Caopolicán
Ovalles escribió la canción “La Guerrillera” en homenaje a
muchas mujeres venezolanas que se lanzaron al monte a pelear y a
resistir las maldades de los ricos del mundo, como lo hizo Livia
Montes.
Ronquita:
de hablar bajito, cantadito, un sol asomaba en su rostro cuando
sonreía. Los sueños humanos la asaltaban y en sus ojos grandes se
abrían lunas para ver el corazón humano. A veces le atrapaban una
seriedad en el entrecejo, vista como esas puertas de firme madera que
guardan secretos y misterios.
Se
meció toda su vida en el columpio del arte, como una niña que
jugaba seriamente con el viento. Supo de ese poder cuando llena el
alma humana y se aloja con fuerza en la vida de la gente. Creyó en
la magia configurada en la vía del teatro. Encantaba cuando la
poseía cualquiera de los personajes que aprendía en esos mundos de
andanzas creativas.
Se
prendó también del cine: ¡Del cine! Toda la dimensión
artística de poder que ayudara al fortalecimiento del pueblo le
llamaba al aprendizaje y a la sabiduría.
Tres
espacios humanos cubrieron como manto de resistencias sus hombros
imbatibles; a saber: los niños y las niñas, los trabajadores y los
privados de libertad. Devoción a la infancia, tenacidad con el mundo
laboral, constancia en las cárceles. Rodrigueana de convencimiento,
cumplió con el deber de llenar de preguntas a los corazones de niños
y niñas. Marxista convencida, se apoderó del método contra la
opresión; libertaria de alma y espíritu hizo suya la pasión
educativa como un arte a favor de quienes sufren alienación en la
cárcel por cualquier causa, a sabiendas de que el capitalismo es la
verdadera cárcel.
Refiere
Ricardo Guerrero, que cierta vez, durante una actividad en la cárcel,
ambos fueron fortografiados por un periodista mientras trasladaban el
equipo de cine para la proyección de una película. Aquella rúbrica
fue utilizada en un diario de circulación nacional para igualar la
falsedad. Livia no descansó hasta dialogar con el periodista y
convencerlo de su error.
Suponemos
en su lecho de siembra a una hermosa india cubierta de flores y
miradas del pueblo que siempre fue su motivo amoroso; con su batola
indígena, la sonrisa calma y un sueño feliz.
Vivió
para la libertad. Vivió para ser libre. Vivió para la revolución.
Post
Scriptum
-Livia.
-Dime
compañero.
-¿Para
dónde llevamos estos morrales?
-Para
el monte compañero.
-¿Qué
tienen dentro?
-Armas.