, ensimismamiento, terror, ausencias espirituales al ser humano que se educa.

Los educadores que consideran “fea” la letra de todo niño, tienen una visión estereotipada y prejuiciosa del acto de escribir con la mano. En el pasado, el autoritarismo escolar castigaba con palos en los nudillos de la mano a quienes consideraban que tenían la “letra fea”. No existe letra fea ni bonita. Tal vez los significados de “legible o ilegible” puedan reconciliar a los seres humanos con la escritura manual. Escribir con un tipo de caligrafía debiera ser una actitud voluntaria de cada quién ya en la vida adulta. ¿Por qué no se les dice a los médicos que tienen la “letra fea” y hasta ilegible? Más bien se les admira y se les lee sus récipes con devoción. ¿Por qué sólo los farmacéuticos pueden leer con soltura y confianza la letra de los médicos? ¿Tendrán una clave especial? ¿Cómo se escaparon de los castigos de la escuela?

Preguntar a un niño o niña el por qué tiene la letra tan fea, es como preguntarle a un delfín por qué se comunica con sus iguales con esos ruidos (tan hermosos). 

¿POR QUÉ HABLAS?

Perseguir el habla en el salón de clases es un acto violatorio de los derechos humanos y estudiantiles en la escuela. Nada más humano que el sonido de la “bulla educativa” en el salón de clases que a los docentes autoritarios no les gusta escuchar. Los salones de clases absolutamente silenciosos son espacios sospechosos de coacción, chantaje, represión, tortura, por parte de los autoritarios. El maestro brasileño Paulo Freire plantea la dialéctica entre la palabra del educador y el silencio de los educandos y el silencio del educador y la palabra de los educandos. El mediador de esta dialéctica es el acto de escuchar. Cuando el educador escucha la palabra de sus educandos está aprendiendo de éstos porque guarda el silencio para hacer posible este aprendizaje. Cuando el educador habla, su palabra hace posible el silencio de los educandos, quienes están aprendiendo de él, porque guardan el silencio para hacer posible este aprendizaje.

El educador que impide la palabra de los educandos no escucha y reprime esa palabra porque le teme, obligando al silencio de los educandos. Es por esto que los educandos no guardan el silencio correspondiente cuando el educador autoritario quiere tomar la palabra. La tendencia autoritaria es a imponer la palabra del educador y el silencio de los educandos mediante el castigo. 

Un ejemplo ya clásico desde la práctica política internacional lo constituye el momento en que el llamado Rey Juan Carlos de Borbón de España, gritó al Presidente de Venezuela Hugo Chávez Frías la orden: “¿Por qué no te callas?”. Además del ridículo mundial que hizo el supuesto Rey, representó el papel de docente autoritario frente a un genuino niño de espíritu como el comandante Hugo Chávez. 

Preguntar a un niño el por qué habla en el salón de clases es como preguntar al viento por qué silba menos entre la bulla del día y más en el silencio de la noche. 

¿POR QUÉ TE LEVANTAS DEL PUPITRE?

¿Alguien se imagina estar cinco minutos consecutivos sentado en un pupitre? No hay nada más insoportable y fastidioso. Pudiera considerarse sadismo el acto autoritario de obligar a un alumnado a estar este tiempo consecutivo sentado en un pupitre. Luego de esta (tan inapropiada) pregunta surgen otras no menos sádicas, tales como: “¿Por qué te mueves?”. “¿Por qué carraspeas?”, “¿Por qué parpadeas?”, “¿Por qué te pasas la mano por el cabello?”, “¿Por qué te rascas la cabeza o el pómulo?”, “¿Por qué escondes las manos?”, “¿Por qué subes los codos?”, “¿Por qué miras hacia la ventana o hacia el techo o hacia la puerta? (¿Ya te quieres ir?)”, “¿Por qué te pasas la lengua por el labio?”, “¿Por qué te tocas las manos? (¿Qué te traes? ¿De qué te recuerdas?)”, “¿Por qué mueves tan seguido las piernas? (¿De qué estás nervioso?)”, “¿Por qué pones la mandíbula sobre las manos? (¿Estás fastidiado?”), “Por qué cierras los ojos? (¿Tienes sueño?)”…

Pareciera que la pregunta real que quieren hacer los educadores autoritarios a su alumnado es: “¿Por qué existes?”. Y la respuesta lógica del alumnado a estas preguntas es: “¡Porque me da la perra gana!”. Es humano que un niño, niña o adolescente quiera levantarse del pupitre en cualquier momento, hasta por un impulso involuntario.

