miércoles, 11 de abril de 2018

LIVIA


Caopolicán Ovalles escribió la canción “La Guerrillera” en homenaje a muchas mujeres venezolanas que se lanzaron al monte a pelear y a resistir las maldades de los ricos del mundo, como lo hizo Livia Montes.

Ronquita: de hablar bajito, cantadito, un sol asomaba en su rostro cuando sonreía. Los sueños humanos la asaltaban y en sus ojos grandes se abrían lunas para ver el corazón humano. A veces le atrapaban una seriedad en el entrecejo, vista como esas puertas de firme madera que guardan secretos y misterios.

Se meció toda su vida en el columpio del arte, como una niña que jugaba seriamente con el viento. Supo de ese poder cuando llena el alma humana y se aloja con fuerza en la vida de la gente. Creyó en la magia configurada en la vía del teatro. Encantaba cuando la poseía cualquiera de los personajes que aprendía en esos mundos de andanzas creativas.

Se prendó también del cine: ¡Del cine! Toda la dimensión artística de poder que ayudara al fortalecimiento del pueblo le llamaba al aprendizaje y a la sabiduría. 
 
Tres espacios humanos cubrieron como manto de resistencias sus hombros imbatibles; a saber: los niños y las niñas, los trabajadores y los privados de libertad. Devoción a la infancia, tenacidad con el mundo laboral, constancia en las cárceles. Rodrigueana de convencimiento, cumplió con el deber de llenar de preguntas a los corazones de niños y niñas. Marxista convencida, se apoderó del método contra la opresión; libertaria de alma y espíritu hizo suya la pasión educativa como un arte a favor de quienes sufren alienación en la cárcel por cualquier causa, a sabiendas de que el capitalismo es la verdadera cárcel.

Refiere Ricardo Guerrero, que cierta vez, durante una actividad en la cárcel, ambos fueron fortografiados por un periodista mientras trasladaban el equipo de cine para la proyección de una película. Aquella rúbrica fue utilizada en un diario de circulación nacional para igualar la falsedad. Livia no descansó hasta dialogar con el periodista y convencerlo de su error.

Suponemos en su lecho de siembra a una hermosa india cubierta de flores y miradas del pueblo que siempre fue su motivo amoroso; con su batola indígena, la sonrisa calma y un sueño feliz.

Vivió para la libertad. Vivió para ser libre. Vivió para la revolución.


Post Scriptum

-Livia.
-Dime compañero.
-¿Para dónde llevamos estos morrales?
-Para el monte compañero.
-¿Qué tienen dentro?
-Armas.