A Catherine Fagúndez
¿Si el azul es un ensueño
Qué será de la inocencia?
¿Qué será del corazón
Si el amor no tiene flechas?
FEDERICO GARCÍA LORCA
Los abuelos que
enterramos (dizque los enterramos) van y vienen interviniendo, insultándose en
el aliento y las potencias nuestras, hasta el punto en que no vivimos una sola
hora sin ellos. Los nietos eufóricos hacen nada más que un relevo parcial de
los viejos; andan en las tertulias literarias y en los cafés disfrazados de
locos, pero son los cuerdos de mañana y los doctores de la ley de pasado
mañana.
GABRIELA MISTRAL
A
menos que se trate de una familia sin hijos o de una pareja sin hermanos, en
todas hay por lo menos un tío o una tía a quien pedirle la bendición y esperar
de su interés y bondad algún consejo o regalo. Y si la familia es numerosa, los
tíos y las tías abundan como arroz para coleccionarlos en cartas, fotos,
chismes, recuerdos, peripecias, manías, llegadas, partidas, bienvenidas,
adioses. Entonces tío es lo que sobra para tenerlos hasta de amuletos de la
buena suerte.