Preguntar a un niño, niña o adolescente por que se levanta del pupitre es como preguntar a un águila el por qué levanta el vuelo. 

¿POR QUÉ SUDAS?
Sudar es una respuesta normal y natural del cuerpo y el acto de limpieza cotidiana de la piel. El agua sobre la piel ayuda a esta acción aséptica del sudor. Las sociedades occidentales han satanizado el sudor considerándolo sucio y séptico cuando es todo lo contrario. Las culturas que aceptan su sudor y olor propios con naturalidad son consideradas sucias por las culturas occidentales, sin embargo, son las más felices sobre todo en sus actos amatorios. Cuando los europeos llegaron a nuestro Abya Yala se aterrorizaban porque los indígenas se bañaban a cada momento y creían que esta costumbre era una llamada del Diablo. 

Los prejuicios de las culturas occidentales hacia el sudor les ha traído todo tipo de infecciones cutáneas a través de perfumes y otros ácidos y alcaloides con olores artificiales que impiden que el cuerpo libere su sudor natural. De hecho, se habla de “mal olor del sudor” al sudor natural del cuerpo que surge aun habiéndose hecho el aseo personal. Este supuesto “mal olor del sudor” ha hecho multimillonarias a las compañías fabricantes de desodorantes, perfumes y otros menjurjes.

En la actualidad son los medios audiovisuales y las llamadas redes, los poderosos agentes de satanización del sudor natural del cuerpo, sin embargo, sigue siendo la escuela el santuario de la condena al sudor del cuerpo y son los educadores autoritarios, esos santos inquisidores de esta tarea maligna. Estos educadores llegan hasta el abominable acto de gritar a voz en cuello: ¡Prohibido sudar! A no pocos docentes les causa asco el sudor de su estudiantado. Se llega a utilizar al sudor con sentido criminal y racista, al señalar a los niños de piel oscura como los portadores del “mal olor del sudor”. Son éstos mismos autoritarios los que inventaron el creyón de “color carne”. 

Hay sitios calurosos como en los llanos, donde el sol llega a ser inclemente, y en esas escuelas se llega a castigar niños por sudar. El colmo es que hasta los profesores y profesoras de la Educación Física y el Deporte observan esta conducta autoritaria estúpida. 

Preguntar a un niño, niña o adolescente por qué suda es como preguntar al mar porque sus olas se llenan de espuma. 

¿POR QUÉ NO RESPONDES RÁPIDO?

La relatividad habida entre los conceptos de rápido y lento puede llegara ser sorprendente. En el caso de los niños en la escuela, la sorpresa puede causar en los educadores autoritarios conductas extremas y absurdas. En la infancia, la lentitud puede llegar a ser rápida y la rapidez puede ser muy lenta, dependiendo de cómo se le mire al chamo o chama. Para explicar esta dialéctica con más belleza, se puede echar mano, una vez más, del clásico cuento de la liebre y la tortuga.

El educador autoritario jamás percibirá la rapidez con que un niño utiliza su lentitud para ganar en el ajedrez o para pasar a la pizarra y ganar la observación de sus compañeros o para ir al baño con su permiso y así salvarse, aunque sea por un rato, de una aburrida clase. Ese mismo educador autoritario tampoco podrá captar la lentitud con que una niña utiliza su rapidez para coser una muñeca de trapo o para sacar una división de dos cifras o para explicar la razón por la cual le encontró una carta de amor entre las manos. Para el educador autoritario, rapidez es rapidez y lentitud es lentitud. No hay velocidades intermedias. Este docente siempre premiará la rapidez que le exige una sociedad desquiciante y castigará la lentitud con que le culpa una sociedad que tiene la ilusión de que va más rápido que el mismo tiempo. 

El filósofo y biólogo francés Edgar Morin aconseja a la educación, eliminar los errores y las ilusiones para promover los saberes. Una ilusión que conduce a un seguro error es relacionar rapidez con inteligencia o velocidad con acierto y este equívoco lo suele cometer el educador autoritario. Le maravillan los alumnos de respuestas rápidas, de salidas veloces castigando, satanizando y hasta ridiculizando a los estudiantes reflexivos (por considerarlos supuestamente lentos). Premia la memorización y castiga la meditación. Exalta la racionalización y desprestigia la intuición. La respuesta del educador autoritario a la supuesta lentitud del estudiante reflexivo es: “Anda, responde, que no tengo todo el día (para ti)”.

Tal vez el mayor daño que se hace en la escuela a un espacio vital del aprendizaje es a la lectura y la escritura (lectoescrituralidad). Se hacen competencias de velocidad entre los alumnos para ver quién lee o escribe más rápido. ¿Se preguntarán los educadores autoritarios dónde queda la comprensión? 

Preguntarle a la infancia y adolescencia el por qué no responde rápido es cómo preguntarle al relámpago por qué no se queda alumbrando. 

¿POR QUÉ TE ENSUCIAS?

Otro de los martirios de la escuela es la consagración de la pulcritud. Las llamadas “buena presencia” y “apariencia personal” se restriegan en la cara de los alumnos como una deuda que tienen que pagar, en vez de plantearlo como teleologías o utopías a las cuales nunca se llegan para siempre, pero que se pueden llegar a perseguir y alcanzar transitoriamente durante la adultez. Se culpa de antemano cualquier pequeña mancha en el uniforme o en los útiles escolares como si fuesen manchas del alma.

Andar sucio en la escuela es el martirio de todo niño o niña de la primaria y para el adolescente del liceo es un crimen que lo transforma en un delincuente andante, cuando, incluso, hasta los docente desconocen los parámetros de evaluación. Esto significa que utilizan la medición de la pulcritud que les da la gana a su temperamento de turno. Como casi toda la niñez tiene en la actitud despistada su mayor valor, todo niño o niña ni se da cuenta ni se preocupa por andar pulcro. A la infancia le preocupa más andar cazando dibujos en el aire o curiosidades en los líquenes de los jardines o manchas en los pocitos de agua. Por lo general, el niño o la niña que ha alcanzado la perfecta pulcritud lleva hondas heridas en su espíritu de niño.

En el caso del docente vigilante de la pulcritud, encontramos las actitudes policiales más insólitas. Como él sabe que su labor es estéril, porque tendrá que repetir mil veces a los mismos niños la misma cantaleta, entonces se afinca en torturar mentalmente a sus víctimas. Es un experto en humillar niños debido a que le encanta reclamar la pulcritud delante de todos los compañeros, causando la vergüenza más desagradable. Los adultos de la escuela pueden llegar a violentar las posibilidades de pulcritud en los niños de formas espantosas. 

Preguntar a un niño el por qué se ensucia es como preguntar a una pieza de cerámica el por qué está hecha de barro. 

¿POR QUÉ CORRES?

El científico estadounidense Gregory Bateson narra que la madre dice al hijo: “No corras en el recreo de la escuela porque te ensuciarás el uniforme. Tu madre no es tu esclava”. Luego de la reunión de representantes, la madre replica al mismo hijo: “La maestra dice que eres muy pasivo durante el recreo, debes correr ahí y jugar con tus compañeros”. Bateson concluye: “¿Qué puede creer el niño? La madre es la principal productora de neuróticos y esquizofrénicos”.

El cuerpo de un niño está compuesto casi en su totalidad por agua, por lo tanto su tendencia a moverse es muy alta, su posibilidad de correr está en su inconsciente como una activa llamarada de luz que alumbrará de velocidad la realidad de su familia y su comunidad, su probabilidad de saltar y brincar son casi imposibles de detener en campo abierto o en el mar. 
La escuela está llena de personas que se creen semáforos y utilizan sus luces rojas o verdes al arbitrio de sus antojos. Un niño puede ser detenido individual y colectivamente en cualquier sitio, por la docencia autoritaria, no pocas veces al día. “Epa, Usted, ¿para dónde va?” es la llamada más común de un docente (semáforo) autoritario al ver cualquier escolar que transita por el centro del patio. Andar solo por una escalera puede acarrear la detención inmediata a cualquier niño y el chaparrón de preguntas inmediatas. ¿Y si ese niño va corriendo? Su situación escolar se puede complicar hasta el paroxismo. Como todo niño es sospechoso de andar corriendo, se le culpa aunque no ande a las carreras. “Ya ibas a correr”: les dicen con anticipación.

A los niños de piel oscura se les mira como activos correlones, ya que se tiene la falsa idea de que todos pueden a ser atletas o deportistas de la velocidad o del basket y no es más que una actitud racista. La detención de niños de piel oscura sospechosos de andar corriendo es ya una costumbre. Cualquier niño o niña puede ser apto para el atletismo y puede haber niños de piel oscura que son pensativos como cualquier otro y no le aficione el deporte.

Los docentes autoritarios pueden repetir las frases “Vaya rápido” o “No vayas corriendo” a un mismo niño, en un mismo día, en un mismo momento sin darse cuenta. La frase colmo que dicen al niño ante un mandado es: “¡Cuento tres y llevo dos!”, como si fuese una competencia olímpica.

Preguntar a un niño por qué corre es como preguntar al cielo de Navidad por qué la estrella de Belén se posó sobre el pesebre del Niño Jesús. 

¿POR QUÉ NO ESCUCHAS?

La edad más prejuiciada por excelencia es la infancia. La tendencia de los adultos a considerar a los niños como la peor cosa del mundo es alta. La mayor acusación de la educación autoritaria contra un niño es que no escucha, acompañada por la aseveración: “Tú no haces caso”. Sería interesante preguntar a los adultos (sobre todo docentes autoritarios) qué es “hacer caso” y en cada uno encontraremos una respuesta diferente. En el caso de los niños, no sólo no saben qué es “hacer caso”, además, les importa un comino ampliar cualquier comprensión de una frase tan antipática a toda su vida. Está claro que “hacer caso” supone hacer lo que a otro le dé su gana, ciegamente, sin diálogo. Por lo general, cuando un adulto expresa que un niño no le está “haciendo caso” es porque no está dispuesto a hablar con el niño ni a aceptar ninguna pregunta o duda.

Igual pasa con la frase: “Te estás portando mal”. Nada más difuso que comprender esto de “portarse mal”. Ahora no nos cabe la menor duda que la definición de esta frase “portarse mal”, tenderá a influir desde quien la dice. Si es el adulto quien la dice, es porque hay un niño en su mirilla telescópica tendiendo a comportarse de una manera contraria a lo que él quiere. Y si es un niño el que está diciendo: “Te estás portando mal” es porque está jugando a ser adulto.

LA PIEDAD DE MIGUEL ANGEL
El niño escucha todo como cualquier otro ser humano y como todo ser humano, de lo que escucha, atiende lo que realmente le interesa, por lo tanto la pregunta del título es completamente absurda. “Un niño lo da todo” dice el maestro Simón Rodríguez. El más valioso poder de un niño es su autonomía (ante todo la que utiliza para jugar) y cuando tiene la escucha más abierta es justo el momento en que “hace lo que quiere”: ¡Jugar! Muchas veces, este momento infantil tan bello y supremo, es envidiado por no pocos adultos, sobre todo aquellos que vieron a su niño de espíritu convertirse en cenizas por los golpes que le dio el autoritarismo. 

Preguntar a un niño el por qué no escucha, es como preguntar al caracol de mar, el por qué lleva todos los cantos de los océanos dentro de su masa coralina. 

POR AHORA 

Invoquemos al niño de espíritu que está dentro del educador con tendencia democrática, para que proteja al espíritu de niño que puebla, a punta de sonrisas y deseos de vivir, todas las escuelas públicas de Venezuela, de nuestro Abya Yala y de nuestra Pachamama.

10 comentarios:

  1. sencillamente excelente, Gracias al Druida

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  2. Camarada excelente articulo que debe ser remachado, analizado, leído, comentado, socializado entre padres, madres, representantes, educadores, organizaciones comunitarias por que como lo dijo El Comandante: Toda la Patria una Escuela.

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  3. Muy bueno. Sin embargo, no es igual cocer(cocinar) una muñeca a coser (con aguja e hilo, armar) una muñeca.

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    1. Apreciado señor Juari:

      Saludos.
      Agradecemos enormemente este aporte suyo al escrito y el calificativo de "muy bueno". Significa que usted ha leído el trabajo con detenimiento y esto nos complace mucho. Agrada mucho cuando uno es leído sea cual sea la opinión que emane de la lectura. Al respecto le aportamos que al volver sobre el artículo para observar el aporte, hemos encontrado otra incongruencia en la palabra "desquiciante" que estaba escrita con "s" en lugar de "c" como es usual y acordado. Como aparecerá en esta "respuesta", esta palabra es señalada como "no reconocida" por el procesador de textos, lo cual no significa de que no exista. (continuará)

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    2. Como el aporte suyo pertenece a la dimensión ortográfica del lenguaje escrito, nos complace encontrar un despliegue oportuno de ser analizado, que bien pudo ser incluido en la pregunta: ¿Por qué tienes la letra tan fea? Sin lugar a dudas, estuvo ausente de esta redacción el acto de considerar a la ortografía como un "error" y no como una "incongruencia" hacia las convenciones del lenguaje escrito. Haber considerado un error a la ortografía -obra, sin lugar a dudas, del autoritarismo educativo- acarreó las acciones más terribles y abominables por parte de la escuela hacia la niñez y adolescencia en todo el mundo. (continuará)

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    3. Los castigos aplicados por los docentes autoritarios por motivo de la ignominia pedagógica de considerar un error a la ortografía, llenaron de llantos, resentimientos e injusticia a todo el mundo educativo por siglos. Muchos niños, niñas y adolescentes que pudieron ser aficionados escritores y escritoras se fueron para siempre de esta actividad, debido al maltrato que recibieron en las aulas de clase debido a esta maligna costumbre. La ortografía nunca fue un error y considerarla así, sólo acrecentó los males en la escuela.

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    4. ¡Cuán diferente hubiera sido haberla considerado una "incongruencia"! Una incongruencia puede parecerse a lo humano, a la vida, a lo transitorio, a un desencuentro, a un desamor, a una rebeldía, a una irreverencia más no a un error. Hubiera significado poder "enamorar" para la estética de nuestro lenguaje escrito y no "rescatar del fondo del resentimiento" a la lectura y la escritura para quienes nos hemos visto obligados a tomar otras vías y así lograr amar el acto de escribir.

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    5. Dos escritores y periodistas venezolanos nos han dejado una herencia importante. Uno, Kotepa Delgado quien tituló una columna escrita por décadas que decía: ESCRIBE QUE ALGO QUEDA. Esto siempre significó para mí: "Escribe sin importar las formalidades que luego se armonizan". Y Aquiles Nazoa, de quien se dice que escribía muchos de sus artículos en la redacción del diario para el cual trabajaba y en medio del tecleo de su máquina paraba decía a cualquiera que pasaba "¿Como es que se escribe "tal palabra" con "s" o con "c"? Luego que uno pasa las atrocidades de la pedagogía en materia ortográfica y se reconcilia con el acto de escribir, se da cuenta de que la ortografía puede llegar a ser la más instructiva carpintería de nuestro arte escritural. Inclusive, tras bastidores, quienes escribimos hemos experimentado situaciones humorísticas con la ortografía. (continuará)

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    6. Narro: pertenecía a un colectivo de investigadores que produjo el libro de la parroquia Antímano (Caracas) para la gestión de FUNDARTE del año 1996 y en una madrugada de trabajo mientras revisábamos el escrito notamos que la transcriptora había filtrado la palabra "fué" y todos la leíamos como normal hasta que a las 4 de la madrugada alguien preguntó: "¿Y "fue" lleva acento?". Las carcajadas con lágrimas incluidas sonaron durante largo rato; eso sí, esas lágrimas eran de placer, como muestra de que la comprensión de la ortografía puede ser muy humana y amorosa. Porque al final, como dice el poeta venezolano: Alí Chirinos: "Los peores errores ortográficos son los del alma".

      Con afecto y gratitud
      Oscar Rodríguez Pérez

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  4. Me reí sabroso con lo escrito x este Druida. Me mandó a la época en que andaba en primaria y luego secundaria... Que x qué estoy fuera de la fila? X q quería hacer una formación como la que tienen las nubes. La subdirectora, una mujer a la que le decían Coquito bastante mal encarada se detuvo frente a mí viéndome de arriba a'bajo y me preguntó x qué usaba un suéter verde en lugar de azul como lo exigía el reglamento, vale destacar q el uniforme q usábamos era un jumper verde. Me le quedó viendo de soslayo atinando a responder q el azul estaba sucio... Me mandó a la dirección a firmar algo que se llamaba "libro de vida" x haberle faltado el respeto -la miré x el rabito del ojo!-. Q x qué me río? X q me da la gana! Segunda firma en el libro de vida! En lo q respecta a la caligrafía, cuando tenía 16 me enamoré de un muchacho médico y de las cosas q conservé fue su caligrafía y la "q" q aun utilizo al escribir. De paso, el tipo escribía bien bonito...
    Q x qué no me callo? Sahara, mi nieta me decía el otro día que la maestra le decía lo mismo veinte veces al día, q qué fastidio. Estoy de acuerdo... Q x qué me levanto del pupitre? X q esas tablas son muy duras y me duele la espalda. Otra firma para el libro de vida, una firma más y me expulsarían del colegio x respondona.
    Q x qué sudo? Eso me recuerda cuando la directora nos decía "huelen a pollo", y qué quería? acabábamos de darle cinco vueltas al campo. Ah! Y si no las dábamos nos quitaban el recreo.
    Con respecto al baño abyayalano me encanta! Mientras estuve en la selva yendo y viniendo con los karan (visitantes, turistas en pemón) experimenté ese fenómeno de incomprensión referido al agua. Nosotros nos la pasábamos en el río mañana, mediodía, tarde y noche. "Te van a salir escamas!" me decían. No saben lo q se pierden! Q x qué no respondo rápido? La respuesta rápida no es una de mis virtudes. La rapidez y la lentitud son conceptos q hoy me resbalan. El tiempo, ese tiempo occidental, intento no emplearlo sino en lo estrictamente necesario, es cuestión de responsabilidad. En cuanto a la lectura, soy tartamuda leyendo en voz alta. Apenas si he mejorado en estos últimos años. Quizá se lo deba al arte y Cepap. Escribí un cuento con respecto a la lectura en vos alta, en algún momento lo cuelgo. Q x qué andaba sucia? X q andaba jugando con los bachacos y recogiendo pétalos de flamboyán, maestra! Q x qué corro, x qué no hago caso, x qué me porto mal? X qué me la paso escuchando al mar en las conchas de los caracoles? X q me da la gana!!!
    Un abrazo y risa contagiosa al q lea esas líneas... Hanneke (Juana) Wagenaar

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